Los ayuntamientos tendrán la última palabra para aplicar el impuesto turístico como reclamaba Donostia
El consistorio donostiarra celebra que se vaya a aplicar este modelo y no un gravamen autonómico como pretendía el Gobierno Vasco. La diputada general espera presentar la propuesta de la norma foral a las Juntas «a finales de este año»
Los ayuntamientos tendrán la última palabra a la hora de aplicar el impuesto turístico en sus municipios, una fórmula distinta al impuesto autonómico que apostaba ... por diseñar el Gobierno Vasco. «En este caso recaudarían los ayuntamientos y serían los propios ayuntamientos los que establecerían la necesidad de ese impuesto o no y los que tomarían esa decisión», ha explicado este miércoles la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza.
Tras años de negociaciones, el proyecto estrella del departamento de Turismo del Gobierno Vasco, liderado por el socialista Javier Hurtado, ha tenido que reformularse -tal y como ha informado hoy este periódico- y no será un impuesto autonómico para todos si no que serán las diputaciones forales las que regulen la norma y luego dejen en manos de los consistorios si la aplican o no y el destino de la recaudación. Un modelo que el Ayuntamiento de Donostia ha reclamado siempre y que será el que finalmente se adopte.
Más allá de la compleja negociación institucional, el cobro del impuesto turístico, llamado popularmente tasa turística, no se aplicará este año y se retrasa, al menos, hasta bien entrado 2026, ya que la Norma debe pasar por el trámite de Juntas donde PNV y PSE deben contar con el apoyo de algún partido de la oposición para sacar esa regulación adelante. Posteriormente, cada ayuntamiento debe someter en su pleno el debate y aplicación del impuesto y sus detalles.
Norma para «finales de año»
La diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza, ha transmitido este miércoles que espera poder presentar para «final de año» esa norma foral que regulará la implantación del impuesto turístico en el territorio de cara a su posterior tramitación en las Juntas Generales, donde el Gobierno de coalición de PNV y PSE necesita el apoyo de al menos un partido más para sacarla adelante y que se ponga en marcha en 2026.
Mendoza ha señalado que la institución foral trabaja ya en la preparación de una norma foral que regule su implantación y espera que se pueda presentar «para finales de año» como trámite previo a exponerlo en las Juntas Generales, proceso que puede prolongarse durante unos «seis meses».
«Los donostiarras ganan», señala el Ayuntamiento de Donostia
Por su parte, el concejal donostiarra de Turismo, Jon Insausti, ha destacado que la futura implantación de un impuesto turístico es «una muy buena noticia», porque «gana la ciudad y sobre todo ganan los donostiarras». Insausti ha recordado que desde el Ayuntamiento «siempre» han defendido que «el impuesto a la estancia en alojamientos turísticos debería de ser municipal, no por una ansia de control, más que nada porque desde la propia realidad local es como mejor se entiende la realidad turística».
El concejal ha reconocido que «en todos los municipios el turismo no se manifiesta de la misma manera», al tiempo que ha asegurado que en la capital guipuzcoana «este impuesto nos va a ayudar a mejorar la gestión del destino». «Eso es así», ha defendido. «Ahora lo que sí nos hace falta es que las haciendas forales, en este caso la de Gipuzkoa, se pongan en marcha para poder sacar una orden foral en la que se recoja cómo va a ser ese impuesto turístico», ha señalado.
En este contexto, ha afirmado que, «siendo optimistas», al Gobierno municipal donostiarra le gustaría «que el año que viene, en el 2026, ya estuviera activa para poder así recaudar, porque esto lo tenemos que aprobar en el Pleno municipal». «Por lo tanto, recaudaría el ayuntamiento, lo deberíamos de hacer en alianza con los alojamientos de Gipuzkoa, en este caso de Donostia, puesto que el pago se hace en los propios alojamientos», ha indicado.
Insausti también ha defendido que el uso que se haga de la recaudación de ese impuesto «tiene que ir destinado a mejorar la calidad de vida de los donostiarras», lo cual supone «destinarlo a las cosas rutinarias del día a día, el transporte, la limpieza, el seguir mejorando la red de ciencia y conocimiento que hay en la ciudad, nuestro propio patrimonio».
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