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El público nunca faltaba en las aún novedosas carreras de caballos. KUTXATEKA / FOTOCAR / RICARDO MARTÍN

1918. Encantos «un poco bulliciosos»

Aquellas semanas de antaño ·

MIKEL G. GURPEGUI

Lunes, 13 de agosto 2018, 09:28

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Ya estamos dentro de la que se llama en toda España la 'semana grande' de San Sebastián. Cuantos alguna vez hayan disfrutado de sus encantos, tal vez un poco bulliciosos, no la olvidarán mientras les quede un soplo de vida».

Se ponían estupendos en 'La Voz de Guipúzcoa' el 11 de agosto de 1918 y empezaban así un repaso a la Semana Grande, una 'guía del forastero' decían ellos, que podemos utilizar un siglo después para conocer cómo era aquella Aste Nagusia.

Para empezar, echaban en falta a los visitantes franceses, ausentes de la ciudad por la Gran Guerra: «Por quinta vez faltan a ella los simpáticos vecinos de allende la frontera, que daban a nuestra ciudad la nota pintoresca, como hoy dan al mundo entero ejemplo de heroísmo, abnegación y patriotismo».

«Por lo demás... bien. San Sebastián, sus aledaños y sus alrededores, están llenos hasta el rebose, y encontrar una habitación decente y donde quepa una cama es tarea más difícil que saber de cierto qué es de Belmonte».

Las caprichosas idas y venidas de los toreros hacían que los carteles variasen. En aquella 'guía del forastero' llegaban a decir: «En la plaza de toros va a haber cuatro corridas, con veintiséis toros. Se darán hoy, el jueves, el sábado y el domingo próximos. No nos atrevemos a lanzar nombres de toreros, porque suelen cambiarse cada media hora». No exageraban tanto. En la plaza del Chofre, inaugurada quince años antes, hubo de sustituirse al anunciado Belmonte y, a última hora, falló también Joselito, con un cólico provocado por ingerir «chipirones con agua» (?).

«En teatros, podemos ofrecerles no sólo completa variedad, sino lo mejorcito de cada género», afirmaban sobre la oferta de los escenarios del Victoria Eugenia, Bellas Artes -con Raquel Meller-, Miramar y teatro Colón de Gros, con sus «varietés españolas».

El Gran Casino de Alderdi-Eder seguía cien años atrás a toda marcha. «En el Casino, no hay que hablar, porque allí hay cuanto se quiera pedir: conciertos artísticos dirigidos por Arbós, otros más populares a cargo de Larrocha, teatro hecho por Vilches y sus artistas; varietés 'de campanillas', cotillones, bailes de niños y toda clase de atracciones para el forastero. También habrá fuegos artificiales a cargo del pirotécnico de la casa, Poli Lecea».

De mantecado

  • Para el día 15 «Habrá música y cohetes por doquier. Conciertos diurnos y nocturnos, teatros, cines, iluminaciones, colgaduras, partidos de pelota, toros, pot-pourri en el Boulevard, cantos de España; y una banda se encargará de distraer a la gente joven» ('El Pueblo Vasco').

Sí, lo que hoy son fuegos artificiales multitudinarios e internacionales eran entonces colecciones más modestas a cargo del Gran Casino.

Inaugurado seis años antes, el centro de ocio del Monte Igueldo, con su casino, su restaurante y, claro, su funicular, tenían también su protagonismo en la Semana Grande: «No necesitaremos descubrir a los forasteros las excelencias de Igueldo. Cerrado Ulía, Igueldo es el principal pulmón de San Sebastián. Allí se come bien, se ve una enorme cantidad de agua, se disfrutan unas vistas como no las hay ni en Suiza y además hay el aliciente de poder ver un torpedeamiento».

«Mujerío estupendo»

El último punto destacado de aquel repaso era, por supuesto, el Hipódromo donostiarra, que aún era novedad. Llevaba funcionando desde el verano de 1916 y «durante la semana grande -de ocho días- en el Hipódromo habrá carreras hoy, el martes, el jueves y el domingo 18».

Según un artículo posterior de 'La Voz de Guipúzcoa', el temor a que no existiese público suficiente para llenar el Chofre y el Hipódromo se disipó: «¿Hay por ahí todavía quien sostenga que hay menos gente que otros años en San Sebastián? Si todavía lo hay, era cosa de haberle llevado en un auto al Hipódromo y desde allí a la plaza de Toros, pasando por el Casino, para que se hubiera convencido de su 'craso' error. La corrida no hizo mella en las carreras: nos equivocamos al suponer lo contrario (...). El Hipódromo estuvo ayer tan animado como cualquier otro día festivo y hubo un mujerío estupendo, que compensaba con creces la amargura de no poder ver las 'hechuras' de los toreros».

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