«Cuidan de nuestros hijos mientras nos integramos»
Premio Voluntariado ·
El proyecto Txiki Txoko ayuda a mujeres inmigrantes mientras buscan trabajo o nuevas oportunidades. «Es un proyecto que te cambia la vida», dicen los voluntariosEl ambiente que se respira en las oficinas de Txiki Txoko, en el barrio de Amara, es familiar y alegre. Y no es para menos, ... ya que este proyecto, que se encarga de ayudar a mujeres inmigrantes con el cuidado de sus hijos y con actividades que fomenten su integración en un país diferente, reciben hoy –coincidiendo con el Día Internacional del Voluntariado– el premio que la Diputación Foral de Gipuzkoa entrega cada año a una iniciativa solidaria. Txiki Txoko va a galardón por década –en 2015 recibieron la medalla del mérito ciudadano– y bromean con ganar el Nobel en 2035. Esta es la ilusión de mujeres como María Magdalena, hondureña de 41 años, que empezó en el programa como usuaria y ahora colabora en ella. «Los voluntarios cuidan de nuestros hijos mientras tú te integras», agradece.
El proyecto nace de la necesidad de ayudar a mujeres que han dejado su país de origen y que buscan en Euskadi un futuro mejor. «Buscamos acompañar a personas que están solas y que no tienen el apoyo de sus familias. Son madres que quieren salir adelante y no estar estancadas limpiando casas, sino algo más, buscarse un futuro mejor», continúa Estefanía Carrasco, hondureña de 39 años que tuvo la primera toma de contacto con Txiki Txoko en 2022. Le habían hablado de la iniciativa, pero no fue hasta que se quedó embarazada de su tercer hijo que decidió tocar las puertas de la asociación. «Tuvo problemas de salud y no podía llevarlo a una guardería donde hubiera muchos niños. Además, se me acababa la baja y no podía permitirme una cuidadora, así que vine y me echaron una mano durante tres meses», explica. Desde entonces, por «agradecimiento», colabora en este proyecto como voluntaria.
«Es un premio muy merecido. No mucha gente conoce el proyecto pero nos cambia la vida a las mujeres inmigrantes»
Estefanía Carrasco
Voluntaria y exusuaria
María Magdalena, la amiga que le habló por primera vez del proyecto, lo conoce muy bien. De hecho, fue una de las tres personas que ayudó a fundarla. «Txiki Txoko surgió para que mujeres como nosotras, inmigrantes que no contábamos con apoyo familiar y que teníamos nuestros propios problemas y dificultades, pudiéramos tener la oportunidad de progresar, de estudiar y de trabajar», explica esta madre de tres hijos.
Para ella, la creación y desarrollo de Txiki Txoko, al igual que su vida, ha sido una «gran aventura». «Mi marido vino antes a Gipuzkoa para ir asentándose y me quedé en Honduras con un hijo de un año y una hija de diez meses». Pasaron cinco años hasta que pudo reunirse con él en Donostia y, dos meses después, su vida «cambió por completo». «Me quedé embarazada de mi tercer hijo, y todavía no tenía ni papeles ni nada. Era algo que no me esperaba y, como no teníamos dinero, me tuve que buscar la vida para cuidar a mi hijo e ir buscando formas de regular mi situación, ya que en ese momento las guarderías costaban dinero». Ese año conoció Cruz Roja, donde tuvo la oportunidad, junto con otras madres recién llegadas, de participar en un proyecto que posteriormente derivó en la creación de Txiki Txoko.
«Una segunda familia»
María, como una de las fundadoras, sabe mejor que nadie lo que supone un premio como el que van a recibir hoy en el edificio Tabakalera. «Ha sido un progreso complicado. Por ejemplo, Txiki Txoko estuvo cerca de desaparecer en pandemia... Fueron tiempos difíciles, pero salimos adelante con mucho esfuerzo. A pesar de todo, volvería a fundar este proyecto una, dos y hasta diez veces», sentencia.
La ilusión se deja notar en el rostro sonriente de Estefanía Carrasco, que ayuda a Txiki Txoko organizando talleres de cocina, clases de surf, de natación o llevando a las familias en coche cuando necesitan transporte. «El premio me ha sorprendido porque no es un proyecto que conozca mucha gente, pero sin duda es muy merecido. Las voluntarias nos han ayudado mucho, no solo cuidando a nuestros hijos, sino que también nos aportan a nosotras. Aquí estamos gente de Marruecos, Nicaragua, Honduras... y lo mejor de esta iniciativa es la acogida. Confiamos en las voluntarias y son como una segunda familia», añade Magdalena. «Si alguna usuaria viene de fuera y necesita ayuda para aprender el idioma, ya sea castellano o euskera, los voluntarios también nos encargamos de dar clases de refuerzo para facilitar su integración», ejemplifica.
«Lo mejor de Txiki Txoko es la acogida. Ayudamos a madres recién llegadas desde Marruecos, Nicaragua, Honduras...»
María Magdalena
Voluntaria y exusuaria
El reconocimiento también ha sido recibido con alegría por Arantxa de la Piedad, donostiarra de 77 años que fue voluntaria desde 2008 hasta 2020. Pese a estar desligada del proyecto desde hace un lustro, confiesa que no ha podido distanciarse por completo. «Al final la gente que he conocido aquí me han hecho cambiar. Por eso me alegré mucho cuando me enteré a través del periódico de que habían recibido un premio de la Diputación. Las mujeres que están aquí de verdad quieren progresar y trabajar en Gipuzkoa. Pese a todas las dificultades son luchadoras que se buscan la vida para sacar adelante su familia».
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