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Agradecido a la afición. Imanol corresponde al apoyo de los seguidores realistas al acabarla semifinal copera en Anduva. FÉLIX MORQUECHO

Imanol Alguacil: hijo de Orio, héroe del pueblo guipuzcoano

Cercano, trabajador y pasional. Así califican al técnico de la Real Sociedad en Orio, donde nació, reside y hace vida como un vecino más

Oskar Ortiz de Guinea

San Sebastián

Viernes, 6 de marzo 2020, 07:27

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Resulta imposible encontrar en Orio a alguien que imaginara que aquel chaval al que se le caían los goles en el Orioko acabaría siendo entrenador de fútbol. Y mucho menos que algún día se sentaría en un banquillo para hacer soñar a la Real Sociedad y a toda la afición txuri-urdin con conseguir el título de Copa el próximo 18 de abril en La Cartuja.

Tan complicado es eso como dar con alguien que hable mal, en su localidad natal, de Imanol Alguacil Barrenetxea (Orio, 4 de julio de 1971). El hombre que a base de recorrer la banda de Atotxa logró que muchos oriotarras se aficionaran a la Real y no tanto al Athletic, el equipo que predominaba en los años 70 y 80 en buena parte de la sociedad arrantzale, «tal vez por el vínculo forjado en la mar con la flota de Ondarroa», señala

«Nadie le ha regalado nada», aseguran en Orio. «Ni cuando era jugador, ni luego como entrenador». Ibon Huegun, expresidente de Orio Arraunketa Elkartea y amigo de Imanol desde que ambos comenzaran a dar patadas al balón en el infantil del Orioko. «Puedo asegurar que Imanol es ahora la misma persona ahora que hace 10, 20 o 30 años. No ha cambiado». La opinión de Huegun la comparten sus paisanos.

Tercero de siete hermanos

A juicio de quienes le conocen, que optan por el anonimato, Imanol «nunca ha olvidado su origen». Es el cuarto de siete hermanos y en su casa, en el número 15 de Antxiola kalea, en la conocida como Dikeko aldapa, nunca anduvieron sobrados. Su padre, Ángel, fue camionero transportista, y su ama, Ana Mari, murió pronto, por lo que su amona materna, María, y una tía, Lurdes, pasaron muchas horas con la familia.

El deporte siempre estuvo muy presente. El mayor de la saga, Juan Ángel, fue un atleta aún en el top-10 guipuzcoano de 800m y 1.500m y el único que no fue futbolista como Jose Martín –actual entrenador del Orioko femenino–, Inaxio y Jose Mari 'Txemai', que jugó en el Eibar B de Manix Mandiola junto a Jagoba Arrasate. Mayores que estos dos últimos son Karmele y Maribi.

Imanol es de los pocos oriotarras que no coqueteó con el remo, deporte que lo ha vivido de modo tangencial. Especialmente con el mayor de sus dos hijos, Ander Zurutuza Alguacil –tomó el primer apellido de la ama, Patricia, tolosarra– , que tras sufrir la temida triada jugando en el Orioko cadete, se fogueó durante tres años largos como remero, en bateles y banco móvil. Recuperado de la rodilla, ha vuelto al Orioko de Liga de Honor juvenil, mientras su hermano Mikel lo hace en el B. Además, un cuñado, Juanma Aranguren, fue timonel tres años (1999 a 2001) del ocho campeón estatal. Entre otros remeros, bogó Jon Salsamendi.

El actual técnico de la trainera aguilucha, como Ibon Huegun, coincidió con Imanol en el Orioko. «Él siempre era el bueno del equipo», afirma Salsamendi. Huegun, un año más joven que el entrenador txuri-urdin, compartió vestuario hasta que, «en su tercer año juvenil, le llamó la Real. En Orio jugó de delantero o mediapunta y marcaba un montón de goles. En el Sanse lo hacía ya de extremo pero en la Real Toshack lo puso de lateral». Tiene marcado su debut, «en Oviedo. Nosotros jugábamos con el Orioko en Añorga pero estábamos más pendientes de la radio. Todo el pueblo ha vibrado mucho con Imanol», al que vieron jugar en Larzabal o Michelin.

Junto a cerca de 25 oriotarras más, se hicieron socios de la Real Sociedad «por Imanol» en 1993 –y siguen–, coincidiendo con el paso a Anoeta desde Atotxa, adonde acudían «con los pases que daba la federación a los clubes». Dos años después, fundaron una peña con su nombre en el bar Saretxo. Acudieron realistas como Kodro, Luis Pérez, Guruzeta, Alkiza, De Pedro... «Fue un gran día en Orio», rememora otro oriotarra.

Cuando en 1998 «se fue de la Real, el pueblo no lo entendió y menos que fuera al Villarreal, recién ascendido a Primera. A más de uno nos explicó que era la Real la que no lo quería. Y económicamente salía ganando».

En la ikastola, en el club...

Imanol mantiene la cuadrilla de siempre y siempre ha sido frecuente verle por la ikastola o paseando con su mujer. Tal vez el gran cambio desde que asumió el banquillo txuri-urdin fue que «sale menos a potear» por Orio, donde reside «en un piso, nada de en un adosado». De carácter «reservado», ningún vecino entrevió al entrenador de la Real cuando comenzó su carrera en el Orioko y el Zarautz. «Siempre piensas que para entrenar y gestionar un vestuario en Primera hace falta un carácter especial. Está claro que Imanol ha sabido ganarse a los jugadores».

A diferencia del Imanol que relevó a Eusebio y luego a Garitano, observa ahora a una persona «más abierta. Aunque siempre ha sido muy cercano y campechano con la gente, ahora se le ve más sonriente y pasional. No duda en dar un abrazo. Antes se coartaba más». No falta quien reclama «un busto junto al de Alberto Ormaetxea en Anoeta si nos hace campeones en La Cartuja». Con la plaza de Orio en obras, quién sabe si le harán hueco a su estatua. «No, en el pueblo le gusta pasar desapercibido». En Gipuzkoa ya es un héroe.

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