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Marcela Salazar, Juan F. Manjarrés, Raquel Mendizabal y Macarena Tejada
San Sebastián | Hernani
Lunes, 3 de febrero 2025, 01:00
Todavía son muchas las personas que siguen con «el susto en el cuerpo» en Hernani. El fin de semana terminó mucho peor de lo previsto ... para trece familias residentes en el casco histórico, que han tenido que pasar esta noche realojadas en un hotel después de que un incendio a primera hora de la mañana de este domingo obligara a desalojar siete edificios. Afortunadamente, no hubo que lamentar ningún herido, pero treinta familias tuvieron que dejar sus viviendas por precaución, aunque la mayoría –diecisiete– retornaron a sus hogares antes de finalizar el día. Sin embargo, otras trece, las que viven en el bloque donde se originó el fuego, el número 36 de Kale Nagusia, y los contiguos, el 34 y 38, tuvieron que pasar la noche en un alojamiento proporcionado por el Ayuntamiento hernaniarra. Entre ellos se encuentra Ramón Alsua, quien avisó a los servicios de emergencias cuando, tras levantarse a las seis de la mañana «para ir al baño», vio «una llamarada en el patio» del edificio, que es de estructura de madera.
El fuego se acababa de originar en el tercer piso. Al parecer, no había nadie en su interior, según Alsua, quien fue el encargado de dar la voz de alarma «antes de salir corriendo» para evitar que el fuego le alcanzara. «Enseguida» llegó la Ertzaintza y camiones de bomberos de los parques de Donostia, de Tolosa y de Zarautz. En total, alrededor de una veintena de profesionales «con un importante despliegue de recursos, dado el riesgo de que el fuego se extendiera por otros edificios», explicaron fuentes del Ayuntamiento de San Sebastián. Un retén de sus bomberos ha hecho noche en Hernani por precaución.
El municipio amaneció con una enorme nube de humo blanco, acompañada de una llamarada en torno a las seis de la mañana. Fue un suceso inesperado para todos los vecinos. Es más, a la mayoría les cogió en pijama. «Ha sido un susto tremendo, había llamas y hemos salido con lo puesto», coincidieron varios afectados que esperaban novedades de lo sucedido tras ser desalojados y refugiados en un bar cercano, el 'Kixkal'.
«Estábamos en casa y yo estaba dormida. Eran las seis de la mañana y, de pronto, he escuchado gritar a mi madre y su novio 'despiértate, se está quemando todo'», narraba desde el establecimiento hostelero Amaia, una joven vecina del portal 34, todavía en 'shock'. Aún en pijama y junto a su perro, recordaba cómo había «cogido dos bolsas, una de ellas con mi maquillaje y bajado como locos. Nos dijeron que entrásemos al bar y que no saliéramos y poco después ha explotado algo y ha vuelto a salir mucho humo».
Aunque tras las primeras actuaciones parecía que el incendio estaba controlado, sobre las 8.30 horas se reavivó, lo que obligó a que además del bloque 36, donde se originó el fuego, y el 38 y 34, se desalojaran también el 32, 40, 42 y 44, un total de siete portales. Si bien los daños materiales serán «importantes», no hubo «ningún hospitalizado», informó el alcalde de Hernani, Xabier Lertxundi, que estuvo toda la jornada pendiente de los afectados. Lertxundi estudió la situación personal de cada afectado para poder ofrecerles desde este domingo mismo una solución habitacional si así hiciera falta. Hoy se valorará la necesidad de reforzar o no la estructura del edificio afectado.
De momento se desconoce el origen de las llamas y se analizan las causas que originaron el incendio en un edificio en el que, en principio, residen seis familias. El oficial de los Bomberos de Donostia, Peru Macgragh, fue uno de los que actuó para mantener el fuego a raya. Una de las mayores dificultades con las que se encontraron fue «la estructura de madera» de los pisos. Aunque todo comenzó en el tercer piso del portal 36, «donde todas las viviendas son de una mano, desde el hueco de la escalera y del patio interior el fuego se extendió hasta arriba», explicó. Afectó «en parte» al cuarto piso y a algunas buhardillas, que serían como el quinto nivel, y pasó, por cubierta. Fue entonces cuando se extendió hacia la otra parte de Kale Nagusia. Así, pese a que la cubierta del bloque 36 quedó afectada, no resultaron dañadas ni la del 34 ni la del 38.
Los bomberos dieron por extinguido el incendio sobre las 12.30 de la mañana, seis horas después de que se iniciara. Su labor, desde que se desalojaron los edificios hasta terminar con todas las llamas, se centró, sobre todo, en que el fuego no se propagase a otros edificios. Una vez apagado, se cercioraron de que no hubiera ningún punto caliente y un retén hizo noche para vigilar que no se reavivara.
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Solo quedó «afectado» el bloque 36 desde el tercer piso «para arriba. Tanto el 34 como el 38 están bien». Lo único que puede haber en estos edificios es el «agua» que tuvieron que usar los bomberos para prevenir que el fuego se propagase, explica Macgragh. Y así lo confirmó el vecino del primero que dio la voz de alarma, Ramón Alsua.
Una vez extinguidas las llamas, los bomberos entraron en algunas de las viviendas no afectadas para poder coger las medicinas que necesitaban algunos vecinos, como Ramón. «He entrado con el bombero y casi necesito una flota para poder pasar por el pasillo. Está de agua hasta arriba», se lamentaba por la tarde, aunque feliz de que el fuego no hubiera alcanzado su piso.
Aunque el alcalde de Hernani prevé que los daños materiales, que hoy se seguirán analizando, sean «importantes», casi una veintena de familias regresaron este domingo mismo a sus hogares. Fuensanta Pujalte, que fue desalojada por la mañana, durmió en su piso. Esta mujer de 39 años vive en el cuarto piso del portal número 32, de donde tuvo que salir por precaución. «Han venido los bomberos, me han pedido la llave y solo vemos caer agua desde el tejado», explicaba por la mañana todavía «con el susto en el cuerpo» fuera de bar 'Kixkal', punto de encuentro de todos los vecinos afectados por el incendio.
«Me desperté porque vi luces desde la calle, fui a asomarme al balcón para ver qué pasaba, pero no me dio tiempo porque enseguida me llamaron a la puerta con golpes y era un policía municipal diciendo que nos vistiéramos», recuerda. Luego «vino un bombero diciendo que no cogiéramos nada, que solo la llave y que saliésemos del edificio inmediatamente».
Esta vecina salió del portal junto con su marido y se metieron en el bar, con los «nervios a flor de piel» por la incertidumbre de no saber cómo iba a avanzar el día. Finalmente, ella fue una de las afortunadas en regresar a su casa, a diferencia de las trece familias que tuvieron que dormir, la gran mayoría en un hotel, y alguno en casa de familiares por elección propia, a la espera de poder retomar la normalidad, aunque sin saber cuándo llegará.
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