«Nos ha saltado la alarma de las inundaciones a las 6.10. No me lo podía creer»
Los vecinos de Okendotegi 92 han tenido que volver a vaciar sus garajes ante la subida del río. Es la segunda vez en un mes. «Estamos hartos», se lamenta Juanjo Pintos
Eran las 6.10 horas de la mañana cuando Juanjo Pintos, vecino de Okendotegi 92, en Martutene, ha escuchado esa sintonía que tanto teme y ... que le alerta de que el Urumea está a punto de llegar a su casa. «Cuando nos ha saltado la alarma de de seguridad para inundaciones que tenemos en el regato no me lo podía creer», se lamenta después de haber vaciado los garajes, de donde, junto con el resto de personas que viven en su bloque ha sacado «los coches, las motos, las biciletas y objetos con valor sentimental por si acaso».
El despertar en Okendotegi ha sido inesperado, «una sorpresa». Juanjo, que asegura que ayer por la tarde, «a eso de las 15.45 horas en el puente de Ergobia había como un metro de agua», no se puede creer que durante la noche haya subido a los 5,80 que marcaba el indicador en la mañana de este lunes. La alarma les salta cuando se superan los 5,50 metros, pero no entienden cómo el río ha subido tanto. «Nos parece raro. Ayer estábamos tranquilos. Hacía viento y llovía, pero nada que ver con hace un mes», explica mientras se toma un café caliente para evadirse de lo sucedido por unos minutos.
Hace justo un mes, el 10 de diciembre de 2021, Pintos tuvo que achicar agua de su portal, retirar zarzas... Las inundaciones de final de año pusieron Okendotegi patas arriba, «y como se ha visto no fue ni la primera ni la última vez». En 2015 también le tocó vivir una situación similar, «aunque la más dura fue la de noviembre de 2011. Nos ha entrado agua a casa en unas seis ocasiones, estamos hartos», se lamenta Pintos, que se siente «abandonado» por las autoridades. «Estamos en zona de nadie. Esto no interesa».
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En Okendotegi ya viven «con ese riesgo». Todos los inviernos temen por las fuertes lluvias, aunque en esta ocasión se han repetido en apenas cuatro semanas. Por ahora, el agua no ha entrado en los garajes. Pintos, optimista, confía en que no lo haga. No quiere verse de nuevo en katiuskas y achicando agua. «Ya hemos tenido suficiente».
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