El tren pasa dos veces y la prensa tiene mil usos

De nuevo una mañana de toros. La segunda de la Feria de Illunbe 2018. De nuevo los aficionados haciendo corrillos en los patios frescos, a la espera del apartado de los toros soñados de El Parralejo, cuatro negros y dos castaños. Dos casi cinqueños. Ninguno tan ¿viejo? ¿mayor? como 'Pastoso', ese sobrero de Salvador Domecq negro burraco listón gargantillo que permaneció en los corrales donostiarras toda la Feria de 2017 y, como cumplirá los seis años en noviembre de este 18, pocas oportunidades le quedan de salir al ruedo. Es ahora o ya nunca. 625 kilos pesa y acaso acabe corriendo en alguna calle mediterránea.

En compañía de Julián Briones, aficionado y guardián de las puertas de los patios de la plaza, los aficionados bebían las palabras de Curro Díaz padre, caballero enjuto, fibroso, moreno y andaluz. Su hijo, también fino de estampa, también Curro de nombre, también jienense, haría el paseíllo de la segunda de feria de Donostia desmonterado porque nunca había lidiado toro alguno en esta plaza. A pesar de haber cumplido el 20 de mayo los 44 años. A pesar de haber arrebatado hace años a Las Ventas. De haber toreado en Barcelona, hasta que Barcelona dejó de ser ciudad taurina. A pesar de no haber faltado ni una temporada en Linares. A pesar de tanto Miura toreado. Tanto Vitorino. Tanto toro duro y mitológico. Y sin embargo, decía su padre, que ha trabajado en la administración del Hospital de los Marqueses de Linares donde murió Manolete aquel 29 de agosto de 1947, no es cierto que los trenes pasen una sola vez en la vida, en tu vida. Pasan más; dos, tres, muchas. Sucede, simplemente, que hay que estar dispuesto a cogerlos en marcha. Los dos Curros han tomado unos cuantos así. El hijo, mientras,templaba su torero y se hacía lidiador grande.

Entendió bien ayer cuánto podía ofrecerle el toro que abrió plaza, ese 'Malasombra' negro zaino de 510 kilos. Tenía escasas las fuerzas pero metía bien la cara y si le mantenía la muleta a media altura, 15 pases buenos si lograría Curro, hijo de Curro. Y los logró. Pases de alguien que se sube a los trenes de mercancías saltando al estribo. Curro, al que se le nota la torería hasta cuando ensaya una verónica sin toro, dió a 'Malasombra', con una media estocada poderosa, una de esas muertes cargadas de belleza. El toro empezó a morir en los medios y sin entregarse, se marchó cargado de muerte hacia las tablas acompañado con elegancia por su matador y sus toreros de plata. En su segundo toro de este tren que le depositó en Illunbe, el hijo de Curro Díaz toreó en redondo con como se debe, dominó la poca gracia de 'Malicioso', 610 kilos brutos, y paseó una oreja honradísima.

En la segunda mañana de la segunda tarde de Illunbe, mientras los aficionados de bien se dirigían al apartado y discutían la capa de 'Justiciero' que era castaño claro listón bocidorado lavado, los picadores de Curro, López Simón y Adame cumplían en los interiores del patio de arrastre el rito de la elección de sus puyas y sus varas. De pronto, 'Toby', monosabio donostiarra con buena mano, también, en el arte de preparar un café (con leche), abandonó la reunión de los varilargueros y se dirigiói a los presentes pidiendo ¡periódicos!

Germán González, Luis Viloria, Ángel Rivas, Tito Sandoval y Héctor Piña, que a lomos de 'Destinado', 'Ulysse' y 'Lancelot' picarían a los Parralejo, necesitaban trozos de celulosa tintada para que la puya encajase en la vara. En el rincón de la cuadrilla de Bonijol aparecieron ejemplares de 'El Diario Vasco', 'Sud Ouest' y 'L'Équipe'. Se recortaron y enrollaron las hojas con arte y los periódicos, como en San Fermín para el encierro, volvieron a ser imprescindibles en el planeta del toro.