Isak sigue a rajatabla el manual del buen suplente

No es fácil llegar a la Liga, uno de los campeonatos más fuertes y exigentes de Europa, y hacerte un hueco siendo un crío de 20 años. Pero Isak lo está consiguiendo. A pesar de que algún ilustre comentarista televisivo comentó hace unas semanas que «no estaba aún hecho físicamente y que tiene las piernas demasiado largas», el espigado delantero nórdico de ascendencia eritrea ya suma dos goles en 309 minutos repartidos en 10 encuentros.

El primer tanto -oficial- lo marcó en Cornellá ante el Espanyol. El sueco, como ayer, salió del banquillo en la segunda parte, robó un balón y la clavó al palo largo tras una gran carrera con campo por delante. Ayer en Balaídos el ex de Borussia Dortmund o Willem II alteró el curso del choque gracias a su velocidad, a su capacidad para asociarse, a su movilidad y, sobre todo, a su instinto asesino para el gol.

La jugada del tanto, obrada en el minuto 81, define bien qué cosas puede hacer Isak en un terreno de juego. Con la escuadra txuri-urdin ya en superioridad numérica y Diego Llorente controlando el cuero en campo rival, Isak ya está fijando a los centrales, preparado por si hay que mover alguna pieza en el tablero. El central madrileño encuentra por dentro a Odegaard, y ahí es cuando el sueco despierta y tira un ligero desmarque para encontrar en la línea que delimita el área el pase filtrado por el mediapunta noruego, poniendo el cuerpo entre Aidoo y Beltrán. Se da la vuelta y la pone de vicio con la izquierda -su pierna mala, como contra el Espanyol-, medio cayéndose, en el palo derecho, inalcanzable para Blanco. El único tanto del encuentro llevó su firma, e incluso pudo haber sumado uno más, pero se encontró al borde del descuento con la rápida respuesta del portero rival.

La otra cara de la moneda ayer en Vigo llevaba el rostro de Willian José. El brasileño, algo gris, no tuvo su mejor día y así lo evidenció al ser sustituido por Isak. El punta realista, con 0-0 en el marcador y con superioridad numérica, abandonó el campo andando, sin ninguna prisa y con cara de pocos amigos. Lo segundo se puede entender, lo primero no es de recibo, porque perjudica al equipo.

Además, una vez fuera del verde reventó con violencia dos botellas de agua contra el suelo en el banquillo, dando por sentado que estaba muy enfadado y provocando reacciones de incredulidad entre los miembros del banquillo. La reacción fue desmedida. Queda por saber si el cabreo era por haber sido, otra vez, el primer cambio, o por el partido que había realizado. Tiene una charla pendiente con Imanol en su despacho.