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Gabriele Milani, 'alma máter' del Algrano barcelonés, prepara una pasta que, una vez cocinada, servirá para deleitar a su clientela. ALGRANO
Restaurantes

Algrano (Barcelona), la trattoria barcelonesa de Gabriele Milani

Domingo, 10 de julio 2022

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Ya decía el gran Eugenio que los franchutes van de subiditos porque llaman 'fromage' al queso y estiran las palabras gargajeando en las eses y erres para darse el lote y fortalecer sus aires de grandeza. Por la misma regla, los italianos van de listos y al aceite, los canutillos fritos en moldes de hojalata de toda la vida, a la papada curada veteada y al orujo guarrísimo le llaman 'olio', 'cannollo', 'guanciale' y 'limoncello'. Aunque nunca alcanzarán con sus platos simples y suculentos el grado de guarreo cósmico de nuestros patrios 'macarras' con tomate, chorizo y queso cerdo gratinado. Esos macarrones carbonizados pegados a la bandeja son de otra galaxia, ¡superad eso, italianos!

Luego siempre llega la triste realidad y el Paolo Rossi de turno que pilla el balón 'Tango' de reglamento, te casca un golazo y sanseacabó el partido. Porque bien cierto es que cuando papeas italiano buenísimo comprendes por qué reinan en la vía láctea con sus platillos tontos y suculentísimos. No tienen nuestras dehesas, ni nuestros cochinos grasos de tacón estrecho, ni nuestros extensos olivares, pero aprovechan al máximo lo que la tierra les ofrece y su mercadotecnia. Algrano es el tasco barcelonés en el barrio de Sant Antoni de un cocinero filibustero llamado Gabriele Milani, que es un chef de la cabeza a los pies que batalló en la mismísima Guerra de las Galias con mandamases como el gran Martín Berasategui y Paolo Casagrande, formado en tascos estrellados como el Galvin at Window londinense, el Taillevent parisino o el Abac barcelonés.

Su tinglado es un bistró o bouchon o trattoria, un restorán de toda la vida pero en moderno, en el que la peña se sienta a papear a dos carrillos platos principales de pasta italiana bien fraguados. A él le gusta definir su casa como una movida divertida e informal con materia prima seleccionada de mucha calidad y una buenísima relación calidad precio, sin más. Aquí la movida es compartir algunos entrantes sin volvernos locos para no fastidiar el plato principal de pasta, que se ofrece tanto fresca y elaborada a diario como comprada a pequeños 'pastificios' artesanos. Controlen el ansia viva para no acumular en el centro de la mesa boles de olivas, pan fino y crujiente 'Carasau' con pesto graso, 'focaccia' con romero y olivada, croquetas de cocido o esas otras especialidades que ofrecen y que gustan a todo pichichi, 'bruschettas' con ragú, mortadela cerda, 'porchetta', carpaccio de pulpo, 'burrata' babosa y chorreante, filete tártaro de ternera piamontesa o ese guiso superior y marinero de pulpo.

Algrano (Barcelona)

  • Dirección Tamarit 104

  • Teléfono 93 174 90 37

  • Carta Porchetta con vinagreta de mostaza y miel con focaccia 7, 50 euros/ Burrata con pesto de tomate, rúcula y aceitunas 9, 90 euros / Taglioni de espinacas con salsa gorgonzola y nueces 12 euros / Cannolo siciliano con crema ricota, naranja y pistacho 6 euros

Las pastas escapan como de la peste de esos clásicos demasiado cocidos e inventados con salsas de nataza gruesa con tropezones indecentes, tomando el sendero de la delicadeza y la rusticidad de muchas recetas que te dejan patitieso por la simplicidad de los condimentos, la cochura de salsas o sofritos y la sedosidad de las pastas que chupan los jugos como esponjas. Fluyen los 'maccheroni' gratinados con bechamel de setas y queso Fontina o los 'taglioni' verdes con espinacas, Gorgonzola y nueces. El ragú de jabalí lo guisan con vino tinto, envolviendo los 'pappardelle' con queso Pecorino y hay otros cortes como 'paccheri', 'spaguetti', 'linguine' o 'ravioli' que se pringan con tomate, burrata, anchoas, aceitunas o albahaca; mejillones, tomate y hueva de mújol; langostinos y calamares o rellenos de ossobuco con jugo de carne y azafrán. Les estallará la cabeza a los que estén acostumbrados a las pastas anodinas y lavadas para desdentados o a los raviolis de barqueta de plástico con rellenos de chichinabo.

Antes de darle al café tizón o al copazo, hay postres de película de Francis Ford Coppola y Mario Puzo que suenan a cenorrio para limpiarle el forro a algún incauto: 'tiramisú' con crema montada de mascarpone, 'cannolo' siciliano relleno de ricota azucarada, tarta de chocolate, helados y cuñas de queso Pecorino curado con miel. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

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