Es Allen, no 'alien'
A día de hoy, Woody Allen es por lo menos tan inocente de la acusación de abusos como Arnaldo Otegi de la del secuestro de ... Rupérez o del atentado contra Gabriel Cisneros. Y tanto en un caso como en otro, esto es independiente de cuanto se pueda llegar a saber en el futuro: a 10 de julio de 2019 no hay pruebas de culpabilidad, lo que hasta hace poco al menos equivalía a inocencia. Otegi fue acusado y absuelto por falta de pruebas; Allen ni siquiera fue juzgado, dadas la ausencia de las mismas y la endeblez del testimonio acusatorio. Lo cual no quita para que el grupo municipal donostiarra de EH Bildu sea muy libre de boicotear la recepción del Ayuntamiento al cineasta neoyorquino para sacar de paseo su virtud, una práctica no muy ajena a los usos de Pablo Casado cada vez que atribuye al líder de Sortu su participación en los citados delitos. En rigor, el paralelismo se queda incluso corto porque si es bien cierto el uno fue efectivamente tiroteado y el otro permaneció retenido contra su voluntad durante días, también lo es que en el caso de Dylan Farrow aún está por demostrar incluso que sufriera algún tipo de abuso. Los expertos que en dos ocasiones le examinaron en absoluto consiguieron certificarlo. En cualquier caso, ni usted, ni yo, ni EH Bildu sabemos la verdad. Otra cosa es que esta última se apunte a la doctrina inquisitorial de la 'prueba del diablo' y dé por demostrados hechos que ni por asomo lo están. Y a esto se sumó Podemos, quién sabe si por mimetismo o por alguna razón más seria.
Tampoco es que el plantón suponga un duro mazazo, ni va más allá de un sumarse al linchamiento y colocar otro ladrillo en el paredón en el que desde hace años se 'fusila' al octogenario director, pero sirve como ejemplo ilustrativo de los aires que corren, tan extraordinariamente hipócritas que basta con formular una acusación para desatar millones de condenas. El 'in dubio pro reo' -en traducción libre: es preferible absolver a un culpable que castigar a un inocente- fue una conquista progresista nacida para proteger a todos por igual y en especial a los más débiles, pero han terminado por imponerse las doctrinas más reaccionarias. Vuelven los ciudadanos ejemplares, siempre tan implacables. Que Freud nos pille confesados. Y psicoanalizados.
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