Expertos advierten que estabilizar la ladera del vertedero puede llevar más de 6 meses

Cuando se dejen de emitir gases tóxicos comenzará la segunda parte del operativo, que consistirá en estabilizar la ladera para evitar nuevos derrumbes. Requisito previo para poder iniciar con la última fase, la más importante: buscar a Joaquín y Alberto, que se cree que están enterrados en dos zonas concretas del vertedero.

Las familias de los desaparecidos son conscientes de que se trata de una operación delicada. Lo que no pueden comprender es que haya tan poca gente trabajando sobre el terreno y que no se pongan «todos los medios» necesarios. Ayer, apenas había media docena de personas que «se fueron a casa» sobre las tres de la tarde. Una queja que no dudaron en transmitir en persona al lehendakari Iñigo Urkullu en el encuentro «casi fortuito» que mantuvieron con él en la 'zona cero'. «¿Dónde están todos los recursos que nos prometieron? La realidad es que no se está haciendo todo lo posible», le dijeron.

Uno de los principales problemas es que sólo la fase de estabilización puede llevar «más de seis meses», según explican fuentes del operativo. Aquí se unen muchos factores. Para empezar, la inseguridad del terreno. El derrumbe del pasado día 6 provocó el movimiento de más de 750.000 metros cúbicos de escombros. Es decir, prácticamente todo lo que había en una ladera de unos 300 metros se movió de pronto de un sitio a otro. Desde entonces han surgido nuevas grietas, algunas de casi un metro de largo. Los geólogos tienen claro que el riesgo de nuevos corrimientos es muy alto, sobre todo si llueve. De hecho, los trabajos se han detenido ya en varias ocasiones.

Para estabilizar la ladera y poder buscar en las zonas en las que se piensa que están Joaquín y Alberto -explican las fuentes consultadas- es necesario, entre otras cosas, aligerar la carga del vertedero en la parte superior. De esta forma se evitaría que los materiales se deslicen hacia los escalones inferiores. El asunto aquí es que se piensa que Alberto puede estar cerca de la báscula, donde el terreno está «un poco más asentado», y se cree que Joaquín puede encontrarse en una zona de «alta inestabilidad», lo que obligará a abrir distintas pistas para que puedan acceder las máquinas.

En realidad, ese será «un problema menor». El verdadero quebradero de cabeza reside en qué hacer con la tierra. Básicamente porque los residuos del vertedero se han convertido en «peligrosos» al haberse mezclado todo lo que había tras el derrumbe. Eso quiere decir -insisten los mismos medios- que «no puedes depositarlos en cualquier parcela de terreno, ya que se contaminaría». Una de las opciones que se está barajando, de hecho, es construir celdas habilitadas para materiales peligrosos en las inmediaciones para ir depositando ahí la tierra que se vaya excavando. Todo ello llevará más de seis meses de trabajo. En este contexto, los familiares de los trabajadores siguen acudiendo cada día al vertedero.