Auxiliadora Díaz: «La decisión del Supremo marca un antes y un después al determinar qué es intimidación y qué no lo es»
Magistrada, experta en violencia de género del CGPJ ·
Defiende que «el Código Penal no debería diferenciar entre abuso y agresión sexual, sino que tendría que configurar todo como un atentado a la libertad sexual»Que el Tribunal Supremo elevara ayer la condena contra las cinco integrantes de 'La Manada' de nueve a quince años por considerarla ... agresión sexual no pasó indiferente para nadie. Tampoco para los expertos en violencia de género, como la magistrada Auxiliadora Díaz, que pertenece al grupo de expertos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial. Díaz se muestra «muy contenta» por el fallo del Supremo y confía en que de aquí en adelante no se diferencie entre abuso y agresión sexual, sino que configure «todo como un atentado contra la libertad sexual», tal y como recoge el código penal alemán. En julio participará en los cursos de verano de la UPV/EHU.
- ¿Se esperaba el fallo del Supremo que ha elevado la condena de 'La Manada' de 9 a 15 años?
- Estoy súper contenta. Me lo esperaba un poco por otro caso parecido que hubo en abril, pero eso no significa que este día no sea importante. Estoy muy feliz por el fallo.
- ¿Marca un antes y un después esta noticia?
- Claro que sí. Marca un antes y un después en relación a los delitos contra la libertad sexual. Además, de una vez por todas, el Tribunal Supremo viene a determinar qué se entiende por intimidación y qué no. Esto es muy importante para poder diferenciar el delito de abuso sexual con el de agresión sexual.
- ¿Dónde está esa línea roja entre uno y otro?
- El abuso sexual es cuando cualquier persona atenta contra la libertad sexual de otra, pero sin violencia, ni intimidación. Y sin que medie consentimiento. En cambio, cuando hablamos de agresión sexual sí tiene que haber violencia e intimidación. ¿Pero qué se entiende por intimidación? Ahí es donde creo que el Tribunal Supremo va a poner orden por fin. De todas formas, no podemos olvidarnos de que existe ya una sentencia del 24 de abril de este mismo año, -en la que el ponente es el magistrado Julián Sánchez Melgar, en un caso parecido y proveniente también del Tribunal Superior de Justicia de Navarra-, que incrementa un caso que en principio se calificó como abuso sexual, a agresión sexual. Para mí, esa fue la 'premanada' y me hizo pensar por dónde iba a evolucionar la sentencia de 'La Manada' .
«El Derecho tiene género y el nuestro es masculino porque se creó por hombres en 1995»
«El Tribunal Supremo no se ha dejado arrastrar en absoluto por la presión social»
- ¿Es el momento de modificar la legislación española para tipificar qué es abuso y qué es agresión?
- Sí. Tenemos que partir de que el Derecho tiene género. Y el nuestro es masculino, porque ha sido creado por hombres en un Código Penal del año 1995 para esas situaciones que se refieren a los hombres. Tenemos que tener en cuenta que la realidad social que existía por aquel entonces no es la que tenemos a día de hoy.
- ¿Qué cambio le urge al Código Penal en este aspecto?
- Una de las novedades importantes que debería incorporarse en nuestra legislación es la de no diferenciar entre abuso y agresión sexual, sino configurar todo como un atentado contra la libertad sexual, tal y como se establece a día de hoy en el código penal alemán. Dependiendo de ese tipo de atentado, vamos a establecer lo que será la pena. En el tema de 'La Manada', lo que más llamó la atención en un primer momento fue que se denominara abuso y no agresión sexual. Si atendemos a la inicial cuantía de la pena, nueve años, era una pena bastante alta en relación con el tipo de delito. Ahora bien, decir abuso sexual es hacer un mal uso del lenguaje y supone denigrar a la mujer y, por lo tanto, cosificarla. Así las cosas, es necesario llevar a cabo esa modificación del Código Penal en la que todo sean ataques contra la libertad sexual y, dependiendo de cada uno, se elaboraría la ponderación de la pena a cada uno de los supuestos concretos.
- El tribunal ha determinado por unanimidad que fue una violación múltiple. ¿Por qué ha habido que esperar a que el Supremo actuara para llegar a este fallo?
- De una simple lectura de la sentencia de 'La Manada' ya se desprendía que esos hechos probados se referían específicamente a un delito de agresión sexual. Pero nuestro Código Penal establece esa diferenciación que dio pie a que los tribunales navarros consideraran que se trataba de abuso sexual. Ellos interpretaron que no había intimidación, aunque yo creo que desde el primer momento hubo intimidación. Nuestro Tribunal Supremo ha puesto ahora las cosas en su sitio. Se entiende que hubo intimidación y, por lo tanto, en vez de un abuso hablamos de una agresión sexual.
- Vuelve a aparecer la palabra intimidación.
- Aquí está la clave. El Tribunal Supremo, en otras resoluciones, ha dicho que la intimidación que se emplea no tiene que ser de tal grado que presente características de irresistible, de invencible o de gravedad inusitada para entenderla como tal. Simplemente, debe tratarse de una intimidación que sea suficiente y eficaz, en esa ocasión concreta, para alcanzar el fin propuesto. Bien sea paralizando o inhibiendo la voluntad de resistencia de la víctima. Actuando, además, de una forma adecuada, de tal manera que produce ese resultado de que la víctima se paralice o, en este caso, como la chica de 'La Manada, se encuentre en 'shock'. Estaríamos, evidentemente, ante una situación de agresión sexual. El Supremo ya empezó a abrir esa línea el 24 de abril y espero que la consolide ahora con la jurisprudencia que se desprende de 'La Manada'.
- ¿Ha influido la presión social en la decisión del Supremo?
- No creo que haya habido esa presión social. Ellos están por encima de todo eso, son maravillosos juristas. Están sujetos a una serie de presiones, como cualquier otra persona, pero no creo en absoluto que se hayan dejado arrastrar por la presión social. Nuestra justicia es solida y tiene bastante sentido común como para poder entender esta situación. No hace falta ser jurista para comprender que poner a una chica con cinco chicos en un habitáculo es intimidación. El Tribunal Supremo ha puesto blanco sobre negro y ha dicho que, efectivamente, ha habido un error. A partir de ahora todos los tribunales tienen que tener claro qué se entiende como intimidación a la hora de juzgar delitos contra la libertad sexual. Sé que a quienes no les guste este fallo dirán que el Supremo se ha dejado achantar por la presión social, pero no ha sido así. La jurisprudencia última que ha dictado este órgano es maravillosa.
- ¿Entonces, en qué medida va a ayudar el fallo de ayer?
- Todos tenemos que acatar lo que diga el Tribunal Supremo. Y creo que ahora determinará de una forma mucho más precisa qué es intimidación y qué no.
- ¿Está preparada la Justicia para este tipo de casos de violencia contra la mujer?
- Ahora mismo el Consejo General del Poder Judicial está llevando a cabo una formación especial para jueces en violencia de género.
- ¿Es necesaria esta formación específica en violencia de género?
- Sí. No es algo que nos venga de serie. Debemos entender que existe una normativa internacional y que tenemos que aplicarla. Por lo tanto, tenemos que juzgar por perspectiva de género, quitándonos el chubasquero de los estereotipos. Solo así podremos juzgar sin dudar de la declaración de la víctima o de por qué ha tardado en poner la denuncia. El hecho de tardar en la interposición de la denuncia no puede suponer restar credibilidad a la declaración. Debemos valorar la declaración de la víctima sin ningún tipo de estereotipo. Hay que interpretar la totalidad de los gestos de la víctima y valorarlos en su conjunto, porque no es una más. Es una víctima con unas características que son propias y personales. En la actualidad nuestro Tribunal Supremo está a la cabeza en esa perspectiva de género. Ahora mismo lo que hace falta es que todos nos incorporemos a querer interpretar con esa perspectiva de género para quitarnos esos estereotipos. Desde la fase de instrucción hasta la del plenario. Pese a todo, nuestro Tribunal Supremo tiene la 'cajita violeta', tal y como se demostró ayer.
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