Alazne Zabala | Investigadora en Viralgen

Del baserri a la terapia génica

Quién iba a decirles a los padres de Alazne Zabala (Deba, 1988) que, después de trabajar en el baserri familiar del barrio rural de Lastur durante décadas, su hija terminaría con un puesto en una de las biotecnológicas más afamadas del mundo produciendo terapias génicas para ensayos clínicos y su posterior comercialización. «Desde pequeña me encantaban los animales y todo lo relacionado con la biología. En casa, era mi ama la que llevaba el caserío y mi aita trabajaba en la industria. Imagínate cuando se enteraron de que la niña quería ser bióloga. Ellos pensaban que iba a ser profesora. Evidentemente desconocía lo que eran los microorganismos o la genética, pero de adolescente ya tenía claro que de mayor iba a abrir o trabajar en un laboratorio. Creo que mi amor por esta profesión comenzó ahí. En el baserri. Con los animales. Luego, con el paso de los años, empecé a descubrir todo lo que tenía detrás».

Resulta complicado aterrizar una profesión tan compleja a una persona que jamás ha oído hablar de vectores que se inyectan en el cuerpo, de un organismo vegetal genéticamente modificado o simplemente de un agitador magnético. «A día de hoy mis padres no entienden del todo lo que hago, como muchas amigas de mi cuadrilla. Cuando estaba en el máster o haciendo la tesis ya me costaba hacerles entender en qué estaba trabajando, pero ellos siempre me han apoyado a pesar de que no tenían muy claro hacia dónde iba esta profesión, puesto que nunca habían conocido a nadie con este trabajo. Ahora están muy orgullosos y presumen mucho de su hija. El sector biotecnológico tiene mucha pompa laboral».

Ha pasado un lustro desde que la protagonista de nuestra historia firmara con Viralgen después de licenciarse como bióloga en Bilbao y Madrid, hacer dos másters (en Microbiología y Biología molecular) y una tesis sobre Neurociencias. Después de engordar su currículum y descartar la vía académica e investigadora, Zabala no tardó nada en encontrar trabajo. «Cuando terminé la tesis estuve un mes yendo al laboratorio para finiquitar cosas y dejarlo todo cerrado. Después, empecé a echar currículums, y me llamaron a la semana siguiente. En un mes tenía trabajo. Tuve varias ofertas tanto del sector público como del privado, pero terminé decantándome por Viralgen. Cuando comencé a buscar empleo ya empezaba a sonar el nombre de Viralgen, pero todavía era muy pequeña aunque estuviesen contratando a mucha gente. Me pareció una apuesta muy interesante. Venía de una tesis en la que había puesto en práctica diferentes técnicas y aquí las necesitaban todas. La temática me encajaba muy bien y además estaba más cerca de casa. Todo el equipo estaba muy motivado, ya que por aquel entonces poca gente podía decir que trabajaba en terapia génica. Cuando finalmente entré, me dije a mí misma: 'estoy en un sitio increíble'».

Con una empresa como Viralgen, que se suma al pulmón empresarial del Parque Tecnológico de Miramon y de otros ecosistemas volcados en la innovación a lo largo del territorio, a nadie le pilla por sorpresa que Donostia se sitúe a la cabeza del empleo en I+D. Según señala la Fundación Cotec para la Innovación en un reciente informe, San Sebastián es la capital española con mayor peso del empleo ligado a la I+D, con un 2,34% del total, lo que supone 2.280 profesionales en el municipio dedicados a investigación y desarrollo. Esa proporción sobre el conjunto de los trabajadores era de un 1,57% en el año 2016, lo que da también una idea del progreso en este ámbito y también de la velocidad del mismo en los últimos tiempos. «Las cosas han cambiado mucho en muy poco tiempo. Cuando terminé la carrera en Madrid y me planteé hacer la tesis, las opciones de investigación y biotecnología eran Madrid, Barcelona y Euskadi, aunque obviamente en menor medida. Con el paso de los años, y mientras realizaba la tesis en Bilbao, ya se podía ver que el Parque de Zamudio y el de Miramon en Donostia comenzaban a tener cierta fama, con pequeñas spin-off. Cuando entré en Viralgen hace cinco años la plantilla era de 50 empleados y ahora ya somos alrededor de 400, y esto sigue. Cada vez se está apostando más por nuestro sector. En Euskadi ya no todo es industria».

El objetivo a corto-medio plazo de Viralgen pasa por producir terapia génica para ensayos clínicos. Ahora disfrutan de un nuevo edificio que se enfoca ya en la comercialización del producto, una vez se supera el ensayo clínico, aunque se trata de un proceso en el que hay que avanzar paso a paso. «Queremos desarrollar el producto para ajustarlo a cada enfermedad, ya que cada terapia génica es diferente. No son aspirinas. El producto hay que optimizarlo, mejorarlo y caracterizarlo hasta el último resquicio. Antes de lanzarnos a producir un producto que se va a inyectar en humanos se hace todo este desarrollo inicial en el que yo me encuentro. El departamento en el que yo trabajo se encarga de caracterizarlo. Que la concentración sea la adecuada, que las proteínas que están en el producto sean las que tienen que estar, que no haya impurezas... En definitiva, la calidad del producto».

Una explicación que refleja el alto nivel técnico de una profesión que requiere del talento que buscan las empresas, y que es vital para que Donostia se mantenga como punta de lanza estratégica en la ola innovadora de las terapias avanzadas.