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Uno de cada seis vascos menores de 30 años tiene algún trastorno mental documentado en su historial clínico. Esto es, el 16% de los ... jóvenes que no supera la treintena está o ha estado en tratamiento psiquiátrico en Euskadi, una cifra que preocupa a los profesionales del sector. Tras la pandemia, los problemas de salud mental se han intensificado en la población en general, y en los jóvenes en particular. En el Hospital Donostia han visto cómo los ingresos por estos trastornos se han disparado un 40%. La ansiedad lidera la lista de afecciones más comunes, así como la depresión o aquellos males que surgen del consumo de sustancias, según el estudio 'Incidence of mental disorders in the general population aged 1–30 years', elaborado por diferentes profesionales de la salud. Pero la incidencia varía dependiendo de la edad. En los niños, por ejemplo, se observa un pico de trastornos de la conducta como el déficit de atención e hiperactividad, matiza Ana González-Pinto, catedrática de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y una de las expertas que ha participado en el estudio.
Si hay algo que deja claro el documento es que «la incidencia de los trastornos mentales es alta entre niños, adolescentes y adultos jóvenes en Euskadi», lo que acentúa la «necesidad de intervenciones preventivas». ¿Pero es esta una problemática que venía de antes y ahora se ha puesto el foco en los jóvenes o es una nueva realidad? «Hasta hace unos años se ha dado poca importancia a las alteraciones psicopatológicas de la infancia y adolescencia. Sin embargo, la salud mental de los menores condiciona su presente y el de sus familias, pero también su futuro y, por lo tanto, el de nuestra sociedad», reflexiona Begoña Antunez, psiquiatra infantil de Osakidetza. «No es un fenómeno nuevo, pero sí de reciente estudio e interés», en parte, por el coronavirus.
96.000
jóvenes vascos tienen algún trastorno mental documentado en su historial clínico, o lo que es lo mismo, el 15,8%.
Según la asociación española de pediatría, la pandemia ha provocado un aumento de hasta un 47% de trastornos mentales en menores. En el servicio de urgencias del Hospital Donostia, sin ir más lejos, se ha observado un «aumento importante» de casos psiquiátricos pediátricos y también de adolescentes más mayores, «con un incremento de los ingresos por estas causas de en torno al 40%». Y no solo eso. Situaciones similares obligaron a crear una consulta de alta intensidad hospitalaria, que fue puesta en marcha en enero de 2021.
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Pese a la apuesta por la salud mental que se está haciendo en los últimos años, todavía hay muchas personas con problemas de salud mental que «no llegan a los servicios especializados». En las últimas décadas, las consultas de este tipo en Atención Primaria «han ido en aumento» hasta el punto de que «una de cada cuatro está relacionada con la salud mental. Esto ocurre en los adultos jóvenes, pero también en los pacientes de mediana edad, siendo más complicado el diagnóstico de ciertos cuadros en los mayores que, al igual que en la infancia, pueden presentar otras formas de expresión», explica Antunez.
No atender la salud mental en la infancia y adolescencia «tiene consecuencias» potencialmente «severas» en el desarrollo psíquico, emocional y social del menor, con «grave» repercusión en su futuro. En las dos últimas décadas, «han aumentado las consultas y los ingresos psiquiátricos de menores de un modo lento y progresivo, pero en los tres últimos años lo ha hecho de una manera exponencial». Es más, según el informe, la mitad de los trastornos mentales comienzan en la adolescencia, un periodo que la psiquiatra de Osakidetza califica de «crucial» para «el desarrollo de los hábitos personales, como un adecuado patrón de sueño y de alimentación, que tanto se desregulan en esta etapa por diversos factores». También es «el momento de desarrollar otros hábitos como el ejercicio físico regular y se modifica drásticamente el patrón infantil de relaciones interpersonales».
25%
de los adolescentes tiene un cuadro depresivo que les va a condicionar en diferentes aspectos de su vida, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Precisamente porque se trata de una etapa «clave» para «madurar la capacidad de gestión emocional y de resolución de problemas», es en estos años cuando se debe prestar especial atención a los «vínculos familiares, el apoyo de los amigos y el entorno escolar». A fin de cuentas, los menores con alguna patología psiquiátrica son «especialmente vulnerables a la exclusión social, la discriminación y la estigmatización», motivos por los que «en muchos ocasiones, no se busca ni se acepta la ayuda profesional». La enfermedad mental también «empeora el acceso a la educación y formación en general y, con ello, al mundo laboral».
Aunque la juventud es una de las edades más problemáticas, Antunez advierte de que «los trastornos mentales pueden aparecer a todas las edades», si bien «el tipo y las formas de expresión varían según el momento evolutivo». De hecho, los denominados trastornos mentales graves, y en especial los psicóticos y el trastorno bipolar, son menos prevalentes en la infancia y la adolescencia. Aún y todo, son las patologías «con mayor repercusión en el desarrollo personal de los pacientes». La literatura científica sitúa el inicio de una sintomatología «florida» en torno a los 25 años, «pero más de la mitad de los casos ya presentaban síntomas más o menos inespecíficos durante la adolescencia e incluso en la niñez».
Así, «los trastornos de ansiedad y afectivos son los más frecuentes en la adolescencia». Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 4% de los adolescentes padece un trastorno de ansiedad y el 2,5% un cuadro depresivo, que «les va a condicionar por su tendencia a la inhibición y al retraimiento, la asistencia al instituto, la socialización, así como la pérdida de hábitos saludables y la adquisición progresiva de hábitos perjudiciales, que pueden tener graves consecuencias futuras para ellos».
47%
han aumentado los trastornos mentales en menores por la pandemia, según datos de la asociación española de pediatría.
En este contexto, advierte Antunez, «el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte no natural y también absoluta entre los jóvenes de 15 y los 29 años». Además, desde el año 2021 se ha objetivado un ligero aumento de las muertes por suicidio en todas las edades, lo que resulta «especialmente preocupante» en la franja adolescente, donde las tentativas suicidas se han disparado exponencialmente, requiriendo intervenciones urgentes en más de una ocasión. Sin embargo, hasta hace poco no se han comprendido este tipo de dificultades y con frecuencia se tendía a pesar que eran 'cosas de la edad', o 'su forma de ser'. «Afortunadamente», esto ha cambiado y la salud mental empieza a estar en la agenda política y social.
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