Vigo siempre invita a soñar
Desde mi córner ·
La Real mostró más entereza que el Celta en mitad del descontrol y trabajó mejor que nunca sin balónGalicia, tierra de meigas y de todo tipo de lluvias, pero también de zares y príncipes, siempre ha sido un lugar donde soñar en grande ... para el aficionado de la Real Sociedad. Imaginó en su día ganar toda una Liga y después hasta en dos ocasiones con volver a Europa. Vigo nos recuerda cada temporada lo que pudo haber sido y no fue en la historia txuri-urdin, como si Balaídos se hubiera convertido en un campo casi maldito. Hoy, la Real no pelea por ganar el campeonato, pero las palabras de Imanol Alguacil al término del partido bien las podrían haber pronunciado Ernesto Valverde o Zinedine Zidane: «Si al final queremos estar arriba hay que saber ganar este tipo de partidos».
La Real ganó de la forma que lo hace un equipo campeón. Sin brillo y sacando provecho a las pocas ocasiones que generó. Que la victoria no impida ver el bosque y no oculte el inmenso trabajo de los realistas sin balón. La tarea defensiva fue crucial para que el Celta no se adelantara en el marcador, en un día en el que la elaboración ofensiva se vio comprometida debido a la buena disposición del rival. El prolongado lamento de Pape Cheikh tumbado sobre el césped de Balaídos segundos antes de ver la segunda cartulina amarilla fue la imagen significativa de un encuentro que a raíz de la expulsión tomó un aspecto bien distinto.
Hasta entonces la Real se las arreglaba bien para sacar por lo menos un punto de Vigo. Los locales, apretados por la urgencia de sumar puntos y alejarse del precipicio, actuaban de una manera reconocible. Con dos referencias claras, Iago Aspas y Santi Mina, la escuadra celeste buscaba robar en zona adelantada, o bien saltar al contraataque con carreras a la espalda de los defensores blanquiazules. A pesar de contar con jugadores talentosos como Denis Suárez o Brais Méndez, el conjunto vigués creó más peligro gracias a los centros laterales de Olaza y los envíos largos. Llorente y Le Normand lo agradecieron. A excepción de algún desajuste, mantuvieron bajo control a Aspas y Mina. Las continuas ayudas de Zaldua y Monreal en los costados y de Zubeldia por dentro facilitaron la labor de los centrales. Oyarzabal también colaboró con una gran cobertura defensiva poco antes del descanso.
En ataque la historia era otra. El Celta cerró muy bien por dentro formando un cuadrado imaginario compuesto por Lobotka, Pape, Araujo y Aidoo que dificultaba la labor de Odegaard. La Real construía mejor sus embestidas por fuera. Zaldua y Merino mostraron en un par de ocasiones el camino que daba resultado en fase ofensiva, pero los realistas no llegaron a explotar estas vías. El primer disparo a puerta de los blanquiazules llegó en el minuto 64. Lo realizó Oyarzabal y la pelota la atrapó sin problemas Rubén Blanco. Nadie conseguía hacerse dueño de la posesión, pero los de Imanol Alguacil mostraron mayor entereza en mitad del descontrol.
La entrada de Pape Cheikh a Zubeldia fue el reflejo del nerviosismo que empezaba a asomar en la parroquia gallega. Con más de veinte minutos de juego por delante, a la Real se le abrió el cielo de Vigo. La brecha del cuadro celeste se originó de forma muy oportuna en la zona de influencia de Odegaard. Demasiado beneficio para que no supiera aprovecharlo el noruego. Poco más de diez minutos tardó en aparecer el '21' txuri-urdin a escasos metros del semicírculo del área rival para filtrar una asistencia decisiva a Isak.
El conjunto blanquiazul alcanzó por momentos el coliderato de la competición, pero el Granada se encargó de devolver a la Real Sociedad a la tierra. O lo que es lo mismo: la tercera posición. Es inevitable que el aficionado blanquiazul siga soñando cada vez que su equipo visita Vigo. Si no es el pasado, es el futuro.
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