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Qué bien se está de vacaciones, ¿verdad? Qué bien se está reduciendo el ritmo de la vida, sin apenas preocupaciones y disfrutando de las cosas ... que te hacen feliz. Una de ellas, ya lo saben, es la gastronomía. Hay tantos rincones nuevos por conocer que cada visita a un establecimiento recomendado es un descubrimiento.
Es lo que hemos hecho la pasada semana en Tenerife. Una buena época para visitar la isla, todavía sin excesivo calor y con un número de turistas que tampoco ha sido agobiante. Hemos subido al Teide, el techo de España, hemos vuelto bronceados (¡qué rápido se dan cuenta de tu color aunque la mayoría no te lo dicen!) y hemos conocido Masca, Garachico, Candelaria y La Laguna.
Precisamente en esta localidad, con un bello pasado colonial, conocimos uno de los restaurantes. Es el Silbo Gomero. Un local pequeño, coqueto, donde Braulio Simancas lleva años deleitando a la clientela con una propuesta que evidencia su pasión y su conocimiento en torno al producto canario, con su destreza para seducir con mojos, pescados, carne de cabra o quesos afinados por él mismo.
Aquí comenzamos el festín con una berenjena asada y glaseada con reducción de miel de palma. Un producto conocido de sobra pero mezclado con unos ingredientes nuevos que la hicieron especial. A continuación, una especialidad de la casa: carne fiesta en adobo tradicional. Un bocado de jugosa carne de cerdo condimentada, acompañada siempre de unas inigualables papas de la tierra. Y para acabar, frangollo. Otro plato muy popular en la isla. Su ingrediente principal es la harina de millo poco molida, de grano grueso y cruda por lo que necesita cocción. Además, lleva leche, huevos, azúcar, aromatizadas con limón y canela y aderezado con pasas y almendras. Un postre sencillo, de origen humilde pero muy rico y nutritivo.
Otro día, cerca de la playa de las Américas, nos acercamos al Lajar de Bello. Un restaurante que nos pareció de un nivel superior si cabe. Con un trato al cliente y al producto excelente. Los miman a los dos. Sobre todo cuando se enteran que venimos de San Sebastián... Alejandro Bello trabaja con materia de primer nivel y una elaboración minuciosa. Con texturas y sabores inolvidables, la experiencia culinaria es, arropada por un gran servicio en sala, de las grandes.
Tras analizar la carta con brillo en los ojos, sólo elegimos el segundo plato: la parpatana de atún rojo. Que unos trae unos recuerdos inolvidables del Campero de Barbate. Así que dejamos al equipo del restaurante que nos sorprendieran con clásicos de la casa. Un acierto. De primero, ropa vieja de cabra. Un plato tradicional, de aprovechamiento sí, pero que Alejandro lo presenta en altura, dándole un aspecto más moderno.
De segundo, ya les digo. La parpatana, que es como el chuletón del mar. Lo presentan con el hueso, ya lo pueden ver en la foto de arriba, y una guarnición con tomate, patatas, salsa... Esta pieza situada entre la cabeza y la ventresca es un corte con un nivel alto de ácidos grasos omega 3, por lo que tiene mucha jugosidad. Qué delicia. El remate fue un lingote tropical sobre bizcocho de albahaca y velo de parchita.
Ya les digo. Cuando vayan a Tenerife, merece la pena visitar estos dos establecimientos. Las guías de Repsol y Michelin, que se las saben todas, no suelen fallar. Y el arriba firmante, que ya lleva unos cuantos años en esto, tampoco.
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