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Una postal «inolvidable»
Crítica ·
De 'queen of pop' la tildaron las voces en off que la presentaron en cuatro idiomas, y cual papisa fue recibida el sábado por sus incontables seguidores. «¡Amaia Montero, te quiere el mundo entero!», clamaba la muchedumbre evocando aquel cántico dedicado a Juan Pablo II. El religioso fervor que despiertan estrellas de su categoría era palpable en la primera velada de Sagüés, máxime cuando la protagonista jugaba en casa y ante un público multitudinario.
«Gabon, Donostia! Esto es un sueño hecho realidad, llevaba mucho tiempo esperando este momento. Es uno de los conciertos más especiales de mi vida y el más especial en lo que llevamos de gira», confesó tras un arranque rockerísimo con 'La boca del lobo' y 'Contigo no me voy'. Acometió 'Palabras' en tono de balada que fue escalando en intensidad y dio paso a la popera 'Inevitable' para continuar con 'Por tí', extraída del reciente 'Nacidos para creer' (2018), disco repasado al completo con dos excepciones: 'Final feliz' y 'La enredadera'.
Pero también quiso retrotraerse a sus inicios en solitario con el medio tiempo acústico 'Quiero ser', incluido en su debut homónimo de hace diez años. Por un instante planeó la sombra del malogrado concierto de hace dos meses en Cantabria: por fortuna, la actuación no llegó ni de lejos a los extremos que reflejan los vídeos que entonces mostraron a una Amaia desnortada y desafinada, pero sí pudo haber algún problemilla técnico que hizo que Montero, que se quitaba y se ponía el pinganillo, cantara en un tono diferente al de la banda.
Aunque su voz tiende a moverse entre el desgarro y la estridencia, todo pareció resuelto en la siguiente canción, 'Parte de mi vida'. En 'Mi Buenos Aires' flirteó con el rap sobre bases programadas y subrayó un verso a modo de declaración de principios: «Que no es tan grave perderlo todo cuando hay tanto por ganar». Fue, según confesó, la primera canción que compuso para su último álbum a modo de guiño al público latino que tanto la quiere y que siguió masivamente la función al otro lado del charco gracias a las redes sociales. Después se arrimó al pianista para cantar, casi al desnudo, 'Vistas al mar', y proseguir con la impetuosa 'Revolución', muy 'raphaeliana'. «Igual ha calentado la garganta», comentaba a su novia un aliviado fan, complacido al escuchar a la irundarra en todo su esplendor.
«No hay mejor lugar en este planeta para cantar esta canción», proclamó frente a la Zurriola antes de abordar 'La playa', el primer tema de La Oreja de Van Gogh que sonó anteanoche. Entonces los teléfonos móviles que registraban los movimientos de la artista se multiplicaron exponencialmente y también lo hicieron las voces de la audiencia que corearon cada estrofa al unísono. En 'Yo a ti también' los músicos de la banda dieron un paso al frente y ganaron protagonismo frente a una lideresa que, tras 'Ave Fénix', advirtió de que el concierto finalizaría con 'Azul eléctrico' y 'Me equivoqué'.
Para regocijo del respetable regresaron con tres bises. «No nos podíamos ir, esto es una postal inolvidable», dijo Amaia contemplando una bella estampa en cuyo horizonte lucía el Kursaal iluminado. Tras 'Puedes contar conmigo', otro aplaudidísimo clásico de su antiguo grupo, cantó el nuevo himno 'Nacidos para creer', en el que manda a paseo a quienes hablan de ella sin tener ni idea. Y la despedida fue, efectivamente, memorable, ya que Montero invitó a saludar al escenario a Pablo Benegas, excompañero de La Oreja con quien se fundió en un emocionado abrazo diez años después. Muy celebrado por la excitada concurrencia, el gesto de ambos corrió como la pólvora en internet y disipó cualquier sospecha de enemistad entre LOVG y su antigua cantante. Lástima que Benegas no se animara a tocar la guitarra en 'El 28', la canción con la que hace dos décadas comenzó todo y con la que Amaia cerró un círculo para, quién sabe, dar paso a futuras colaboraciones entre ambos referentes del pop donostiarra.
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