
Gorriz pasa a Zamora... y la Real se hace gigante
PRIMERA LIGA ·
Se cumplen mañana 40 años del título que cambió la historia de la Real. «Fue un logro social, algo más allá de lo deportivo», coinciden los dos protagonistas, reunidos por DVSecciones
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Se cumplen mañana 40 años del título que cambió la historia de la Real. «Fue un logro social, algo más allá de lo deportivo», coinciden los dos protagonistas, reunidos por DVEn abril tuvo que ser. Como la reciente Copa ganada al Athletic. Era el 26 de abril de 1981. Mañana hace 40 años. ... Campo de El Molinón. El reloj marca las 19.20 horas. El Sporting vence a la Real por 2-1. En Zorrilla, el Madrid gana 1-3 al Valladolid. La Liga se le escapa a la Real por segundo año seguido.
En las gradas del campo de Gijón, pese a todo, cerca de 10.000 almas realistas siguen animando. En el palco, el presidente de la Real, José Luis Orbegozo, aguanta la tensión. Cuando falta un minuto, el periodista José María García se le acerca en directo: «Presidente, el Madrid está celebrando el título. Otra Liga que se va». «Bueno –contesta Orbegozo– queda muy poco, pero vamos a confiar...».
Pasan los segundos y la Real ataca más con el corazón que con la cabeza. En Zorrilla, Boskov, Miguel Ángel y García Hernández se abrazan. El difunto Juanito, cumpliendo una promesa, cruza el campo vallisoletano de rodillas para dar gracias por el título...
Entonces, cuando faltaban poco más de veinte segundos para el final del encuentro de Gijón, la historia cambia. Julio Olaizola controla, a modo de central, un balón rechazado por la defensa de un Sporting completamente agazapado. El lasartearra lo abre a la izquierda, en donde se encontraba Periko Alonso. A su centro, a la desesperada, corre Satrústegui, que no llega a tocar el balón, pero molesta a Castro, meta asturiano también desaparecido, que despeja en corto. El balón llega a Bixio Gorriz (Irun, 1958), que intenta el remate desde lejos, pero falla, quedando el balón muerto debido al agua que se acumula en el terreno. Jesús Zamora (Errenteria, 1955) es el que lo recibe, para rematar con fuerza, casi raso. Castro se lanza y llega a tocar el balón, elevándolo, pero sin poder evitar que se cuele en su portería. El empate vale el título. El árbitro Enríquez Negreira señala el final nada más sacarse de centro. La Real era campeona de Liga por primera vez en su historia.
«Ese día la Real empieza a ser diferente, a instalarse entre los grandes clubes. Antes habíamos jugado algunas Copas de la UEFA y estábamos arriba. Pero donde todo se hace realidad, donde se materializa es en Gijón«, defiende Zamora, a quien juntamos con Gorriz para rememorar aquel pase que abrió las puertas del cielo. «No solo era ganar un título, era un logro social, iba más allá de lo deportivo», añade Gorriz.
«Las cosas suelen ser cuando tienen que ser. Es fácil decirlo pero ésa es mi filosofía de vida. Y el título de Liga en Gijón llegó cuando tenía que llegar», reflexiona Zamora. «El año anterior cuando en Sevilla nos quedamos con la miel en los labios las circunstancias no eran tan favorables –continúa–. Llevábamos 32 partidos invictos antes de ir a Sevilla y no lo logramos. Seguramente, con todo lo que hicimos, no era el año. Ese día no tenía que ser y no fue. Un jugador tan importante como Roberto López Ufarte no jugó por un problema en el riñón. Cuando empatamos, con un gol mío a pase de Satrústegui, el Sevilla se quedó con dos menos y no fuimos capaces de ganar».
Zamora hace una pausa. «Pero en El Molinón se dio todo. Empezando por el público: había diez mil realistas; el campo no nos acompañó, pero tampoco le hacíamos ascos a jugar así. Nosotros estábamos convencidos, partíamos con ventaja y nos bastaba un empate... Había una corriente a favor. Y llegó».
«Quizás por esa Liga que no pudimos ganar un año antes en Sevilla, la responsabilidad y la tensión todavía era mayor», advierte Gorriz. «Sobre nuestras espaldas estaba la posibilidad de hacer feliz a la gente en un momento delicado en el país y recuerdo que en los días previos al partido yo era un manojo de nervios, un sinvivir. Estaba deseando que llegara el día porque en el terreno de juego, ahí sí, era donde nos sentíamos fuertes y seguros».
La Real había ganado ocho partidos de nueve, y había empatado el otro. Esa racha impresionante no le había sido suficiente para despegar al Madrid. A la Real le servía el empate en Gijón para asegurarse el título porque, como subraya Zamora, «en el partido anterior jugado en Atotxa ante ese Real Madrid, metí el tercer gol, el 3-1, el que nos dio el golaveraje y hacía que el título fuera nuestro si sumábamos un punto en Gijón».
La noche antes del partido, recuerda Gorriz, la Real durmió en el hotel La Reconquista de Oviedo para alejarse de la fiesta que se estaba gestando ya en las calles de Gijón con miles de realistas dispuestos a vivir un día histórico. «El Molinón era nuestro. En todos los rincones había camisetas de la Real. Todavía hoy se me pone la piel de gallina al recordar el momento en el que saltamos al terreno de juego», confiesa quien ha jugado más partidos que nadie con la camiseta de la Real, 599. «Nos sacamos la foto de rigor –sigue Gorriz–, me situé en mi zona y me dije a mí mismo que el primer balón que tocara lo tenía que hacer bien, aunque fuera un despeje. Necesitaba sentirme seguro. Lo pensaba yo y el resto de mis compañeros».
Zamora coincide en que el equipo «estaba convencido de que no se nos iba a escapar. Todos íbamos a hacer lo imposible por darle ese título a la Real, a nuestra gente. Todos los jugadores luchábamos por la Real. En la vida cuando las cosas se hacen bien, con coherencia, con sentido de la realidad, con trabajo en común y todo el mundo está en la misma línea de trabajo, al final las cosas llegan. Nuestro momento era ése y no el año anterior».
La cosa empezó bien. Marcó Inaxio Kortabarria el 0-1 de penalti. El partido se torcería según avanzaba la tarde y la tormenta descargaba sobre El Molinón. Mesa marcó dos goles y dio la vuelta al marcador en el mismo momento en que el Madrid se ponía por delante en Valladolid. De nuevo, la Real ante la obligación de conseguir una gesta y de nuevo abocada a no rendirse hasta el final.
Gorriz confiesa que «nunca pensé que quedaba tan poco para acabar el partido. No pensaba en el reloj. Tenía la portería del Sporting entre ceja y ceja. No se nos podía escapar. Fue la fe la que nos mantuvo hasta el último momento. ¿Suerte? Quizás algo de aquello hubo pero tuvo más importancia la fe que tuvimos en empujar hasta el final. Alberto (Ormaetxea) no había dado mucho confianza y nos había aportado tranquilidad. Eso también sumó».
JESÚS MARI ZAMORA (AUTOR DEL GOL EN EL MOLINÓN)
Zamora incide en la misma línea: «Yo pensaba: 'no podemos irnos de aquí, no podemos volver sin conseguir la Liga'».
El partido avanzaba. A la Real se le escapaba el título. Menos Arconada, prácticamente todos los jugadores de la Real estaban en el campo del Sporting y más de la mitad, dentro del área. Iba a llegar el gol. Julio Olaizola estaba con Inaxio Kortabarria (autor del primer gol, de penalti) en el centro del campo y le entregó el balón a Periko Alonso. A falta de 27 segundos para el final del partido, un balón puesto en el corazón del área por Gorriz lo cazó Zamora para ejecutar el remate que jamás olvidará ningún realista. Gol y campeones de Liga. O como lo recuerda Zamora con humor, «el peor tiro de Gorriz fue su mejor pase». Y menos mal que fue así.
– ¿Qué sintió Zamora al ver que el balón entraba en la portería?
– Pues todo y nada. Alivio interior, orgullo, porque por fin nuestra Real era campeona. Alegría.
El '10' de la Real, el centrocampista total, uno de los mejores del mundo, se fue a celebrar el gol a las vallas, con los realistas desplazados, con el puño en alto, algo inusual. «En aquellos tiempos el único que celebraba era Satrus, con aquel gesto suyo de levantar el puño que a mí me encantaba. Los demás no hacíamos nada, pero en Gijón me salió ir corriendo a las vallas porque era algo que teníamos que hacer. Me salió».
BIXIO GORRIZ (EL REALISTA CON MÁS PARTIDOS)
Gorriz y Diego salieron detrás aunque el primero dice que «podríamos haber salido corriendo hacia cualquier lado. Qué locura. Hay que vivirlo para explicar lo que se siente. No hay palabras para describir ese momento. Explotamos. Es la felicidad plena. Una de las mejores cosas que me ha pasado en mi vida, una de las más importantes». La alegría fue tanta que Zamora perdió las botas y las camisetas hasta que «hace cinco años o así, después de reclamarlas en diferentes entrevistas en el periódico, por fin aparecieron». Bixio sí las guardó a buen recaudo. «Las tengo junto a otras de momentos puntuales de mi carrera como la del último derbi en Atotxa que coincidió con mi despedida. Mi mujer se la puso en la reciente final de Copa porque dice que le da suerte».
Lo que vino después del gol fue mundial. Para Zamora fue algo inolvidable. «Esa felicidad que vimos en Gijón y en el recorrido que hicimos desde el aeropuerto de Vitoria hasta San Sebastián pasando por todos los pueblos de Gipuzkoa no tiene precio. Ser campeón en tu club, con tu gente, con tus aficionados, es incomparable».
«Nos obligaban a entrar en todos los pueblos. Nos esperaban en todas las esquinas. Nos regalaban chuletas, pescado... Aquello fue apoteósico. Vivirlo fue un privilegio», rememora Gorriz.
Lo que no podían imaginar es que una temporada después iba a llegar otro título. «Y pudieron ser tres si no es por presuntos arbitrajes», advierte Zamora.
Nada fue igual después. El gol de Zamora a pase de Gorriz solo habrá uno. Ese.
Zamora y Gorriz vivieron la final de Copa ante el Athletic con «nervios, preocupación y alegría» en sus respectivos domicilios. El primero confiesa que «en cuanto acabó el partido pensé en la gente que no ha conocido estas cosas y sentí liberación porque después de tantos años por fin levantamos un título. De alguna forma nos hemos quitado un peso de encima y sobre todo nosotros, los últimos ganadores».
Gorriz siente una «alegría tremenda. Estaba con muchas ganas de que el equipo consiguiera algo importante y por fin lo logramos. Ya levantamos la Copa con el equipo femenino y ya les tocaba a los chicos».
Ambos esperan que ahora el equipo consiga el billete europeo pero los dos comparten también un mismo sentimiento. «Estoy convencido de que lo van a pelear hasta el final pero hay que tener presente que no siempre se puede», puntualiza Zamora. «Si no es ésta temporada, será en la siguiente porque tenemos un equipo joven que nos tiene que dar todavía muchas alegrías. Lo que nadie nos quita nadie ya es la Copa. Volver a sentir lo que es ser campeón es algo que necesitaban las nuevas generaciones», zanja Gorriz.
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