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Como el oxígeno, que no se ve pero se necesita, que pasa desapercibido porque se da por hecho que está ahí –por todas partes–, ... que se consume todo el tiempo para que el organismo funcione. Así fue Jon Ander Olasagasti. Invisible y omnipresente al mismo tiempo. Presionó la salida de balón sevillista más arriba incluso que Óskarsson, tras lo cual emprendió siempre su sólida zancada hacia la medular para seguir tapando huecos. Atravesó metros y metros de verde deshabitado para llegar a los núcleos poblados que necesitaban refuerzos. Y llegó con energía para robar, forzar el error o realizar la falta táctica en el peor de los casos.
Para ofrecer una línea de salida a Aguerd en un área. Para cabecear el rechace de un córner en la otra. Para meter la punta de la bota antes que Agoumé en la divisoria y llevarse la falta. Para quitarle el balón de las manos a Saúl y evitar pérdidas de tiempo... Corrió para toda clase de emergencias respiratorias el donostiarra. Un cuentakilómetros habría que ponerle. Tanto la distancia recorrida como la velocidad media arrojarían datos de atleta.
Su mapa de calor Jugó escorado a la izquierda, pero recorrió igualmente metros en campo propio como en campo contrario, incorporándose a tareas defensivas y ofensivas.
El despliegue físico del canterano cobra aún mayor valor en un momento de la temporada donde se pide encarecidamente una bombona extra de oxígeno para seguir siendo fiel a una identidad basada en la intensidad y la presión como herramientas básicas desde las que empezar a construir el juego. En un contexto de necesidad de respirar hondo, el centrocampista ofrece a Imanol un recurso para poder hacer al equipo avanzar corriendo y no andando.
Olasagasti volvió a erigirse además en el apoyo fiel a quien poder entregar el balón y dejarlo a buen recaudo. Sin extravagancias, la devolución sencilla se agradece. Ni qué decir la apertura precisa para cambiar de orientación el juego. Lo suyo es la oxigenación.
Tiene límites el ejercicio de ventilación y el míster decidió sustituirle a la hora de partido. El planteamiento de ida y vuelta ante un Sevilla respondón con sus transiciones durante la primera parte se había mutado hacia un nuevo escenario unidireccional, con el equipo local tratando de inventar y el visitante esperando en bloque bajo.
Falta hará de nuevo el riego de energía del '16' porque la competición no perdona y los brotes verdes de frescura se cotizan al alza en el vestuario txuri-urdin. Lo cierto es que el equipo estuvo más cerca de ganar cuando contó con un respirador natural en campo propio y campo rival. ¡Lástima que no tuvo la oportunidad de chutar desde la frontal del área!
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