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Paraguas rosas contra el cáncer infantil
Más de seiscientas personas han acudido a la cita de Aspanogi para visibilizar la enfermedad
El desafío solidario para apoyar a los niños con cáncer se ha hecho este domingo un poco más duro. Los 6,8 kilómetros que separan Sagüés del Peine del Viento en San Sebastián han tenido que recorrerse bajo una lluvia persistente y heladora, eso sí, pertrechados bajo un paraguas rosa regalado por la organización y con el firme objetivo de concienciar a quienes paseaban por la zona de todo lo que ocurre en relación con el cáncer infantil. Algo más de seiscientas personas no han dudado en acudir a la cita convocados por Aspanogi, la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Gipuzkoa.
No era una competición deportiva, «porque aquí no se viene a ganar », recuerdan desde la organización, pero los bastones de marcha nórdica han sido los principales protagonistas. Familias, cuadrillas de amigos, niños vestidos de la Real y mucho color rosa, símbolo de la asociación, han copado la Bahía donostiarra para dar visibilidad a una enfermedad temida que cuando ataca a los niños se transforma en un monstruo aún más implacable.
La primera en cruzar la meta con sus bastones nórdicos ha sido María Cao, una mujer con problemas de espalda que los ha utilizado para llegar hasta la pancarta final en pleno paseo del Tenis, atestado de turistas que iban y venían del Peine del Viento. Entre aplausos de los voluntarios ha confesado que su victoria escondía una pequeña trampa.
«La verdad es que no he hecho el recorrido entero, me he saltado el paseo de los Curas de Urgull y he ido por la Parte Vieja. Hubiera sido imposible de otra manera». Ha reído al recibir la llamada de su hija, que compartía recorrido con otros amigos y marchaba aún a la altura del túnel del Antiguo. «¿Que dónde estoy? En la meta, ya he llegado?».
Pese a la pequeña trampa, María estaba satisfecha, tanto por su participación en la marcha como por haber encontrado la forma de aliviar sus males con los bastones. A su entrenadora siempre le dice que es su segunda médico porque, por fin, puede pasear.
Los bastones de los que muchos de los participantes son tan estusiastas no han sido utilizados por gran parte de los que se han sumado a esta caminata matinal y reivindicativa. Maite tenía muy claro que hiciera el tiempo que hiciera, era fundamental acudir a la cita de Aspanogi.
«Más allá de la colaboración económica, creo que es importante visibilizar una enfermedad que afecta a muchos más niños de los que pensamos. Vengo para eso, para que la gente sepa que el cáncer les afecta también a ellos, que no hace falta que llegue a tu familia o a los hijos de tus amigos, que está ahí y que necesitan apoyo». Como tantos otros, ha participado en el lazo rosa que se ha dibujado sobre la arena de la Zurriola con su paraguas, y ha visto cómo los globos dorados se soltaban una vez realizada la foto. Algunos niños no han querido soltarlos. Como Iker, con su traje de la Real y su globo. «¿Cuantas horas hemos tardardo en llegar hasta aquí, ama?»
Dorsales solidarios con esos pequeños ‘piratas enfermos’
«¡Vaya mañana!» Voluntarios y sobre todo voluntarias de Aspanogi, asociación de padres de niños con cáncer, han repartido dorsales y paraguas en la explanada de Sagües de Donostia. Como ocurre siempre, había quien ya había realizado su inscripción por internet, cinco euros, pero también quienes habían esperado hasta el último momento y pagaban por ello diez. Incluso aquellos que, sin tener pensado realizar los casi siete kilómetros de recorrido, aportaban el dinero que les parecía y obtenían así su dorsal y expresaban su solidaridad con las familias de estos niños. Los datos señalan que en el Hospital Donostia se registran entre 20 y 25 nuevos casos cada año. «Calculamos que van a acudir unas seiscientas personas, pero tenemos que reconocer que el mal tiempo nos ha hecho daño en cuanto a la participación», han explicado unas voluntarias. «La marcha también ha coincidido con el partido de la Real y eso nos puede perjudicar», ha añadido una de ellas mientras entregaba el dorsal a un hombre alto. Él llevaba puesto uno de esos pañuelos amarillos que los niños con cáncer, los ‘piratas’, lucen en el hospital.