Antonio Salvà: «Una bala de ETA te mata dos veces; cuando asesina a tu hijo y luego a ti con el odio»
Médico de profesión, dio el salto a Vox por compromiso personal: «Si los 'bildutarras' están en las instituciones, las víctimas también» | Antonio Salvà recuerda a su hijo Diego, el guardia civil asesinado en Mallorca hace ahora diez años junto a Carlos Sáenz de Tejada, otro joven agente
Han pasado diez años, pero las heridas siguen intactas. Como el primer día. «Es que no se cierran nunca. Es imposible. Esas heridas morirán conmigo ... ». El asesinato de uno de sus siete hijos a manos de ETA detrozó a la familia de Antonio Salvà (Palma, 1952). Diego fue uno de los dos guardia civiles que murieron en Palma de Mallorca en el último atentado de ETA en España, el 30 de julio de 2009.
Han pasado diez años pero Antonio recuerda ese día como si fuera ayer. Diego, pamplonés de nacimiento, como su madre, Montse Lezaun, acababa de empezar una nueva vida. Un gravísimo accidente de moto le había dejado en coma varias semanas y obligado a hacer un largo paréntesis en su nueva profesión. A sus 27 años, este aficionado al fútbol y a la Fórmula 1, se había convertido meses antes en un alumno en prácticas de la Guardia Civil. Era lo que él quería. El mismo día de su asesinato se reincorporó a su destino: el cuartel de Palmanova. Estaba contento porque le quedaba cerca de casa. Pero ese jueves de verano, ETA acabó con su vida con una bomba lapa colocada en los bajos de su coche patrulla, un Nissan Patrol. La explosión mató a los dos agentes, él y su compañero, Carlos Enrique Sáenz de Tejada, otro joven de 28 años, que acabada de llegar de Burgos.
«Los que están en la cárcel hicieron el trabajo sucio y los 'bildutarras' están con un sueldo de órdago»
«Puedo describir minuto a minuto el 30 de julio de 2009. La última imagen que tengo de mi hijo es de ese mismo día por la mañana, muy temprano. Yo había madrugado para ir con mi barco de Palma de Mallorca a Ibiza. Me lo encontré por el pasillo de casa en pijama. Le pregunté qué hacía porque era casi de noche. Él había estado 23 días en coma tras el accidente. Me respondió que quería ir a mi cuarto de baño porque su madre le había dado permiso. Esa respuesta me desconcertó. Ahí me di cuenta de que no estaba bien del todo. Y me fui. Él salió más tarde a trabajar. Luego llamé a mi mujer y le dije que cómo le habían dejado ir al cuartel solo en coche, porque no estaba bien. Había estado un mes ingresado en una clínica especial para hacer rehabilitación. Yo soy médico hospitalario y me gustó mucho cómo le trataron. Este es mi último recuerdo», confiesa. El mismo día que empezaba a trabajar lo mataron. Se dio de alta para no perder el destino. «Fue a un destino sin armas porque no estaba al cien por cien», insiste.
Y a las horas murió asesinado por ETA. «Al principio fue durísimo, terrible. No entendíamos nada», lamenta Antonio. No obstante, a este oftalmólogo mallorquín le gusta contar con alegría cómo era su hijo: «Tenía mucho sorna. Era alegre y sociable. Un personaje muy divertido. El más inteligente de todos mis hijos. Sin duda. Era más listo que el hambre. No quiso estudiar. Le dije que entonces tenía que buscarse rápidamente un trabajo. Hizo de todo. Estuvo de vendedor, de guardia de Seguridad. Y al final decidió preparar las oposiciones para la Guardia Civil. Su abuelo materno lo había sido. Aprobó a la segunda. Fuimos toda la familia a su jura de bandera».
Antonio también recuerda la llamada por teléfono de su hija Letizia el fatídico día. Él ya estaba en Ibiza almorzando en un restaurante. Le dijo que habían puesto una bomba en Palmanova. No se lo creyó. Llamó a la comisaría de Palma y se lo confirmaron. Le dijeron: «Toni, es tu hijo».
-¿Cómo ha transcurrido todo este tiempo para su familia?
-Al principio no lo podíamos creer. Lo llevamos muy mal. Pero al tiempo las cosas fueron cambiando. Afortunadamente a mi casa llegaron dos niños de acogida, una acogida que al final fue permanente, y la alegría volvió a poco a poco a nuestra familia. Volvió a entrar la esperanza y llenó un poco el vacío que dejó Diego. Nos ayudó muchísimo. Pero un hijo es imposible de sustituir.
-¿Le inquietó alguna vez la posibilidad de que Diego pudiera sufrir un atentado?
-Cuando se graduó como guardia civil me fui con él y otros cuatro de mis hijos a esquiar a Andorra y a pasar unos día juntos. Allí hablamos de esto, y él me dijo que la posibilidad de que ETA le matara era muy escasa. Mallorca y Palma tienen un halo de seguridad. Es la isla de la calma, un refugio. En esta ciudad nunca pasaba nada. Pero esta imagen se vio truncada el día que lo asesinaron. Tengo que decir que, desgraciadamente, los etarras sabían lo que hacían. Lo planearon todo muy bien.
Salto a la política
Hoy, diez años después, Antonio dice que si tuviera delante a los asesinos de su hijo les preguntaría por qué lo hicieron y quién se lo ordenó. Y por qué. Que se lo expliquen. Pero lo de perdón... Eso ya es otra cosa. «Yo necesito ese perdón. Pero tendría que ver a sus asesinos. Y ellos me lo tendrían que pedir. Si lo hacen, perdonaré. Pero también digo que en ese momento no sé lo que haría. A veces prefiero no saber quién ha sido, quién lo hizo... Pero reconozco que desde el punto de vista del final definitivo de la violencia de ETA es imprescindible saber quién fue. No solo en este caso, también en el de los más de 300 casos aún sin resolver», reconoce el padre de Diego. Para Antonio, «el perdón real sería hacerlo delante de cada una de las víctimas».
-Su mujer afirmó que decidió perdonar porque le hacía bien y tenía otros seis hijos más...
-Es que no se puede vivir con odio. Es espantoso. Una bala de ETA te mata dos veces; primero cuando mata a tu hijo y luego cuando te mata a ti con el odio. Es horrible.
Antonio Salvà decidió dar el salto a la política de la mano de Vox. Confiesa que lo hizo por un compromiso personal: «Si los 'pseudoetarras', los de Bildu, están las instituciones, las víctimas también debemos estar». De la misma manera se muestra muy crítico con el PNV: «Si ellos, los nacionalistas, están ahí, siendo responsables políticos de todo lo que ha sucedido, yo también. Porque no hay que olvidar lo que dijo Arnaldo Otegi cuando falleció Xabier Arzalluz, 'se ha ido uno de los nuestros'. Más claro no pueden hablar. Y de hecho, en las épocas más duras de la violencia, ETA mataba a los políticos del PSOE y del PP, pero no a los del PNV».
«Las heridas siguen intactas, como el primer día. No se cierran nunca y moriré con ellas»
El padre de Diego reflexiona sobre la vida de los presos, y apunta a que los terroristas lo pasan peor que él porque «llevan una vida de perros, no pueden ni conciliar el sueño. Salvo que sean personas con mentes patológicas, asesinos en serie, nazismo puro, no pueden vivir con esa conciencia... Los que están en la cárcel han hecho el trabajo sucio y los 'bildutarras', insisto, están con unos sueldos de órdago en un Estado al que han atacado».
Homenaje y misa
Cada año, cuando se acerca la fecha del asesinato de su hijo, Antonio y su familia lo pasan mal. Les vienen a la cabeza las imágenes de un día que truncó sus vidas para siempre. Como a la familia de Carlos Sáenz de Tejada. Este año se cumplen diez años de aquella fecha y la Guardia Civil quiere rendir un homenaje especial a los dos jóvenes. «Habrá un acto solemne en el lugar donde los mataron, y luego una misa en la catedral celebrada por el obispo», concluye Salvà.
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