En Idiazabal hay queso y también vida

Ezkurdia y Ladis Galarza siguen vivos y le dan más emoción por abajo a un campeonato que parecía decidido tanto por arriba como por abajo, con una sola plaza por adjudicar para la liguilla de semifinales. Pero los resultados cosechados en las dos últimas jornadas han puesto ese punto de picante para que el pelotazale siga acudiendo a los frontones a disfrutar de la competición. Eso es lo que manda. Partidos de pan y jamón no interesan a nadie.

Ezkurdia estrelló dos voleas en la chapa mientras calentaba. ¿Buen o mal presagio? Significaba que salía a por todas o que, por el contrario, podía tener una tarde aciaga. El delantero de Arbizu se encargó de aclarar esa incógnita desde el mismo instante en el que la pelota se puso en juego. Cargó con la iniciativa del juego y en esta ocasión no tuvo que hacerlo a remolque. Dominador, imprimiendo mucha velocidad a la pelota, sobre todo con la volea, superó la defensa de Aimar Olaizola, que no fue la de otros partidos. El goizuetarra no dio una pelota por perdida, pero se encontró con uno de esos días en los que no te sale nada por mucho que lo intentes. Se quedó con unos exiguos tres tantos de cosecha propia en su haber, unas cifras que no están a la altura de su calidad. Y falló más de la cuenta. Pelotas claras se le enredaron en las manos y acabaron bajo el colchón. Normalmente acaban en tanto, pero ayer era el día que no.

Lo que tampoco pensaban encontrarse la pareja de Baiko fue la resistencia y el buen hacer de Ladis Galarza. El zaguero de Baraibar cuajó un gran partido. Albisu le enseñó la espalda continuamente, pero no se vino abajo. Perdió dos pelotas al principio (4-7 y 7-8), ambas con la derecha, pero cuando muchos pensaban que era el principio del fin, les demostró que estaban equivocados. Llegó a sujetar por momentos al ataundarra y no volvió a errar. Fue el complemento perfecto para un Ezkurdia desatado al ver que las diferencias en el marcador eran reales (0-2, 1-4, 2-7, 8-14 y 9-18). El punto ya estaba en su casillero.

De las derrotas también se aprende. Eso fue lo que pensaron Olaizola II y Albisu. Lo malo es que es la segunda consecutiva y que podían tener ya asegurado el billete para la liguilla de semifinales. Con una victoria más en las tres jornadas que restan lo habrán conseguido. En cada partido, bueno o malo según el cristal por el que se mire, también hay momentos mágicos, firmados ambos por el ataundarra. Como el dos paredes de zurda en el 6-8 y el soberbio derechazo en el 11-18. En Idiazabal, además de queso, también hay vida. Que se lo digan a Ezkurdia y Ladis Galarza...