El Drogas: «Al fascismo hay que combatirlo en la calle antes de que termine con nosotros»
El Drogas lanza un disco quíntuple, 'Sólo quiero brujas en esta noche sin compañía', con el que «enreda» en diferentes géneros y denuncia diversas injusticias
Cinco discos, 42 temas escritos en tres años y medio, unas 8.000 palabras y más de dos horas de música. Son algunos de los ... números que arroja el último trabajo de El Drogas (Pamplona, 1959). De momento, no tiene previsto presentarlo en Gipuzkoa aunque le gustaría, pero una obra así de monumental y apabullante bien merece una charla telefónica con el exintegrante de Barricada. La conversación tuvo lugar antes de las elecciones.
- Alguien decía que hay grupos míticos cuya discografía no llega ni a la mitad de esas canciones…
- Bueno, no sé. En Barricada íbamos a disco por año. Yo vivo de este oficio y estoy todo el día con la guitarra, el piano o escribiendo. No entiendo a esos grupos que pasan cinco años para sacar un disco de diez canciones con acordes sencillos, que al final es lo que hago yo. Igual están en coma… (Risas)
- Pero en tiempos en los que la gente no escucha ni medio disco entero, editar cinco de golpe parece una operación comercial suicida…
- Hay gente que sí lo hace y a ellos va dirigido este trabajo que tampoco pretendo que sea una historia masiva. En los conciertos tengo que meter a 500 personas por noche y sala para que me salgan los números. Y en esas estamos.
- En sus letras habita una intención poética, basta con reparar en el título del disco, tomado de unos versos de Panero. ¿Qué otros libros descansan en su mesilla?
- Buf, leo compulsivamente, tanto que más que una virtud es casi un defecto porque a veces no me quedo con muchas cosas. (Risas) Ahora estoy con los cuentos completos de Truman Capote, 'El holocausto español', de Paul Preston, y una antología de poetas latinoamericanos que me pillé el otro día en la feria del libro antiguo. Siempre procuro evitar las ferias porque en casa ya tengo más libros no leídos que leídos y eso sí que es preocupante.
- Cada disco tiene un tono diferente muy marcado. ¿Quería demostrar que sus posibilidades sonoras son infinitas?
- No, simplemente quería reflejar lo a gusto que me encuentro enredando y nadando en distintas piscinas. Me gusta ser un intruso en ambientaciones musicales y a la hora de tocar instrumentos. Es como el espíritu del punk de hace 40 años, cuando no hacía falta tener buena voz ni ser un as técnicamente en el manejo del instrumento, sino que lo importante era tener la desvergüenza de salir a decir lo que querías. Si me hubiera inclinado por la pintura, me habría dado lo mismo hacer bien o mal la mezcla de colores, igual que ahora me da igual si toco el piano con todos los dedos.
«Me gusta nadar en distintas piscinas, ser un intruso en ambientes musicales diferentes»
- El título del primer disco, 'Timbre acústico', lo dice todo. Hay folk, toques fronterizos, alguna instrumentación cercana al jazz…
- Tiene el punto de cuando meto la guitarra acústica en el maletero para poder componer allá donde voy: los acordes de un tema los puedo sacar sentado sobre una piedra, no tengo problema. Para dar una ambientación acústica a estas canciones llamé a la gente que me aguanta desde hace diez años. Al Flaco le propuse coger el contrabajo, que nunca lo había tocado; al Brigi le quitamos las baquetas y le dimos escobillas; las ambientaciones de Txus a la guitarra son más eléctricas pero están muy medidas, y yo toco la acústica, el piano y la armónica.
- «La vida se presenta como un reto que quema», canta en 'Al salir la luz'… El fuego es una figura recurrente en el disco junto a palabras como 'mecha', verbos como 'arder'…
- El fuego puede servir para describir metafóricamente la propia vida, entendida ésta como crisis, como movimiento constante. El fuego es hipnótico, puede representar el movimiento que nunca es uniforme, puede ser el inicio o el final, cuando todo acaba en cenizas y escombros... Es una imagen que me gusta, sí.
- Estas semanas hemos visto las calles arder en Cataluña… ¿Qué le sugieren esas imágenes?
-Aquí hemos vivido historias tan parecidas que me vienen a la memoria imágenes como aquella famosa foto de finales de los 70 en la que la policía rompía una cristalera para robar pasteles. El tema de los infiltrados está claro, los usan para reventar manifestaciones pacíficas que terminan como el rosario de la aurora. Es el reflejo en la calle de algo que no se quiere solucionar: el referéndum en Cataluña. Y no hay más. Luego todos los políticos hablan de diálogo, pero nadie quiere dialogar y la extrema derecha pide encarcelarlos a todos: pues que construyan una cárcel para dos millones de catalanes, por decir un número, que no estoy puesto en el tema… Yo nunca he tenido ese sentimiento independentista, pero está claro que la indignación cada vez está subiendo más de grado, y hay personajes que eso lo utilizan a su favor para calentar el ambiente. Por eso es comprensible el tipo de respuesta que tiene en la calle: cuando la gente está harta, su método de autodefensa puede ser cualquier tipo de respuesta.
«¿La violencia estáen el escrache o enel desahucio? En el desahucio, claramente»
-¿Incluso la violenta?
-Violencia es cuando a uno le revientan un ojo con una pelota de goma, ¿no? Y generalmente son los manifestantes quienes terminan con el ojo reventado. El diálogo sería el primer paso pero no quieren aceptar el pensamiento de quien tienen enfrente, que es algo básico, siempre que no sea fascismo. Con el fascismo no puedo: hay que combatirlo en la calle antes de que termine con nosotros.
-La política está muy presente en el segundo disco, 'Europa (Timbre oxidado)', cuyo tratamiento es mucho más agresivo y eléctrico…
-Sí, tenía que ser la contraposición del primer disco y por eso opté por un sonido más hardcore y opresivo. Este va sobre Europa y tenía que ser incómodo tanto a la hora de contarlo como de escucharlo. Buscaba la incomodidad del oyente, ha sido el que más me ha costado en cuanto a melodías pero estoy satisfecho.
-Las canciones hablan de temas como la violencia policial, la trata de blancas o el auge del fascismo, pero el drama de los refugiados acapara el protagonismo en canciones como 'Pena de muerte', 'A cara o cruz' o 'Besos de asco'.
-Y también está la que cierra el disco, 'Hoy me esperan las sonrisas'. La gente me dice que es más luminosa y tal, pero en realidad habla de mi propia cobardía.
-¿En qué sentido es un cobarde?
-En el sentido de que formo parte de este continente y contribuyo a mantener la pena de muerte dictada contra quienes encuentran su final en el Mediterráneo o 'Muerteterráneo': al final va a haber tantos cadáveres en el fondo del mar que se podrá cruzar sin pisar el agua. Con mis impuestos también pago la fabricación de esas armas que servirán para exterminar a otra gente… Si el término solidaridad no coge la fuerza que tenía en los años 70 u 80, si no usamos de modo práctico la empatía, es difícil que una sociedad tan débil pueda luchar contra eso.
«Seguramente, una de las cosas que más joden al poderoso es ver que el pobre se divierte»
- Volvamos a la música. El tercer álbum, 'Timbre canalla y de bullanga', lo preside un blues arrabalero…
- En la premaqueta las composiciones tenían un aire tanguero pero al ponerlas en común con la banda en la bajera tomaron una deriva más blues y rhythm & blues, excepto las dos últimas 'Gota a gota' y 'Hacha y tiza', que conservan ese aroma a tango. De algún modo he buscado ese punto en común que pueden tener el blues y el tango, que nacieron en locales de humo y alcoholes de alta graduación.
-Y en 'La mujer del aguacero' hay algo de flamenco, que también es una música nacida en el arrabal…
-Sí, todos esos géneros tienen algo de grito de resistencia por parte de los esclavos, los trabajadores, los pobres... ¡Están jodidos y encima cantan! Seguramente, una de las cosas que más le jode a un poderoso es ver que el pobre se divierte.
-Siento predilección por el cuarto disco, 'Timbre fundido', en el que describe un circo siniestro que funciona como metáfora de la sociedad. Cada canción la protagoniza un personaje: el dueño, el charlatán, el payaso, el oso, el enano…
-Pues si te gusta, lee el cuento 'Fénix', del peruano Julio Ramón Ribeyro, porque como suele ocurrir, es mejor el libro que la película. (Risas) Los personajes salen todos del relato y la carpa sería como la vida: bajo la misma puede acontecer la vida de cualquiera, que puede ser el dueño del circo en casa y el payaso en la calle.
-En este caso, el sonido es de corte industrial y electrónico, con algún ramalazo casi de ópera-rock…
-La chispa de ese tipo de ambientación industrial procede de 'La venganza de la Abuela', mi disco de 1999. Entonces escuché muchos grupos para familiarizarme con esa sonoridad y Nine Inch Nails terminó convirtiéndose en mi banda favorita.
-¿Y qué hay del último disco, 'Timbre equivocado'? Predomina el ambiente acústico pero es el que tiene un estilo menos definido...
-En el quinto álbum están, sobre todo, las canciones que a mí me han servido de oxígeno durante la composición de los demás 'timbres'. Cuando me bloqueaba en alguno de ellos, cogía la guitarra o el piano y con un par de acordes me arrancaba a hacer melodías relativamente fáciles. Es una especie de cajón 'desastre' de canciones escritas en diferentes tiempos y sin una unidad concreta. Quería que fueran casi como garabatos.
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