Mercedes Bautista | Fiscal de menores

La guardiana que vela por los menores

Su pasión por la literatura y, en particular, por la figura del autor de la trilogía 'La lucha por la vida', regaron el apego por Donostia de esta oscense nacida en Cazorla (Jaén): se recuerda ya sacando pecho por la Real Sociedad cuando estudiaba Derecho en Zaragoza y, tras licenciarse, se casó y tuvo claro dónde compartir la luna de miel. Tampoco titubeó a la hora de elegir dónde iniciar la carrera fiscal, vinculada siempre a Gipuzkoa. Su primer destino, con 25 años, fue el partido judicial de Azpeitia, donde «hay bastante industria en la zona, y aprendí muchísimo de todo lo relativo a delitos económicos», recuerda. Tras un año a orillas del Urola, pasó a la cuenca del Bidasoa. «Cinco años llevando el partido judicial de Irun fue una gran escuela, porque ahí aplicas todo el Código Penal: tráfico de drogas, contrabando, delitos económicos, tráfico ilícito de armas, agresiones sexuales...», enumera. Y de la muga llegó al Urumea. Su primera carpeta en Donostia fue la de Discapacidad y Mayores, una temática «muy agria», a la que siguió otra no más amable, Violencia de Género, donde la «horrorizaban» los expedientes que llegaban. Por eso, cuando en el año 2000 le ofrecieron la jurisdicción de Menores, la agarró fuerte. Era algo que no le «atraía nada», pero que ha acabado siendo un guante que encaja perfecto en su mano. Como la propia Mercedes Bautista, «es una jurisdicción muy dinámica, en la que te relacionas con el ciudadano y un montón de instituciones: educativas, servicios sociales, sanidad... Y combina dos aspectos, el punitivo y el social, que me encanta». También le fascina su labor como teniente fiscal, que le lleva a visar el trabajo de los 30 fiscales que trabajan en Gipuzkoa.

Desde su despacho ha visto cómo la juventud guipuzcoana «ha perdido esa inocencia de antes», en buena parte porque el acceso a internet y a las redes sociales a edades tan tempranas les traslada a la vida adulta a golpe de clic. Es algo que se refleja en la actividad delictiva. Así como entre los adultos «el 30% de los delitos que llegan a la Fiscalía son contra la propiedad (robos y hurtos), entre los menores vemos delitos relacionados con las nuevas tecnologías, contra la libertad sexual, violencia de género, acoso, violencia filioparental...». Aquellos contra el patrimonio son «una minoría» y a menudo se corresponden «con hurtos en un centro comercial» que no van más allá. «Muchas veces desistimos y no incoamos procedimiento si consideramos que ya ha sido suficiente con el tirón de orejas: si han llamado a sus padres, le han llevado a comisaría, igual ha devuelto o pagado las prendas... Ese susto suele surtir efecto para no repetir un hurto». Al contrario de lo que pueda pensarse, «un 85% o más» de los menores que acaban en la Fiscalía pertenecen a «familias estructuradas, en su mayoría autóctonas». El 10-15% restante engloba a familias no normalizadas que van de la mano de «la pobreza, la insolvencia o la desigualdad económica».

En los últimos años, la Fiscalía de Gipuzkoa viene alertando de delitos como el acoso escolar, contra la libertad sexual o delitos informáticos, aquellos cometidos con un teléfono, una tablet o un ordenador. Y entre estos últimos, sobresalen los tres chats de contenido pornográfico que «se crearon en Gipuzkoa» y en los que en algún momento llegaron a intervenir «cerca de 7.000 jóvenes». Se llegaron a compartir «casi 2.200 archivos de contenido irregular» -hasta imágenes de violaciones a bebés-, y la Fiscalía tiene abiertas sendas investigaciones en colaboración con la Ertzaintza y la Guardia Civil. Hay 19 menores de Gipuzkoa implicados, 17 de ellos tenían 14 años o menos. «La mayoría eran menores de 12, 13 y 14. Es muy preocupante», enfatiza Bautista. Una realidad que espolea la cada vez mayor toma de conciencia de familias y comunidad educativa sobre los riesgos del acceso a internet a edades tempranas.

Bajo su experiencia, los «únicos» expedientes de pornografía que llegan a la Fiscalía afectan «a chicos, no vienen chicas». Lo achaca a que «a grandes rasgos, el hombre es más sexual y los jóvenes acuden a internet para satisfacer sus necesidades biológicas, por lo que su referente sexual es el porno. La mujer, en cambio, aprende el sexo por otros cauces». Y en un contexto de fin de semana y fiesta, en el que confluye «el consumo de alcohol y porros», algo que «está aumentando mucho sin que estén saltando las alarmas»; «las expectativas de unos y otras ante el sexo son diferentes», igual que los conceptos sobre dónde acaba la libertad sexual. Y chocan tanto, que a menudo acaban en una denuncia. «Los casos de violencia de género en menores están vinculados a la violencia sexual», precisa Bautista. Y van a más «porque no han aprendido el sexo por los mismos cauces» y, a la vez, «la mujer se ha empoderado y ahora denuncia todo, porque solo sí es sí». Pero, según la fiscal delegada, no siempre hay un no. «Nos llegan bastantes chicas que reconocen que no dijeron que no 'porque me quedé bloqueada'. Es algo sobre lo que prestar atención, porque a menudo no sabemos si denuncia porque se arrepintió tras contarlo en casa o a las amigas, o porque realmente no quería, pero no lo expresó ni física ni verbalmente».

La conversación sobre la emancipación femenina nos conduce a la figura de la mujer en el ámbito de la justicia. A la vista está que la teniente fiscal de Gipuzkoa lleva unos lustros desempeñando roles de peso. «Desde que el gobierno de Zapatero aprobó las leyes de paridad, la Fiscalía General del Estado ha ido cumpliendo la norma, hasta el punto de que ya llevamos tres mujeres fiscales generales -Consuelo Madrigal, María José Segarra y Dolores Delgado-, y el 45% de los cargos directivos están en manos de mujeres fiscales. Llevamos ventaja a la carrera judicial, donde los años de bloqueo en el Consejo General del Poder Judicial han hecho que hasta este año no haya habido una presidenta, Isabel Perelló». Pero más allá del acceso al poder, para Bautista la mujer tiene un reto pendiente. «Una cosa es tener la 'potestas', que te la da el cargo; y otra, la 'auctoritas', que te la da el respeto de los compañeros, las instituciones, la sociedad... Y este es un paso que aún le falta dar a la mujer».