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Jugar bien tiene premio europeo
La Real Sociedad se mete en Europa como sexta después de deslumbrar antes del confinamiento y sufrir con la Liga exprés
Pocas cosas han sido tan meritorias como la clasificación europea de la Real. Más, hacerlo con el empate en un campo y frente a ... un rival tan antipático como el Atlético. Antes del Covid-19 la Real encandilaba con su fútbol. Era cuarta, finalista de Copa y parecía que era un equipo que no había tocado techo. El confinamiento cercenó todo eso y ha hecho que la clasificación para Europa peligrara.
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Hubiera sido una auténtica injusticia que este grupo no paladeara las mieles de una clasificación continental. El fútbol que ha practicado la Real le ha llevado a esta clasificación. Lo ha merecido porque ha jugado como los ángeles. Quién sabe hasta dónde habría llegado la escuadra de Imanol si no hubiéramos padecido una pandemia. Porque desde la jornada cuatro se incrustó en los puestos nobles de la tabla. Y solo salió de ellos después de que la Liga pasara de ser una carrera de fondo a un sprint, con choques cada tres días.
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La Real se ha gustado y ha encantado. El público ha vibrado de lo lindo en el Reale Arena creando una atmósfera que no se vivía desde los tiempos de Atocha o desde las grandes gestas del Anoeta con las pistas de atletismo. La simbiosis grada-jugadores ha sido perfecta esta temporada. Sí, se han perdido un puñado de partidos, pero han sido infinitamente más los momentos de abandonar el campo con una sonrisa, que los que se cogía la moto o el autobús con semblante serio. La Real ha pasado por encima de Atlético o Valencia; ha dado recitales contra el Alavés o Mallorca; ha empatado contra el Barcelona y ha firmado partidos de muchísimo mérito, que le han propinado los halagos y piropos de la cátedra.
La pócima perfecta
Todo ello con la pócima que mejor funciona en este club: Zubieta pone las bases y los jugadores de fuera dan ese salto necesario de calidad. Odegaard ha acaparado muchos titulares y durante muchas jornadas ha sido el jugador más determinante de LaLiga tras Messi. Isak, Portu, Willian José, Remiro, Monreal o Merino han estado a un nivel enorme, al igual que los jugadores de casa. Zubieta es un valor seguro. Le Normand, Zubeldia, Barrenetxea, Zaldua y Mikel Oyarzabal como punta de lanza, han hecho unos números excelentes. Pero además todos los jóvenes jugadores que cumplen sus primeras temporadas en el primer equipo, más los chavales del Sanse a los que ha tenido que recurrir Imanol en este tramo final.
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No hay que olvidar que el equipo blanquiazul ha salvado todos los obstáculos que se le han presentado, como la lesión de Asier Illarramendi en la tercera jornada. El que estaba llamado a ser el faro del equipo ha estado en el dique seco todo el año. Januzaj cuando se puso la toga de mago, en el tramo final, también cayó y el equipo se repuso. Imanol ha creído y nos ha hecho creer.
La Real tiene una idea de juego muy clara y que gusta. A veces con errores groseros porque arriesga. Pero cuando el fútbol fluye es como asomarse por la cuesta de Santserreka y ver la bahía en toda su inmensidad. A la Real le gusta jugar bien y a sus aficionados también. En esta provincia de grandes gourmets, de Festival de Cine, por donde se pasean estrellas rutilantes, no se puede ganar de cualquier manera. El estilo de la Real ha cautivado a propios y extraños y con todo merecimiento jugará en Europa la próxima temporada.
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Con una final de Copa en el horizonte y con la opción de jugar la Europa League, los seguidores ya se frotan las manos con poder viajar para animar a la escuadra txuri-urdin. Solo falta que el maldito Covid-19, sin duda el peor enemigo de la Real este año por cómo estaba y cómo volvió, desaparezca para que se pueda disfrutar de la andadura europea. Tiempo habrá para elegir los destinos. Habrá que hacerlo con estilo y clase. Como la de esta Real.
En clara línea ascendente
Es la cuarta ocasión en las últimas ocho temporadas que la Real se clasifica para jugar competición continental. Un porcentaje al alcance de muy pocos clubes de Primera. Meterse recurrentemente en Europa es un deseo del presidente Aperribay y el equipo le ha dado la razón al máximo mandatario. Juegas bien, compites contra los mejores y lo haces con mucha gente que has criado. No se puede pedir más.
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En estos últimos años sobresale en la memoria de los aficionados la campaña 12/13 con Phillip Montanier en el banquillo y aquella cuarta posición que les llevó a la Champions por segunda vez en su historia, desde que la Copa de Europa cambió su nomenclatura. Un año después, el conjunto guipuzcoano volvió a expedir billete para jugar por el viejo continente aunque su séptima plaza en LaLiga derivó en tener que jugar la previa para la Europa League. Una fase preliminar de infausto recuerdo con la eliminación de la fase de grupos ante el Krasnodar. La última vez que la Real se metió en Europa fue en la temporada 16/17, tras empatar a dos con el Celta en la última jornada. Disputó el equipo de Eusebio la fase de grupos de la Europa League y cayó en treintaydosavos de final ante el Salzburgo austríaco.
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