El Boulevard se convierte en un gran plató de cine
Los vecinos de la Parte Vieja donostiarra han comenzado a convivir con los cortes de tránsito y afecciones circulatorias que implican el rodaje de la nueva película de Woody Allen
Si Woody Allen dijo que quería presentar su visión paradisíaca de San Sebastián, no se le podía haber aliado mejor el clima absolutamente ... soleado, fresco y apacible que se encontró el primer día de rodaje de su nueva película. Una primera vuelta de manivela, por utilizar el viejo argot, que se convirtió en un recorrido de creciente intensidad y aclamación popular a lo largo de todo el día por la Parte Vieja y el Boulevard.
La calle Campanario, el interior de la Iglesia de San Vicente, un corto plano en la calle Narrika, una breve salida a la plaza Cervantes y la rampa de La Concha y el climax en el kiosko del Boulevard con todo el equipo desplegado por fin a la vista del público, dentro de lo que cabe, constituyó el crescendo de la intensa jornada de rodaje, que comenzó a las diez de la mañana y terminó cerca de las nueve de la noche.
Un tiempo en el que hubo de todo, desde ratos en que el equipo logró pasar casi desapercibido como es deseo de la productora, que trata de mantener en secreto todos los detalles de la película, hasta encuentros sorpresa de los paseantes con el director de fotografía Vittorio Storaro o el actor estadounidense Wallace Shawn recorriendo la Parte Vieja con sus asistentes. Y momentos de entusiasmo colectivo con seguidores que trataban de llamar la atención de Woody Allen a gritos para conseguir un saludo.
Persiguiendo a Wally
Seguir al equipo de rodaje a lo largo de la jornada desde la distancia impuesta permitió hacerse una idea del contenido de las escenas que se rodaron: un paseo del personaje que encarna Wally Shawn por lugares emblemáticos de la Parte Vieja, para armar esa visión de Donostia que Woody Allen quiere equiparar a lo que hizo con Nueva York. Y ayer se produjo esa primera toma de contacto con el 'manhattan' donostiarra. Fue el único de los actores protagonistas al que vimos en todos los escenarios, aunque quizá Elena Anaya se sumara a última hora a la escena del Kiosko del Boulevard.
A primera hora de la mañana los camiones de material técnico y camerinos ya ocupaban una zona del Boulevard y se alineaban al comienzo de la calle Campanario, junto a la plaza Lasala. Pero fue en la zona elevada sobre la calle Puerto donde se instaló el equipo de rodaje. Desde abajo, algunos turistas y locales se apercibían de lo que estaba aconteciendo en las alturas.
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Las grandes pantallas reflectantes redirigían la luz natural mientras el director de fotografía Vittorio Storaro analizaba la iluminación y conversaba con el equipo. Al cabo de un rato llegó Woody Allen, aunque apenas se le vislumbraba. «Mira, mira, ahí se le ve el gorro», decía María Reyes a su marido José Antonio, que apuntaba con su potente cámara tratando de captar al director. «Estamos aquí de vacaciones en Hondarribia», explicaba la pareja sevillana, «y ayer nos enteramos de que iba rodar Woody Allen y no nos lo queríamos perder». Cuatro jóvenes japoneses que también se percataron de lo que se desarrollaba en las alturas pudieron aprovechar, pero por poco tiempo: enseguida cerraron la calle y solo los comerciantes algo molestos porque no se les habían anunciado los cortes intermitentes del tránsito, ni cuánto iban a durar, se quedaron de brazos cruzados tratando de ver el rodaje.
Arriba estaba Wally Shawn que rodó algún plano probablemente paseando por la calle o asomándose a la barandilla hacia el Puerto, visión también hurtada a los ojos de los paseantes. Luego la acción tuvo lugar a nivel de calle, en el pequeño tramo entre el puente de Campanario y la salida hacia el puerto. Allá colocaron a unos cuantos extras para ejercer de paseantes y turistas 'de pega', aunque si no fuera por la tira plástica de «no pasar» cualquiera hubiera pensado que se trataba de auténticos viandantes. Hasta que se oyó la voz del miembro de la producción: «Corten, quiero que lo repitáis todo igual». Y repitieron: una pareja se hacía una foto, otros jóvenes se acercaban a una tienda y miraban la ropa para pasar luego a consultar la carta del restaurante Portaletas, un repartidor cargado de sobres daba la vuelta a la esquina, y algunos con pinta de turistas simplemente cruzaban la calle como un día cualquiera.
Woody Allen tiene fama de rodar rápido y con tranquilidad y así se cumplió también, por lo que pudimos vislumbrar, en la primera jornada del rodaje donostiarra del filme que por ahora se conoce con el título provisional de 'Rifkin's Festival'. Wally Shawn dijo el martes que rodar con él resultaba muy tranquilo y placentero y esa impresión dio en todo momento, no solo el cineasta, también todo su equipo comandado por Storaro.
Lo más dinámico e incluso divertido de la jornada eran los repentinos y raudos movimientos del equipo técnico por la Parte Vieja de un escenario a otro, como un pequeño ejército que se desmontaba, se desplazaba por las calles envolviendo a los transeúntes y se volvía a montar, mientas la Guardia Municipal ponía las tiras para acordonar un tramo en un santiamén. Uno podía encontrarse de pronto en medio de una zona de desalojo mientras Vittorio Storaro pasaba al lado entre los racks de imagen y sonido, y Wally Shawn con su permanente sonrisa de estar pasándoselo en grande era acompañado por dos miembros de la organización que le abrían un paraguas negro para proteger su piel en los tramos soleados.
En la Iglesia de San Vicente, a partir de la una del mediodía, todo el rodaje ocurrió en el interior. También ahí el protagonista era Wally Shawn. Una vecina de enfrente preguntaba amablemente si se iba a tener que quedar sin salir de casa toda la tarde, y los responsables de tráfico le tranquilizaban diciéndole que iba a tener libertad de movimientos. Y lo que parecía un grupo turístico curioseando resultó ser el centenar de extras que la organización llevaba férreamente escoltados y comprobando su identidad al acceder a la iglesia, para que no se colara ningún curioso. Lo que se rodó dentro es otra de las incógnitas de la jornada.
«¡Míralo, el del sombrero!»
A las cuatro de la tarde el operativo se desplegó por Narrika y, de nuevo dejando al público lejos, se rodó allí un pequeño plano. «¡Míralo, que está ahí, el del sombrero!». «Nooo, que ese es el director de fotografía, Woody Allen es el del gorro marrón, más pequeñito». Entre los que pasaban por allí y no tenían ni idea de lo que acontecía, las amigas francesas que no se podían creer que estuviera rodando ahí mismo el «famosísimo» Woody Allen, y los que salían de la zona desalojada aventurando que «igual hemos salido en la película», la expectación y la diversión de los curiosos iba en aumento.
«¿Sabes cuando viene Christoph Waltz?», nos preguntaba Maddi, fascinada a sus veinte años con tener un rodaje de tanta importancia en su ciudad. «Yo quiero verle a él, no le pediría una foto o un autógrafo, simplemente me gustaría verle aquí, porque es un actor genial y muy divertido, me encantó en las películas de Quentin Tarantino». Pues no, aún no se sabe cuando llega, y tampoco Louis Garrel.
También entusiasmadas estaban la donostiarra Elena Pérez y su amiga cántabra Ana Rodríguez. «Es que en los últimos meses habíamos estado viendo por nuestra cuenta películas de Woody Allen, que cada vez nos gustan más», comentaban las jóvenes. «Cuando anunciaron que iba a rodar en mi ciudad no me lo podía creer», decía Elena. Siguieron estirando el cuello a ver si vislumbran a Woody, y especialmente a Wally Shawn: «Es que en la serie 'Gossip Girl' está genial, nos gusta mucho».
Y en el Boulevard, que había estado tranquilo y con vida normal hasta las cinco de la tarde, se montó de pronto el zafarrancho. Rápidamente acordonaron la zona del Kiosko hasta la altura del Va Bene, y los curiosos empezaron a agolparse.
«Woooody, Woooody...»
Ahí sí. Woody Allen se bajó del coche y se le pudo ver largo rato comentando con su equipo, charlando bajo los árboles con su esposa Soon Yi, con su hermana Letty Aronson y con al menos una de sus hijas. Todo con la misma tranquilidad.
La euforia que se creó en ese primer despliegue en el Boulevard llevó a algunos a lanzar gritos estilo hincha futbolístico: «Woooody, Woooody»... Solo duró dos segundos, pero consiguieron su objetivo: Allen se dio la vuelta, les miró sonriendo y les saludo con la mano, para volver a lo suyo.
Wally Shawn llegó de nuevo protegido bajo el paraguas y sonriente, y continuaron desarrollándose las labores de preparación del plano. Muchos observadores pacientes fueron conscientes por primera vez de lo larga que se pueden hacer las esperas en un rodaje. Pero cualquier asomo del cineasta o movimiento en la producción era celebrado y gozado: «Es que esto no se ve todos los días, es una pasada que Woody Allen esté rodando aquí», ese era el sentir general.
«Woody go home»
Los ocupantes del edificio municipal convertido en gaztetxe de la calle Campanario han mostrado su disconformidad, ante el rodaje de la nueva película de Woody Allen en Donostia, desplegando una gran pancarta en la que se podía leer «Woody go home». Además, antes de comenzar el rodaje varios jóvenes han utilizado un megáfono mostrando su desacuerdo por la grabación del film en Donostia. Finalmente, tras un intercambio de palabras e impresiones de los miembros de seguridad de la productora y los ocupantes del edificio estos últimos no han boicotedo el rodaje de la escena que se ha llevado a cabo en la calle Campanario de la Parte Vieja donostiarra.
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