Atano X | Pelotari
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Las txapelas del frontón y de la vidaA
tano X en las canchas y Luciano Juaristi fuera de ellas. Tercero de los cinco hijos de Candelaria y Juan Mari, vivió de niño la crudeza de la posguerra en Azkoitia. «Tenía siete años cuando me detectaron una mancha en el pulmón. Me llevaron a Donostia, a la consulta del doctor Urbina, quien confirmó que era tísico. El tratamiento consistía en reposo absoluto y alimentarse bien». Obligado a descansar, Luciano dejó de ir a la escuela. Su madre le mandó un día «a comprar pescado. Benito, el propietario de la pescadería, me propuso llevar los encargos a los bares a cambio de darme pescado para casa. Además, me entregaba una o dos pesetas que, por supuesto, entregaba a mi madre».
Los halagos siempre han estado caros en casa de los Atano. «Mi padre no iba nunca a verme y sus únicas referencias eran las que le daban los pocos amigos que leían el periódico en mi juventud. Uno de ellos le ofreció ir un día juntos a un partido mío en el torneo de Legazpi. Gané aquel día. 'Te he visto porque me ha llevado Joxe', me dijo. '¿Y?', le pregunté. 'Si no haces más que hoy, estás arreglado', me contestó. Siempre hay algo que corregir»
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