El cine más sinfónico cautivó en el Velódromo
Juanjo Ocón dirigió a una brillante Orquesta Sinfónica de Euskadi y a un sólido coro Landarbaso en la proyección con música en directo
La cita anual dentro del Zinemaldia con la OSE, que interpreta música de varias películas junto a la proyección de imágenes de las mismas, sumó ... ayer puntos a su ya tradicional éxito. Lo hizo, sobre todo, gracias a la magnífica labor del director Juanjo Ocón, que demostró haber realizado un importante y efectivo trabajo de concertación entre las imágenes y la música. Con gran experiencia en el género, el donostiarra tuvo mucho que ver en la brillantez del magnífico espectáculo que ayer por la mañana abarrotó el Velódromo. La orquesta, especialmente inspirada, y el eficaz coro Landarbaso, unido a la magnífica dirección, hicieron posible la magia de un encuentro completo que, sin duda, conquistó a todos.
Tras la presentación por parte de la actriz y directora Aizpea Goenaga, la presidenta de la SGAE Pilar Jurado y el director general de la Sinfónica de Euskadi, Oriol Roch, dieron voz a los cuatro compositores que asistieron a la gala: Pascal Gaigne, autor de 'Handia' y 'Errementari', Joseba Beristain, de 'Elkano lehen mundu bira', Nani García, de 'Arrugas' y Vanessa Garde, de 'La gran aventura de los Lunnis y el libro mágico'. Únicamente faltó el creador del 'Nodo' que cobró nueva vida con el sonido de toda una orquesta en directo y 'Los últimos de Filipinas', Manuel Parada de la Puente (1911- 1973), todo un pionero en la composición de música para la imagen.
Tras sus dos piezas, apoyadas por el adecuado trabajo de Carlos Rodríguez, de Morgancrea, artífice del montaje de imágenes, llegó el turno de una de las partituras más conmovedoras, la de 'Handia' de Gaigne. Su capacidad de generar expectativas en el espectador usando un lenguaje propio de enorme belleza y una cuidadísima orquestación, con una música más sensorial que descriptiva, nos revolvió por dentro. También nos cautivó con el muy distinto carácter de 'Errementari', más intrigante y angustioso. La música propia de aventuras de Beristain, de brillante efectismo, o la construida casi como un mosaico de Garde, así como la sentimental de García para 'Arrugas' completaron una cita imprescindible que terminó con una aplaudida propina: 'Ocho apellidos vascos' de Fernando Velázquez.
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