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Asier Illarramendi estaba eufórico sobre el mismo césped de Anduva una vez acabado el partido. FÉLIX MORQUECHO
Enfermería

La Real Sociedad, a la final de Copa: Illarramendi se une a la fiesta en la recta final de temporada

El mutrikuarra está muy recuperado de su lesión en el tobillo izquierdo y la próxima semana se unirá al trabajo con el resto de los compañeros

Miguel González

san sebastián.

Viernes, 6 de marzo 2020, 07:19

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Si había una persona feliz sobre el césped de Anduva a la conclusión del partido era Asier Illarramendi. El capitán blanquiazul, que lleva seis meses apartado de los terrenos por una grave lesión de tobillo, celebró por todo lo alto la clasificación para la final de Copa, un sueño imposible para aquella generación que devolvió al club a Primera y que tanto él como Zurutuza verán cumplido el 18 de abril. Ninguno de los dos pudo ser partícipe de la gesta como hubieran querido, de corto sobre el campo, pero su peso en el vestuario se dejó sentir antes, durante y después del encuentro.

Illarramendi ejerció de capitán y nada más llegar a Anduva se le vio charlando sobre el verde con distintos jugadores. Un rato con Willian José, otro con Guevara, con Sangalli... Se trataba de transmitir confianza a los compañeros y aportar su veteranía, no en vano, ya hace más de diez años de su debut con la Real y la experiencia es un grado. En su etapa en el Real Madrid participó en la conquista de una Champions, una Supercopa de Europa y una Copa, aquella de 2014 que resolvió Bale ante el Barcelona y en la que jugó los últimos minutos.

Ahora el infortunio le ha robado la posibilidad de ser protagonista en este histórico éxito txuri-urdin, pero no arroja la toalla y Illarramendi espera aportar su granito de arena en el tramo final de temporada. Su rostro de felicidad en Anduva denota que no solo en lo colectivo le van bien las cosas, sino que en lo personal también ve la luz al final del túnel.

El mutrikuarra tiene previsto unirse a los entrenamientos con el resto del grupo a partir de la próxima semana, en lo que representa una excelente noticia. Principalmente porque las sensaciones que está teniendo son muy buenas y su tobillo izquierdo responde a la perfección. Y eso que lleva dos meses forzándolo con un entrenamiento individualizado sobre el césped que ha ido de menos a más, hasta completar sesiones de más de ocho kilómetros de distancia. Ahora le queda la última fase de la recuperación, la de unirse al grupo y adquirir el ritmo necesario para volver a competir.

Entre el 5 de abril y el 24 de mayo hay nueve jornadas de Liga y la final de Copa, y podría estar listo para echar una mano al equipo

En el cuerpo técnico hay optimismo acerca de su participación en el tramo final de temporada. Entre el 5 de abril y el 24 de mayo, cuando concluye la competición, el calendario se comprime con la disputa de hasta nueve jornadas de Liga y la final de Copa, en las que podrá echar una mano. Después de un curso tan cargado nadie andará sobrado a esas alturas y la aportación de un futbolista de su calidad puede ser importante. Sabiendo que antes tiene que adquirir ritmo y recuperar sensaciones.

Seis meses parado

Illarramendi se lesionó de gravedad el 30 de agosto en el derbi jugado en San Mamés. Fue al sufrir un resbalón cuando disputaba una pelota con el donostiarra Unai López. Sus gestos de dolor revelaron desde el principio que se trataba de un percance de importancia por mucho que el primer parte médico del club hablara solo de «un fuerte esguince de tobillo». En cuanto se le realizaron las pruebas médicas los peores augurios se cumplieron: «fractura a nivel distal de peroné izquierdo».

El 2 de septiembre fue intervenido quirúrgicamente de una «fractura transindesmal del peroné izquierdo» por los doctores Fernando García de Lucas y Gloria López en el Hospital FREMAP de Majadahonda (Madrid). En la operación se le redujo la fractura del peroné pero se le practicó también una artroscopia del tobillo para valorar el estado de la articulación y la integridad del ligamento, en la que se le descubrió una lesión del ligamento deltoideo y de la sindesmosis, que ha sido lo verdaderamente grave de este capítulo. El ligamento sindesmal o sindesmosis es el que sujeta la tibia y el peroné, de ahí su importancia, porque cuando se rompe crea una grave disfunción mecánica al quedar ambos huesos sueltos entre sí.

Se le implantó un tornillo transisdesmal, que le fue retirado cuando el ligamento cicatrizó a los dos meses, lo que le obligó a estar ese tiempo sin apoyar el pie izquierdo para evitar que el tornillo se rompiese o pudiese causar alguna fractura en esos dos huesos. Una vez que se lo quitaron empezó su verdadera recuperación, primero con trabajo con los fisioterapeutas, después con ejercicios de fortalecimiento de la articulación y, a partir de enero, con carrera continua por Zubieta. A partir de la próxima semana su regreso estará más cerca.

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