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Karlos Arguiñano, ayer en su restaurante de Zarautz en la presentación de su nuevo libro. LUIS MICHELENA

Karlos Arguiñano: «Estoy feliz y todavía me queda cuerda, aunque no sé si para rato»

Nuevo libro con recetas fáciles, rápidas y para todos los bolsillos de Karlos Arguiñano. Aunque los precios suban «todavía se puede comer barato y bien en casa», afirma.

Dani Soriazu

San Sebastián

Jueves, 10 de noviembre 2022

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Ya ha perdido la cuenta exacta, pero Karlos Arguiñano (Beasain, 1948) sabe que son más de 70 los libros que ha publicado bajo su firma a lo largo de una dilatada carrera dedicada a los fogones y a la televisión. A la lista ahora suma uno más: 'Cocina fácil y rico: Más de 600 recetas para triunfar', en el que fiel a su estilo, reúne platos sencillos para elaborar en la cocina «sin perder tiempo y para todos los bolsillos». Porque aunque la vida se esté disparando y «vivamos como pollos sin cabeza», el popular cocinero asegura que «hoy en día todavía se puede comer barato y con elaboraciones sencillas y rápidas».

Karlos Arguiñano recibió este jueves a la prensa en su restaurante de Zarautz para la presentación de su nuevo recetario. Fue un día largo de entrevistas, pero las despachó enérgico, sin perder en ningún momento la sonrisa y el talante afable que siempre le caracteriza. Este es su noveno libro con la editorial Planeta con la que lleva desde 2014 «y con la que he vendido más de un millón de ejemplares», recuerda. «Cómo no voy a estar contento, ¡de cojones!», confiesa con su habitual desparpajo.

Y después de tantos libros, la pregunta pertinente es: ¿sigue quedando hueco para más consejos culinarios? Y la respuesta la tiene clara: sí. «En todos los libros hay recetas hechas por mí en mi programa. Todas diferentes. Llevo 34 años en televisión, más de 7.000 programas hechos y más de 11.000 recetas distintas. O sea que hay recetario para rato».

Karlos Arguiñano: «Me queda cuerda, no sé si para rato»

Y al propio Karlos Arguiñano también le queda mecha que quemar, aunque es consciente de que la edad también marca sus tiempos. «Me queda cuerda, pero no sé si para rato, voy para 75. Aunque el presidente de EEUU va para 80 y ahí sigue. Ya le veo que a veces se despista, cuando a mí me vean que me despisto también me mandarán a casa», ríe. No en vano son 44 años de profesión y eso se nota. Aunque el balance no puede ser más positivo, y se le nota en la cara. «Estoy muy contento de todo lo que he hecho y de cómo me sigue la gente. He jugado limpio y cuando juegas limpio llegas a la vejez con tranquilidad».

En su nuevo libro el cocinero reivindica la cocina hecha en casa para la que, garantiza, no hace falta rascarse mucho el bolsillo. «Lo demuestro cada día. Jamás me busco recetas con cigalas, langostas, solomillos ni grandes vinos. Y es verdad que todo ha subido, la luz, la gasolina… pero todavía se puede comer barato. Con unas verduras de temporada (coliflor, berza, puerros, acelga, coles de bruselas, alubia roja) y yendo al mercado se pueden conseguir productos a buen precio». Un ejemplo que se le ocurre con rapidez: «Una buena berza, con unas patatitas y refrito, y una costilla de cerdo con pimentón y puré de patata».

Sacar hueco en nuestras ajetreadas vidas para preparar un buen plato y «comer como Dios manda» tampoco debe ser problema, indica. «Tenemos tiempo para ir al gimnasio, ¿pero no tienes 40 minutos para cocinar para tus seres queridos? La comida casera es una cocina con la que en una hora hora y cuarto puedes preparar platos para toda la familia». En este sentido, señala que lo más pena le da es «que la gente coma comida envuelta en plástico», porque quien no dedique algo de tiempo a cocinar «comer le va a salir más caro y va a estar peor de salud. Les van a salir asteriscos en los análisis».

El legado de Karlos Arguiñano

El cocinero reconoce vivir un momento «feliz» en el que tiene la suerte de poder pasar mucho tiempo con los suyos, mientras lo compatibiliza con su flamante carrera como estrella de los fogones en la televisión. Puede hacerlo, reconoce, «porque están mis hijos al frente del restaurante». Un legado que ellos mantienen y sobre el que lamenta que otros no tengan esa suerte.

Le viene a la mente el restaurante Zuberoa de Oiartzun, que hace escasas semanas ha anunciado su cierre para finales de año, precisamente, porque no tienen a nadie que continúe con el negocio. «Los hermanos Arbelaitz tienen derecho a descansar después de tantos años de esfuerzo y gran trabajo. Pero tengamos claro que van a cerrar otros tantos más, porque como no tengan a nadie que les siga…», señala el chef, quien también recuerda que en el pasado también hubo otros restaurantes que fueron cerrando «y se fueron abriendo otros». Un ciclo que confía en que seguirá.

Eso sí, comparte el criterio de Ferrán Adriá de que «hay que humanizar los horarios en hostelería, porque si no no va a haber personal. «Esos cambios tendrán que ir llegando. Pero en cualquier caso, la gente no se va a quedar sin tener sitios donde comer».

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