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Jon, en la bodega del Laia, que junto a su fogón y parrilla hacen de este asador un lugar de visita obligada para quienes buscan disfrutar del buen producto. FERNANDO DE LA HERA
Restaurantes

Laia, asador 'euskandinavo' en las faldas de Jaizkibel

laia ·

Sábado, 2 de julio 2022

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Esta casa a los pies del monte Jaizkibel está situada en un laberíntico corredor de caminos que suben y bajan serpenteando entre huertas, caseríos y sembrados de maíz. El asador de Arantza y Jon está colocado en el paisaje de mi infancia, a pocos metros de la ermita de Saindua y villa Kurlinka, que es el caserón en que nací, corrí y la nave nodriza desde la que tramábamos las trastadas todas las mañanas de los veranos de mi infancia.

Cárguense de apetito y sed para visitar Laia y acudan con ilusión a darse un merecido homenaje porque su bodega, su fogón y su parrilla bien lo merecen. Sitúan el listón bien alto porque llevan años trabajando para desmarcarse del estándar del asador tradicional de toda la vida de dios, que está muy bien y hace su labor, pero peca de casposo con pantalón campana en forma de salas más feas que el baño de personal de Ajuria-enea, menaje de mesa ¡Cuéntame' de la familia Alcántara, materia prima irregular y un servicio de sala desganado, amigo del tuteo y del molesto compadreo. Así suele ser.

Laia (Hondarribia)

  • Estilo Campestre

  • Dirección Arkoll 33

  • Teléfono 943 646 309

  • Web laiaerretegia.com

  • Con quién Con amigos / En pareja / En familia

  • Steak tartare de buey 20 euros

  • Alcachofas a la brasa con papada ibérica 16 euros

  • Gambas blancas de Huelva a la parrilla 26 euros

  • Carabinero a la brasa con caldo de su cabeza 25 euros

  • Chuleta madurada 30 días 70 euros/kg.

  • Tarta al whisky 9 euros

Laia es otro rollo en el fondo y en la forma y llevan años trabajando y reinventándose para ajustarse a los tiempos modernos, haciendo un gran esfuerzo por lograr la mejor materia prima y servirla de la manera más delicada. El local es virguero y ofrece unas vistas fabulosas, además de sensibilidad. Comedores amplios y bien compartimentados, mobiliario 'euskandinavo' de líneas depuradas, manteles sin cuadros ni estampados rollo 'batzoki', servilletas enormes... La mano de Arantza es evidente, engrandeciendo aún más la calidad del tinglado con esa pasión por el servicio adecuado de los mejores vinos que reúne en una carta cuidadísima y alejada del habitual del sota, caballo y rey que encuentras por todas partes. Hay vida más allá del distribuidor y su comercial y si quieres néctar remueves Roma con Santiago para ofrecer elixires a tus clientes.

El truco del almendruco

  • Una terraza para disfrutar La terraza es muy agradable e invitaa apurar las copas, el café y las estacas de tabaco habano. Pregunten por los 'fuera de carta'.

Jon se ocupa del fogón y de la brasa y ofrece pocas cosas y muy buenas, justo tocadas y servidas con raza en loza reluciente, con puntos de cocción virgueros. A algunas casas de postín les parece muy vanguardista, berlinés y como del centro de Copenhague andar colocando pétalos de colorines y brotes patagónicos sobre unos chipirones 'Pelayo' o un salpicón de bogavante. Aquí brilla la vitrina de maduración de cintas de chuleta y un cesto con pescados del día que se arrima a las mesas para poner nerviosa a la concurrencia con rapes, meros, rodaballos o cogotes de merluza. Nunca falla el jamón ibérico de bellota bien cortado, las anchoas seleccionadas en salazón, la terrina de foie gras o el filete tártaro de carne, sin esas cochinadas tan ocurrentes que todo dios pone por encima. Si hay verdura, la emparrillan y la sirven con papada ibérica y caldos sabrosos para sorber a cucharadas. Es un espectáculo la gamba blanca de Huelva 'tamaño reloj', pues llega hasta más allá de la muñeca si la extiendes sobre la palma de la mano desde el extremo del dedo medio. Otras golosinas son las vieiras a la brasa, gordas como melones, el carabinero asado con su jugo y las almejas con arroz, especialidad bien guipuzcoana.

La joya de la corona es la chuleta de vaca a la brasa, trinchada como en ninguna parte, que ofrecen en distintas maduraciones. Una corta de treinta días para la gente normal y otra que guardan el doble de tiempo, para los más cursis con ganas de fardar que luego cuentan la experiencia 'premium' en el trabajo o a su cuadrilla o en la cena de cuñados. Todas servidas con patatas fritas, lechuga y cebolleta o pimientos rojos del piquillo. Cómanse la grasa bien torrada y dejen mondos los huesos, apurando con el filo del cuchillo. De postre, frutos rojos con granizado y helado de yogur, soufflé de chocolate con helado de avellana, gloriosa tarta al whisky 2.0 y un carro imponente de quesos seleccionados. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

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Restaurantes : Laia, asador 'euskandinavo' en las faldas de Jaizkibel