Creer y luchar

Desde los primeros botes de balón se comprobó que no era el día. Canastas fáciles, de rueda como se conoce en argot, empezaron a marcar diferencias que rozaron los diez puntos sin que los jugadores hubieran arrancado a sudar. El nivel de acierto de los guipuzcoanos ni se acercaba al del Casademont.

Brussino fue una pesadilla para el GBC. No supo pararle y fue el primer gran culpable de la abultada derrota. Hasta Nicola en un tiempo muerto recordó a sus jugadores que su compatriota no había fallado ningún tiro de campo. No hubo forma de que la locomotora maña descarrilara y en cuanto cogió velocidad solo quedaba apartarse. No paró ni en las estaciones y se llevó por delante todo lo que tenía enfrente. Mirar la estadística es un ejercicio de fe.

Pocos recuerdos buenos llegan desde la capital del Ebro, aunque el equipo guipuzcoano ha hecho algún que otro buen partido allí. En el Príncipe Felipe descendió el GBC en la temporada 2014/15 y algo así siempre queda en la memoria. El GBC tiene seis jornadas por delante y la diferencia es de tres encuentros, con lo que ya ven que la cosa está peliaguda. Si la plantilla tenía en septiembre el reto de hacer historia, siete meses después, más todavía. «Creer y luchar» dijo el otro día en rueda de prensa Nicola. Es lo único que queda.