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Fuerza centrífuga

Desde mi tele ·

El fútbol es caprichoso. Dos equipos compuestos por finos estilistas y el partido se resuelve gracias a dos córners

Imanol Troyano

San Sebastián

Martes, 14 de julio 2020, 07:05

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Suele pasar. Dos equipos compuestos por finos estilistas y el partido se resuelve gracias a dos córners. El fútbol es caprichoso. Reúnes a Merino, Odegaard, Cazorla, Trigueros y compañía en el centro del campo, pero la solución la acaban ofreciendo los extremos. Villarreal y Real se anularon mutuamente en la parcela donde surge la materia. Los dos conjuntos intentaron hacer tanto uso de la energía centrípeta que al final lo que terminó por desnivelar el enfrentamiento fue la irrupción de la fuerza centrífuga. Como la de una lavadora. Y la de la Real funcionó mejor.

Odegaard y Cazorla, dos hombres brillantes, no lo tuvieron fácil ayer en La Cerámica. El noruego se encontró con todos los pasillos interiores cerrados y no tuvo opciones de asociarse con sus compañeros. Isak fue quien más lo lamentó. El sueco no recibió ningún balón al espacio de las botas del futbolista de Drammen y regaló una actuación demasiado gris. Pese a ello, rozó el gol en dos ocasiones. En dos acciones a balón parado. El particular drama de los de Calleja. No extrañó que Willian José le sustituyera tras el descanso.

Cazorla, por su parte, tuvo que recostarse a la banda izquierda para entrar en contacto con la pelota. La circulación del Villarreal quedó resentida por la poca participación del asturiano en la primera mitad. Ontiveros por la izquierda y Rubén Peña por la derecha fueron los que llevaron el escaso peligro que generó el cuadro local en el primer acto. Barrenetxea, del lado visitante, suscitó una amenaza permanente a la hora de encarar a su marcador, aunque le eclipsó el desacierto y la fatiga acumulada.

La Real consiguió sacar partido del particular drama del Villarreal: el balón parado

La puesta en escena de la Real fue mejor que la del Villarreal. En el primer acto controló la posesión, pero tan solo inquietó a Asenjo a través de las jugadas de estrategia. Ahí detectó la gran debilidad de la escuadra castellonense. Tomó nota y decidió insistir en ello en la segunda mitad.

Tras el descanso, la fuerza centrífuga borró del mapa a lo dos delanteros: Isak y Fer Niño. El Villarreal dio un paso adelante, pero sus carrileros no encontraron las vías libres. Chukwueze, como ariete, no es tan dañino. La Real tenía que esperar su momento. El camino estaba señalizado por las bandas para llegar, ¿al gol? No, al córner. Los realistas lanzaron diez y remataron el 99%. Dos de ellos con final feliz. Pura fuerza centrífuga.

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