El Hospital Donostia reduce a la mitad el uso de los antibióticos que generan resistencia en las bacterias
Un equipo compuesto por 21 miembros de diferentes servicios trabaja para disminuir y optimizar la prescripción de estos medicamentos
El descubrimiento y desarrollo de los antibióticos es uno de los principales avances en la historia de la Medicina. No fue hasta la llegada de ... estos fármacos cuando las infecciones bacterianas, por entonces mortales, pudieron ser tratadas. A día de hoy la mayoría de antibióticos que se utilizan en la práctica clínica son de amplio espectro, es decir, actúan frente a una amplia gama de bacterias –lo que resulta muy importante cuando se desconoce la especie bacteriana causante de la infección–, pero también otras que, ya presentes en el organismo, resultan muy beneficiosas e, incluso vitales, como es el caso de las bacterias que componen la flora intestinal de los seres humanos.
La resistencia a estos fármacos se ha convertido en una de las mayores amenazas para la salud pública a la que se enfrenta la población a nivel mundial. El uso excesivo e inadecuado de estos medicamentos ha favorecido el desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos, un fenómeno que ya está teniendo consecuencias. Se estima que en 2019 alrededor de 50.000 personas murieron en Europa como consecuencia de esta resistencia a los antibióticos. Osakidetza puso en marcha hace unos años una serie de herramientas para la promoción de buenas prácticas en el uso de estos medicamentos. Una de ellas fue la creación de los denominados Programas de Optimización de Antibióticos (PROA). En Gipuzkoa, el Hospital Donostia fue el pionero en la puesta en marcha de este grupo hace algo más de una década, tiempo en el cual han logrado reducir a la mitad el uso de uno de los grupos de antibióticos a los que las bacyterias se hacen más resistentes.
El equipo PROA de la OSI Donostialdea está formado por 21 miembros de diferentes especialidades cuyo eje central pivota alrededor de los servicios de Microbiología, Farmacia y Enfermedades Infecciosas, que trabaja en estrecha colaboración con otras plantas del centro como pueden ser Medicina Interna, Hematología o Pediatría. «Esta es una de las armas que tenemos para hacer frente a la problemática de la lucha frente a las resistencias bacterianas. Por ello, intentamos que todos los profesionales que prescriben tratamientos antibióticos lo hagan de la mejor manera posible. Se trata de evitar su uso cuando no hace falta o, si es imprescindible, que el antibiótico sea el más adecuado posible y durante el menor tiempo para tratar la infección en cuestión», explica Maialen Ibarguren, médico del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Donostia y responsable del grupo PROA hospitalario.
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Para ello, Osakidetza terminó de desplegar a finales del año pasado una herramienta digital que ayuda en la toma de decisiones y detección precoz de alertas. Una de las principales características de este 'software' es que pone a disposición de los clínicos una gran cantidad de información y permite establecer cauces de respuesta rápidos y un adecuado sistema de alertas y filtros que promueven tanto la calidad de los datos, como un flujo bidireccional de la información. Además, facilita tareas como la elaboración de mapas actualizados de resistencia y el seguimiento de indicadores sobre multirresistencias bacterianas y consumo de antibióticos.
Las cifras
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58% ha reducido el Hospital Donostia el consumo de los antibióticos carbapenémicos durante la última década.
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5.000 pacientes que consumen antibióticos son los que evalúa de media cada año el equipo PROA hospitalario de la OSI Donostialdea.
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29% de los casos analizados son los que el equipo PROA del Hospital Donostia realiza algún tipo de recomendación sobre el tratamiento antibiótico de ese paciente.
Todas estas alarmas, junto a otros casos particulares que cualquier profesional del centro puede presentar, son revisados en una reunión diaria que este equipo mantiene todos los días laborables, donde se presentan los casos de los diferentes programas a evaluar. Estos seguimientos pueden darse por diferentes motivos. «O bien porque el sistema de alarma nos avisa, o porque un paciente tiene un resultado de un cultivo importante, o porque lleva un tratamiento con antibiótico que consideramos que es de especial importancia no abusar de él o porque lleva más de equis días consumiéndolo...», resume Ibarguren.
Esta última casuística concentra casi la mitad de los 5.000 pacientes del Hospital Donostia que el equipo PROA valora de media cada año. Son personas con más de diez jornadas en tratamiento antibiótico sobre las que conviene analizar si realmente se necesita seguir consumiendo dicho medicamento o se puede suspender para evitar la selección de flora bacteriana multirresistente en ese paciente y los efectos secundarios derivados de ese uso prolongado.
«Cada vez hay más estudios que dicen que estos fármacos son más eficaces si se utilizan menos tiempo»
«Si por cualquier motivo consideramos que hay algo que mejorar en el tratamiento de ese enfermo, nos ponemos en contacto con su médico para realizarle una especie de recomendación. En ningún caso el dictamen es vinculante, ya que nosotros nunca vemos físicamente al paciente, ni le exploramos, con todas las limitaciones que eso conlleva», relata la facultativa.
En la última década, esta veintena de profesionales ha monitorizado a un total de 53.535 sujetos del centro bajo prescripción antibiótica, realizando algún tipo de recomendación en casi un tercio (29%) de ellos y que tiene un alto grado de aceptación por parte del médico de referencia. En más del 82% de esos casos se modifica o restringe el consumo de estos fármacos. «Para el profesional que tiene un caso muy complicado es una especie de respaldo», asegura Ibarguren.
Carbapenémicos
Uno de los grupos de antibióticos «cuyo uso más interesa limitar y restringir únicamente a pacientes que de verdad lo necesitan» son los denominados carbapenémicos, una familia de fármacos «que por supuesto ayudan a curar infecciones graves, pero cuyo uso abusivo se relaciona con la selección de bacterias multirresistentes de muy difícil tratamiento». Desde la creación del PROA en 2013, su consumo en el Hospital Donostia se ha reducido en un 58%, pasando de 5,53 dosis diarias definidas por cada 100 estancias, a 2,31.
La resistencia de las bacterias a los antibióticos se ha convertido en un problema de salud pública. Así lo aseguran los expertos y lo creen también en la OMS. La preocupación no es nueva y desde los 90 se actúa en Euskadi para evitar que infecciones que a día de hoy son curables se conviertan en mortales por la ineficiencia de los fármacos. «Cada vez se hacen más trasplantes y más cirugías como consecuencia del envejecimiento. Y nos encontramos más a menudo con que tenemos infecciones que tenemos perfectamente localizadas, en el sentido de que sabemos cuál es el foco de la infección o las bacterias causantes de la infección, pero tenemos que decirle al paciente que no tenemos nada que ofrecerle porque ningún antibiótico le sirve. Nuestra situación no es tan mala como en otras zonas, son casos muy puntuales, pero cada vez hay más, y es la situación que tenemos que evitar», afirma la facultativa.
Paralelamente a este equipo, otro grupo de profesionales trata de inculcar esta misma cultura desde los centros de salud y ambulatorios, la puerta de entrada al sistema sanitario y el nivel asistencial donde más antibióticos se prescriben. «No decimos que no se usen, sino que hay que utilizarlos bien», apunta Miriam Alkorta, microbióloga, jefa de sección de Bacteriología y Susceptibilidad Antibiótica, y coordinadora del PROA comunitario, cuya labor se basa en la formación, tanto de los propios médicos como de los pacientes. «Existe un gran desconocimiento y cada vez hay más estudios que dicen que los antibióticos son más eficaces si se utilizan menos tiempo», sentencia.
Porque un hecho importante que todo facultativo que prescribe este tipo de fármacos tiene que saber es que «los antibióticos tienen que estar adecuados a nuestra epidemiología y a los datos de resistencia que tenemos nosotros». Por ello, Alkorta no descarta que en un futuro no muy lejano esa labor de aprendizaje que ahora vienen desarrollando en la Universidad, donde están «los futuros prescriptores», se extienda también a los colegios. «Hay muchos padres que acuden con los niños al pediatra para que les receten uno de estos medicamentos», expone la microbióloga.
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