Un todo impecable
Crítica | Mahler Chamber Orchestra ·
La pulcritud, la musicalidad y, sobre todo, la compenetración marcaron el concierto inaugural de la Quincena en el Kursaal. Todos los músicos -cada uno de ... los miembros de la Mahler Chamber Orchestra, el pianista Seong-Jin Cho y el maestro Jacob Hrusa- mostraron un nivel artístico excepcional que se acrecentó con la capacidad de empatizar entre ellos en el objetivo común de ofrecer la mejor música. Y como no podía ser de otra manera, la unión de su profesionalidad, sensibilidad y su deseo de compartir su disfrute con el público tuvo un resultado impecable.
Con una orquesta de menos de cincuenta componentes cualquier pequeña fisura es mucho más visible que en un gran conjunto sinfónico y aunque parezca una paradoja es más complicado empastar y obtener un sonido redondo. La Mahler Chamber Orchestra dominó este aspecto hasta hacernos llegar a confundir la procedencia de su redondo sonido, construido con una cuidada suma de timbres instrumentales, a cual más bello, desde el Mendelssohn inicial. Nos dio, asimismo, una lección de matices, con reguladores exprimidos hasta los límites que permite la música del creador alemán. Estas mismas cualidades y la delicadeza, así como el intimismo que proporciona interpretar una sinfonía de Beethoven con una orquesta de este tamaño, convirtieron la segunda parte también en un regalo de claridad en la 'Sinfonía nº 4'.
Entre las dos obras se pudo disfrutar de un Chopin que rozó la perfección, si esta existe. No hubo lugar a histrionismos, amaneramientos propios de las versiones más edulcoradas de su música y sí una comprensión total de su 'Concierto nº 1' desde el dominio absoluto de la obra. Hablamos del pianista Seong-Jin Cho, de ataque exiquisito, precioso y rico sonido, pero también de una orquesta que lo acompañó con una expresividad inhabitual gracias también a un magnífico maestro.
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