La mejor de la temporada
Libre directo ·
Victorias como la de ayer, cuando no juegas bien, son las que al final marcan la diferencia y llevan a un equipo a los puestos europeosLa victoria de ayer es el ejemplo claro de lo que es competir. Muchas veces nos quejamos de que la Real Sociedad no sabe hacerlo. ... Ayer lo hizo y de forma sobresaliente. No tuvo buen día en lo que a la creación de juego se refiere; perdió más balones de los que acostumbra; estuvo más imprecisa que otras tardes; no sacó rédito al balón parado -tuvo veinte faltas y siete córners a favor-, pero se llevó un triunfo limpio producto de ese saber hacer que siempre necesitas cuando no tienes el día.
Un gran triunfo, y por cierto, tres puntos de oro que ratifican el buen comienzo del equipo. Una victoria de mérito, de esas que al final son las que marcan la diferencia, de las que mejor sabor te dejan, porque normalmente cuando juegas bien ganas, pero cuando no lo haces tan bien, no. Ayer la Real no estuvo fina, pero compitió bien, se esmeró en el esfuerzo y concedió muy poco atrás, solo dos ocasiones a Santi Mina de cabeza y un solo tiro entre los tres palos en todo el partido. A partir de ahí y, a pesar de todo, teniendo la calidad que atesora la plantilla de Imanol, es muy probable que en alguna acción encuentres el gol. Y la Real lo encontró. Un golazo, por cierto.
Es verdad que el partido se desniveló con la expulsión, pero no lo es menos que el Celta se tuvo que quedar antes con diez jugadores y luego con nueve. Las dos amarillas a Cheikh son claras. Hugo Mallo, sin embargo, tuvo que ver antes la roja -oscura además- por una entrada violenta a Oyarzabal en la que, lejos de querer jugar el balón, fue a derribar al realista, además con una altísima probabilidad de hacerle daño, de lesionarle. Le metió los tacos con violencia en la parte interna de su rodilla derecha, pero el colegiado, al igual que sucediera el domingo pasado en la entrada de Javi García a Odegaard, solo le amonestó. Y el VAR volvió a mirar para otro lado.
Las notas
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Lo mejor. En un día de juego discreto la Real solo concedió dos ocasiones y un tiro a puerta.
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Lo peor. Que a Willian no le guste que le quiten es normal, pero su reacción está fuera de lugar.
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El dato. El Celta debió acabar con nueve; Mallo mereció la roja por un entradón violento a Oyarzabal.
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La clave del partido. Escribá se pasó toda la semana pidiendo a su equipo que hiciera más faltas; las hizo y...
Lo de las faltas del Celta, en todo caso, no fue una casualidad. Le he escuchado esta pasada semana a Escribá quejarse amargamente de que su equipo en el último partido solo había hecho cinco faltas. No se quejaba ni hablaba de si jugaba bien. No. Pedía agresividad y que sus jugadores hicieran más faltas. Dicho y hecho. Antes de que se cumpliera la media hora el conjunto de Balaídos ya había hecho ocho y al final del encuentro llegó a las veinte. La lástima es que la Real Sociedad tampoco acertó ayer con el balón parado, porque no creó ningún peligro ni en los libres directos ni en los saques de esquina.
Los pies en el suelo
Ya les he explicado los motivos por los que la victoria de ayer es la que mejor me ha sabido de lo que va de temporada. Además, ver a la Real cómo se maneja en el campo, ver que es tercera con 19 puntos en diez jornadas, con tres victorias a domicilio y siendo el único equipo de la parte alta que lleva cuatro partidos en su campo y seis fuera, invita a disfrutar y nos lleva al optimismo, no cabe duda. Pero hasta ahí. Ahora más que nunca hay que tener los pies en el suelo, mantener la humildad y el esfuerzo y apretar para que Anoeta sea coto privado para el rival. Y ya saben. Es mejor no hacer cuentas. Disfrutar. Y seguir.
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