Del buzo a la bata blanca
En estos noventa años Gipuzkoa y Euskadi han sabido adaptar y reinventar su tejido económico e industrial a las circunstancias de cada momento
L
a futurista trilogía cinematográfica de 'Regreso al Futuro', estrenada en los cines en los ochenta, predijo que en nuestros días los coches volarían, las zapatillas se atarían solas o que las televisiones tendrían pantallas planas. Incluso avanzaba la evolución de la domótica en las casas y hasta dejaba entrever que en treinta años existiría algo parecido a la actual Alexa. Pero ni el más imaginativo de los guionistas podría haber adivinado la rápida evolución e innovación que ha experimentado la economía en este tiempo, con la irrupción de internet, la inteligencia artificial y los avances biotecnológicos, que también impulsan a la economía guipuzcoana y vasca.
Y si la mirada se hubiera realizado noventa años atrás, los que ahora cumple este periódico, la predicción hubiera sido todavía más difícil, aunque en el caso de Gipuzkoa podría resumirse de la siguiente forma: del mono azul a la bata blanca. O lo que es lo mismo, de la forja y el fuego, a la robótica y el microscopio. La tradicional industria siderúrgica y manufacturera ha ido evolucionando a una producción más sofisticada, que ahora se halla en una profunda transformación tecnológica, con la progresiva innovación y la irrupción de la inteligencia artificial, como nuevas y modernas herramientas que en muchos casos sustituyen al ser humano.
Pedro Luis Uriarte, economista, primer consejero de Economía y Hacienda del Gobierno Vasco, exvicepresidente del BBVA y primer presidente de Innobasque, la agencia vasca de Innovación, tiene conocimientos más que de sobra para resumir todo este recorrido. Y lo hace con un dato «anecdótico, pero muy revelador: cuando yo fui consejero de Economía y Hacienda del Gobierno Vasco, en 1980, comenzamos a hablar de I+D, que entonces suponía el 0,16% del PIB. Muchos de los que nos escuchaban pensaban que era una fórmula química, como la famosa H2O».
Pese a su buena salud, no hay tiempo para la autocomplacencia. Euskadi se halla en una encrucijada, al igual que Europa, ante la pujanza de los países emergentes, con China como punta de lanza, y la primera potencia mundial, Estados Unidos, para no perder su importancia en la economía del mundo y su carácter emprendedor y exportador.
Una seña de identidad histórica, desde siglos atrás, cuando el hierro y las ferrerías se convirtieron en la principal materia prima del País Vasco, lo que permitió superar la economía meramente agraria y sostuvo la actividad del país, gracias también a la fuerza comercial de sus puertos marítimos.
Desde principios del siglo XX, el País Vasco, junto a Madrid, Cataluña o Asturias, fue pionero en aplicar las innovaciones tecnológicas a su ya entonces pujante industria, que en el caso de Gipuzkoa se extendía por las cuencas de los ríos principales, dando inicio a las zonas industriales que jalonan hoy en día todo el territorio, desde Donostia hasta el Alto Deba, quizás la comarca más próspera gracias a la potencia del Grupo Mondragon.
La crisis del petróleo de 1973, por la negativa de los países productores árabes de la OPEP a vender a los aliados de Israel por la guerra del Yom Kippur, supuso el gran frenazo. Este ha sido, quizás, uno de los principales acontecimientos mundiales de la economía en estos noventa años y provocó dudas en el modelo productivo industrial vasco, que acabarían fraguando en la crisis de los 80 y la posterior reconversión industrial. Se vio que el modelo productivo vigente estaba agotado y necesitaba renovarse, y comenzaron, además, a llegar productos fabricados en Asia o Sudamérica que alimentaron la competencia. Una historia que medio siglo después se repite con los chinos.
La reconversión industrial dejó una huella indeleble en la historia de Euskadi. De la mano de la nueva etapa autonómica, con el nuevo Gobierno Vasco ya en democracia, se aprobaron grandes ayudas tras quedarse obsoleta nuestra industria y producirse cierres y despidos, sobre todo en Bizkaia. Se calcula que en toda Euskadi se perdieron más de 150.000 empleos.
La aprobación del Concierto Económico en aquel tiempo ha permitido a Euskadi gestionar mejor sus recursos. Y si alguien conoce la singularidad fiscal en este país ese es Pedro Luis Uriarte, presente en aquellos gobiernos y uno de los 'padres' del Concierto. «Nuestro nivel tecnológico actual hubiera sido imposible sin el Concierto, porque nos ha permitido dedicar muchos recursos a la transformación de nuestra industria y a desarrollar los imprescindibles servicios de primera calidad relacionados con la misma. Hoy vivimos mejor gracias al Concierto», resume.
La mayor presencia de los servicios en la economía vasca y la reinvención de las empresas, por ejemplo en Gipuzkoa, con una mayor diversificación industrial, mejoras tecnológicas, ayudas públicas y afán emprendedor, han colocado a muchas de ellas en posiciones del top mundial en sus sectores. Muchas son 'campeones ocultos', algo típico del carácter reservado de los guipuzcoanos. Grupo Mondragon, CAF, Orona, Ulma, Irizar... y muchas más.
Todo ello pese al indudable impacto de la violencia de ETA y la extorsión económica a la que se vieron sometidas, que tuvo cierto efecto desincentivador de la actividad empresarial.
Ya en el siglo XXI, el cambio de paradigma y el aumento de las exportaciones, no dependiendo solo del mercado español, también han ayudado a seguir desarrollando la industria de Gipuzkoa. Una fortaleza del modelo que permitió a Euskadi soportar mejor los embates de la crisis financiera de 2008 tras la quiebra del banco americano de inversión Lehman Brothers, con una España agujereada por su dependencia del ladrillo. Y ello pese a que los coletazos de la crisis se llevaran por delante a la emblemática Fagor Electrodomésticos en 2013.
Fue un golpe porque atacó a la esencia de la economía vasca, uno de los motores de la economía española, con empresas punteras en Europa y el mundo. Sobre todo firmas y compañías propias, creadas por el esfuerzo, la inversión y la imaginación de los vascos. Iberdrola y el BBVA son quizás las dos más fuertes, mientras que en Gipuzkoa CAF y el Grupo Mondragon son la bandera. No han existido grandes multinacionales extranjeras que hayan copado el territorio, con alguna excepción como Mercedes Benz en Vitoria o Michelin. Madrid siempre ha sido una gran competencia al ser un aspirador de empresas y talento, lo que le ha permitido llevarse a las grandes corporaciones y multinacionales.
Hoy, noventa años después, se apuesta por la tecnología, la innovación o la investigación aunque persisten los problemas de competitividad frente a EE UU, China o India que acucian a toda la Unión Europea. Y el País Vasco avanza hacia una progresiva terciarización de su economía en detrimento de su industria, algo que preocupa a Uriarte. «No va a ser un terremoto, pero sí una constante. Pero es irrenunciable que Euskadi debe ser siempre una economía industrial avanzada, y aspirar a ser siempre la comunidad autónoma más industrializada. Los primeros en el Estado y destacados en la Unión Europea».
Esa industria y esos servicios precisan cada vez de más inmigrantes. La mano de obra que hace noventa años venía de Castilla, Extremadura, Galicia o Andalucía hoy viene de Marruecos, el África subsahariana o Sudamérica, con una sociedad envejecida y un cambio de paradigma hacia un empleo más tecnológico, una industria más automatizada y el progresivo avance de la inteligencia artificial, mientras existen dificultades para reclutar personal en empleos como la construcción, el sector primario o la hostelería.
La prestigiosa catedrática de Economía de la UPV/EHU Sara de la Rica coincide en que «debido a la transición demográfica, vamos a necesitar personas migrantes. Hasta ahora, han complementado en general a la población nativa en empleos que estos últimos no quieren realizar (cuidados, hostelería, construcción, …) y creo que va a seguir siendo así». Esta inmigración suele topar con recelos de la población autóctona. En cualquier caso, la economista explica que «necesitamos una inmigración ordenada para poder absorber bien a esas personas y conseguir una buena integración laboral y social en nuestro país. Y para ello hace falta habilitar contrataciones y formaciones en origen, facilitar la homologación de sus títulos y formarles o recualificarles para el mercado de trabajo español». En este sentido, «es importante que seamos conscientes de la necesidad de acogerles e integrarles, si no, socialmente podríamos afrontar dificultades de cohesión social».
Respecto al impacto de la inteligencia artificial en el empleo, De la Rica se inclina por pensar que «será positivo, aunque sí que habrá sectores que se verán más afectados, pues la IA, sobre todo la generativa, puede sustituir empleos». Y lo mismo pasa con el emprendimiento o el relevo generacional, lo que provoca un goteo de descapitalizaciones y ventas a empresas y fondos extranjeros que el Gobierno Vasco trata de corregir.
Los problemas de la economía futura pasan también por las nuevas formas de trabajar y la conciliación familiar. De la Rica cree que «no hay una respuesta unánime», pues «existen sectores para los cuales el teletrabajo puede suponer un problema y en otros no. Aquellos empleos donde haya mucho trabajo personal, el teletrabajo no supondrá un problema de productividad. Pero otros exigen de mayor contacto presencial, más trabajo en equipo y ahí el teletrabajo podría implicar descensos en productividad. Así que será necesario ir uno a uno por los diferentes sectores para valorar su impacto». Un debate más que es signo de los nuevos tiempos.
Créditos
-
Ilustración Maite Niebla
-
Gráficos Izania Ollo
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