«Está todo el almacén lleno de tierra y arena. Ha salido el río por el suelo»
Los bomberos tuvieron que intervenir en diferentes comercios de los barrios del Centro y Gros de San Sebastián y de la zona del Bidasoa
Iñigo Morondo y Javier Guillenea
San Sebastián
Jueves, 18 de agosto 2022
En una hora cayó más agua que en un mes. La lluvia se enseñoreó este jueves de Gipuzkoa, acompañada de un brusco descenso de las temperaturas y fuertes rachas de viento. Más que verano parecía puro invierno. Fue una jornada en la que los bomberos tuvieron que intervenir en diferentes comercios de los barrios del Centro y Gros de San Sebastián y de la zona del Bidasoa, cuyos sótanos se vieron inundados por las aguas.
La lluvia y la pleamar se conjuntaron la noche del miércoles para proporcionar un amargo despertar a las propietarias de los comercios de ropa de mujer Vuelve Marcela, en la calle San Marcial de Donostia, y Maje, en la calle Bergara, que ya han vivido en otras ocasiones una situación similar a la de ayer. «Siempre que hay lluvias fuertes y marea alta entra agua en el almacén. La última vez sucedió en mayo», explica María Aguirre, propietaria de Vuelve Marcela. En esta ocasión, sin embargo, los daños han sido menores ya que habían subido todo el género del sótano a una zona alta como medida de precaución.
«Cada vez que llueve mucho cruzamos los dedos y cuando por la noche vi cómo llovía me imaginé lo que iba a pasar», dice Aguirre. Al final, sus temores se cumplieron. Por la mañana, cuando abrió la tienda, se encontró con el almacén del sótano «lleno de agua casi hasta la rodilla». Al parecer, asegura, «hay un problema con las arquetas, que no pueden soportar todo el agua que cae y sale hasta por la taza del váter».
Peor lo llevó Regina, propietaria de la tienda Maje, que este jueves por la mañana se afanaba transportando cajas en un intento de salvar algo de ropa. «Al llegar nos hemos encontrado con la tienda destrozada. El agua ha entrado en el sótano y ha alcanzado una altura de unos 30 centímetros. Había tablones de madera flotando, la fuerza del agua ha levantado el suelo completamente, hemos perdido un montón de género. Está todo lleno de tierra y arena, ha salido el río por el suelo», afirma.
Regina cruza los dedos para que no le suceda como en la inundación de 2013, cuando nadie quiso hacerse cargo de los desperfectos. «El seguro nos dijo que era responsabilidad del Consorcio de Aguas y el Consorcio respondió que lo que había pasado no se debía a un fenómeno meteorológico. Se limpió las manos, al final es como si te hubieras dejado el grifo abierto», se lamenta.
A lo largo de la mañana los bomberos retiraron gran parte del agua de los establecimientos, y también lo tuvieron que hacer en la vecina calle Etxaide, donde el foso del ascensor de un portal había quedado anegado. El viento también provocó la caída de un árbol en el paseo Árbol de Gernika y de otros dos en Hondarribia. Uno de ellos, en la GI-636 lo que provocó que el tráfico quedara cortado durante varios minutos al mediodía en ambos sentidos. En Irun, la regata de Jaizubia se desbordó a la altura de la ikastola Txingudi.
En alerta en Irun
Los aguaceros más intensos llegaron al Bidasoa. El Ayuntamiento de Irun recibió con calma la alerta roja porque se refiere a «la pluviometría y lo que nos preocupa siempre es la situación del río Bidasoa, que no tiene por qué estar relacionado. El río, a la altura de Endartsa, bajó con una altura de dos metros, es decir, que traía mucha agua pero lejos de los niveles de aviso amarillo (cuatro metros) o alerta roja (seis metros) que nos podrían llevar a adoptar medidas preventivas». El agua también anegó varios establecimientos de la ciudad fonteriza.
En cualquier caso, y dada la intensidad de las precipitaciones que se estaban registrando desde la madrugada en la ciudad se activaron dispositivos de Policía Local y también se activaron en la base los voluntarios de Protección civil. Un árbol también cayó en la N-I a su paso por el golf.
Entre las regatas, es la cercana a esa zona, la de Jaizubia, la que porta más caudal, que finalmente se desbordó, aunque solo afectó a la ikastola próxima que se encontraba vacía.