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Pradales abre una nueva era en Euskadi y propone grandes pactos de país
«Creo en una Euskadi plural, próspera, abierta, justa y libre», ha confesado el nuevo líder del Gobierno Vasco, que se ha marcado como principal objetivo fortalecer los servicios públicos
Arranca una nueva era en Euskadi: la de Imanol Pradales como lehendakari. El octavo desde José Antonio Agirre. El sexto en democracia. La envergadura ... del momento que se vivió este jueves era palpable en cada esquina del Parlamento Vasco. Por el despliegue de medios –más de 200 periodistas– y por el infinito desfile de autoridades que presenciaron la investidura del nuevo jefe del Gobierno Vasco.
Fue al filo de las siete de la tarde cuando, entonces sí, se cerró tácitamente la etapa de Iñigo Urkullu al frente de la Lehendakaritza, que le entregará mañana en Gernika la tradicional makila como símbolo del traspaso de poderes. «Creo en una Euskadi plural, próspera, abierta, justa y libre», confesó el nuevo lehendakari –aún electo hasta la jura de mañana–, que se marcó como principal objetivo fortalecer los servicios públicos de Euskadi para que sus ciudadanos crezcan en bienestar.
La carta de presentación de Pradales durante su primera intervención en la Cámara de Vitoria, justo después del discurso de Pello Otxandiano –que presentó su candidatura aun siendo consciente de que no iba a prosperar– y horas antes de que fuera proclamado lehendakari gracias a la mayoría absoluta que suman PNV y PSE, estuvo repleta de detalles minuciosos, desgranando en cada materia todas las medidas que pretende poner en marcha como lehendakari. Alrededor de 1.000 iniciativas, tal y como se desprende del programa de Gobierno entre jeltzales y socialistas que se hizo público este jueves en su integridad.
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¿Las prioridades? Fortalecer Osakidetza después de las costuras rotas que ha dejado tras de sí el azote de la pandemia, pero también fortalecer el tejido económico e industrial de Euskadi y fomentar el empleo de calidad o la necesidad de poner al acento en las inquietudes de la juventud, así como abordar la actualización del Estatuto vasco esta legislatura. Una tarea pendiente que Pradales encomendó directamente a los 75 parlamentarios. «Es la hora de ser valientes. Es la hora de dar el paso. Ha llegado el momento de consensuar un gran pacto político por el futuro de Euskadi», remató.
Pradales, a través de un discurso pedagógico y muy pegado a la sociedad, a lo terrenal, lanzó toda una batería de iniciativas. De hecho, explicó que su propuesta para Euskadi pasa por una triple agenda de futuro: la nueva agenda del bienestar para mejorar ámbitos como el empleo, la salud, la vivienda, la nueva economía, el reto demográfico, las transformaciones energéticas o la normalización del euskera; una agenda global que permita a Euskadi crecer como país en el contexto internacional; y una tercera agenda humanista que luche contra las injusticias y desigualdades.
Por todo ello, se comprometió a trabajar con «ambición, transparencia, ilusión y rigor» para «mejorar la vida de los vascos». Ese será el principal cometido de su gabinete, según defendió. Y para ello, dijo, gobernará «haciendo política desde la sensibilidad emocional». Una frase que desprende toda una declaración de intenciones: la de tratar de empatizar más con una ciudadanía que, tal y como reconoció el propio Pradales, están preocupadas por su futuro y «descontentas con su situación o molestas por la realidad que viven».
Pero, sobre todo, si algo caracterizó el discurso de Pradales fue por tender la mano al resto de fuerzas políticas y por apelar a la colaboración con diferentes instituciones, empresas y trabajadores, agentes sociales, culturales, el mundo científico, el tejido asociativo, la sociedad civil, las comunidades locales... Y es que a lo largo de sus dos intervenciones –por la tarde replicó al resto de grupos parlamentarios–, Pradales hizo todo un alegato para ensanchar los acuerdos, más allá de los 39 escaños que suman PNV y PSE, y lograr grandes pactos de país. 'Acuerdo', 'colaboración', 'consenso' o 'diálogo' fueron, de hecho, las palabras que más repitió Pradales en una apuesta clara por tender puentes desde el entendimiento entre diferentes y así alejarse, tal y como aseguró, del ruido y el ambiente bronco de Madrid. «Me comprometo a trabajar sin descanso para propiciar acuerdos y pactos», sostuvo. «Debemos levantar la bandera del acuerdo», reiteró horas después en su segunda intervención, donde ejemplificó la sintonía de jeltzales y socialistas y su capacidad para aparcar sus diferencias en beneficio del bien común.
Ante la atenta mirada de Urkullu, a quien Pradales dedicó unas palabras de agradecimiento y con quien se fundió en un cordial abrazo tras su designación como lehendakari, el próximo inquilino de Ajuria Enea resaltó también los cinco ejes principales de actuación de su gobierno: las personas en el centro; un modelo de crecimiento y bienestar; la transformación energética y la sostenibilidad; convivencia, memoria y derechos humanos; y la internacionalización de Euskadi y su crecimiento en autogobierno.
«Estoy comprometido con Euskadi y acepto con honor el apasionante reto de liderar los cambios, transformaciones y mejoras que necesita nuestro país, siempre desde la máxima humildad y con la ambición de hacerlo bien», apostilló. Pero antes de zanjar la jornada, tenía aún un tarea que abordar: la de replicar a todos los grupos de la oposición que, en general, dibujaron una Euskadi en declive. Pradales, sin embargo, lanzó datos y argumentos para contrarrestrar la radiografía de Vox, Sumar, PP y EH Bildu. «No voy a entrar en populismos porque ni admito ni tolero muchas de sus ideas», le espetó a Amaia Martínez. «Ha pintado una Euskadi gris y llena de nubarrones; ha hecho que parezca 'El infierno' de Dante», la criticó a Javier de Andrés. Pero si con alguien se extendió el nuevo lehendakari fue con Otxandiano. Primero le reconoció «alegría» por el tono del líder de la oposición. «Quiero poner en valor la postura que ha adoptado en la Cámara», le llegó a decir. Sin embargo, una vez lanzada 'la de cal' vino 'la de arena'. «Pero no me fío del todo», le lanzó al dirigente de EH Bildu, a quien censuró por su «adanismo» y por los cambios de postura que, a su juicio, ha ejercido la coalición soberanista. Y fue más allá al recriminarle que «ha perdido una gran oportunidad de renegar de una estrategia de violencia». «Tiene que tomar una importante decisión: ser el jefe de una oposición destructiva o ser el socio preferente para abordar los retos que necesite Euskadi. Está en sus manos. Mi mano la tiene extendida», concluyó.
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