El último adiós a las pesetas
31 de diciembre. Este año finaliza el periodo para cambiar la antigua moneda por euros, y aún hay 266.000 millones de pesetas pendientes de canjear
En una caja y bien guardadas. Para el recuerdo, porque no se sabe muy bien qué hacer con ellas o porque un familiar las dejó en algún lugar y aparecen por sorpresa al hacer una mudanza. Cuántos hogares tendrán a buen recaudo un montón de pesetas que llevan años sin tocarse y a las que solo se les presta cierta atención cuando de ciento en viento se hace limpieza de armarios a fondo. Entonces, se manosean un poco, lo suficiente para que se quede en las manos ese olor tan característico del dinero. Se ojean una a una, para volver a contar las mismas historias que la última vez, y se vuelven a guardar hasta la siguiente. Así, sumando la nostalgia de cada una de esas cajas hay nada menos que 266.051 millones de pesetas que no se han canjeado desde que esta moneda dejara de estar en circulación en 2002, lo que representa un 3% del saldo total en circulación a finales de 2001. O lo que es lo mismo, su equivalente en euros asciende a 1.599 millones y su límite para cambiarlo expira este 31 de diciembre.
Inevitablemente, un cierto porcentaje de billetes y, sobre todo, de monedas, no retornará nunca al Banco de España. Buena parte de ese dinero forma parte de colecciones; otro tanto habrá quedado en manos de ciudadanos como recuerdo de una época pasada; un buen puñado se habrá perdido o destruido, y una pequeña parte estará aún en manos de turistas que no volverán a visitar el país, y mucho menos este 2020 debido a los confinamientos perimetrales. Pero incluso si lo hicieran, es poco probable que el cambio de moneda figurara entre sus prioridades. Naturalmente, dicen desde el Banco de España, «el volumen de monedas que quedarán sin canjear aumentará cuanto más pequeño sea su valor».
Desde hace 18 años, solo se puede realizar el cambio en el Banco de España, ya que la posibilidad de hacerlo en entidades financieras finalizó en junio de 2002. Tras el cierre de la sede que la entidad nacional tenía en Donostia, los guipuzcoanos que dispongan de pesetas y quieran deshacerse de ellas deberán desplazarse a Bilbao -a la calle Gran Vía de D. Diego López de Haro, 10-, ya que la capital vizcaína alberga la única oficina que el Banco de España tiene en Euskadi.
Ahora bien, no se pueden cambiar todas las pesetas. Las que estaban en circulación durante la época de Franco, por ejemplo, no son canjeables, como tampoco otras de los años 80. «Solo la última serie de las que hemos podido manejar», resume la numismática donostiarra, Esther Vívar, quien considera que «también deberían admitir las pesetas de la época de Franco, porque hay mucha gente que tiene ese dinero guardado y que no vale nada».
Datos
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Dónde hacer el canje Bilbao. Es la única sede que el Banco de España tiene en Eukadi. (C/ Gran Vía de D. Diego López de Haro, 10).
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Qué monedas se pueden canjear 1 peseta. Las que salieron a partir de 1989 (la fecha aparece inscrita en la propia moneda).
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5 pesetas. A partir de 1989
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10 pesetas. A partir de 1983.
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25 pesetas. Las de agujero que salieron a partir de 1990.
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50 pesetas. A partir de 1990.
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100 pesetas. La amarilla que salió a partir de 1982.
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200 pesetas. Las que salieron a partir de 1990.
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500 pesetas. Desde 1987.
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2.000 pesetas. Desde 1994.
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Billetes. Los emitidos a partir de 1939.
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Cuánto dinero queda pendiente Miles de millones. A fecha de septiembre, la cifra de que dispone el Banco de España es que hay 266.051 millones de pesetas pendientes de cambiar, esto es, 1.599 millones de euros.
Por eso, recomienda que si alguien va a «tomarse la molestia» de canjear ese dinero que «mire muy bien las piezas que tiene para no hacer el desplazamiento a Bilbao en balde». En cuanto a los billetes, se pueden canjear todos los emitidos a partir de 1939 y se admitirá «siempre que se presente más del 50% del billete», indican desde el banco central. En el caso de que alguien quiera cambiar papel moneda emitida entre 1936 y 1939, «debe consultarlo previamente para que los técnicos determinen si aún conserva su valor de canje», ya que es posible que su valor numismático sea mayor que su valor facial.
Respecto a las monedas, solo pueden canjearse las que estaban en circulación a finales de 2001, porque para las anteriores plazo expiró en 1997. Así, se cambiarán las monedas de 1 y 5 pesetas emitidas a partir de 1989; las de 10 pesetas que salieron a partir de 1983; en el caso de las monedas de 25 (las del agujero), las de 50 y las 200 pesetas solo se canjearan las emitidas a partir de 1990; se cambiarán las amarillas de 100 pesetas en circulación a partir de 1982; las de 500 pesetas que salieron a partir de 1987, y las de 2.000 pesetas que sacaron a partir de 1994.
Desde el Banco de España señalan que legalmente no se ha establecido ningún límite para canjear pesetas por euros, pero se aplica la normativa vigente en el ámbito de la prevención del blanqueo de capitales. Esto es, se identificarán todas las operaciones por importe superior a 1.000 €, así como cualquier operación que consideren sospechosa, independientemente de su importe.
Monedas valiosas
La posesión de pesetas antiguas siempre ha estado envuelta en la idea de que casi cualquiera, con un poco de suerte, podría tener un tesoro de valor incalculable. Sin embargo, esta posibilidad es tan remota que roza el mito.
Es cierto que hay monedas, como una de 5 pesetas del año 52 que puede canjearse «por 16.000 euros o más, si está en buen estado de conservación, sin golpes y sin el verdín que les sale a veces y que es muy tóxico». El motivo de su valor es que cuando se acuña una moneda se establece en el Boletín Oficial del Estado cuántas de esas piezas se van a poner en circulación, y «se pueden acuñar menos, pero nunca más», explica Vívar. «Se entiende que la 'estrella 52' se hizo para terminar la acuñación», porque valía más el material de la moneda, que era de níquel y hierro, que lo que cobraba el Estado por ella.
Es decir, «si alguien cogía esa moneda de 5 pesetas y la fundía, que por cierto es absolutamente ilegal, es un delito, el dinero que recibía era más que 5 pesetas», y por eso se paró la acuñación y hay tan pocas unidades oficialmente reconocidas.
Esta numismática insiste en que «es prácticamente imposible que aparezca una moneda valiosa en la típica caja en la que se guardan las pesetas», porque habitualmente las tienen coleccionistas. «Pudo ocurrir en alguna ocasión que un niño le cogiera una moneda a su padre, que era coleccionista, para comprar chuches, pero la posibilidad es remota, y las publicaciones que dicen lo contrario confunden a la gente», insiste, señalando una caja de monedas -«chatarra»-, que la gente deja en su establecimiento al saber que carecen de valor y ya no son canjeables.
Recuerda una ocasión en la que una mujer muy mayor empezó a desenvolver sobre el mostrador con sumo cuidado una peseta de Franco que le habían dicho que era muy valiosa y quería saber por cuánto se la compraba. «Era una moneda normal, tirando a mala, pero me dio pena decírselo y le dije que mejor la guardara de recuerdo». No obstante, ante la duda sí recomienda acudir a un profesional. «Es lamentable, pero estamos muy acostumbrados a ver falsificaciones muy bien hechas, con técnicas muy depuradas, y que solo se pueden identificar a ojo de lupa».