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Juan Ayuso es encumbrado en lo más alto del podio como vencedor de la Itzulia, escoltado por Carlos Rodríguez y Mattias Skjelmose.

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Juan Ayuso es encumbrado en lo más alto del podio como vencedor de la Itzulia, escoltado por Carlos Rodríguez y Mattias Skjelmose. Karlis
Crónica

A rey muerto, rey puesto

Juan Ayuso se anota la Itzulia del centenariocon un doble ataque en Arrate y Urkaregi que culmina la brillante estrategia ofensiva del UAE en la última etapa

Beñat Arnaiz e Iñaki Izquierdo

San Sebastián

Sábado, 6 de abril 2024

El futuro acudió al rescate de la Itzulia de todas las desgracias y salvó la edición del centenario el último día, con un ganador brillante. Juan Ayuso (UAE), de 21 años y depositario de todas las virtudes del ciclista moderno, incluido un sentido innato del espectáculo, eligió un escenario a la altura de su talento para escribir el primer capítulo de una carrera ciclista privilegiada: Arrate, montaña santa del ciclismo vasco que antes coronó a los grandes de todos los tiempos, de Loroño a Bahamontes, de Poluidor a Anquetil, de Ocaña a Indurain, pasando por Barrutia, Julio Jiménez, Marino Lejarreta o Franco Chioccioli.

Ayuso, llamado a ser ciclista grande, logra en un lugar legendario como la montaña eibarresa la victoria que va a elevar su carrera. Esos giros del destino nunca son casuales. El ciclismo premia el individualismo, los nombres, las figuras, pero el alicantino ganó la Itzulia culminando la brillante estrategia ofensiva del UAE, que desplegó todas sus bazas con una táctica de libro y todas le salieron bien. En el juego defensa-ataque con el Lidl-Trek del líder Mattias Skjelmose no hubo color. El conjunto de Josean Matxin fue muy superior, y eso que ni Brandon McNulty ni Isaac del Toro pudieron meterse en el fregado por la victoria, al revés que Sjoerd Bax, Igor Arrieta y Marc Soler, peones incisivos de Ayuso para dar el jaque mate a Skjelmose. El danés opuso resistencia, fue un digno maillot amarillo, y volvió a cabeza tras el primer ataque en Izua; pero las fuerzas que se dejó en el intento le condenaron poco después en Urkaregi, donde Ayusdo fue un ciclón.

La Itzulia que pasará a la historia por el accidente que mandó al hospital a Jonas Vingegaard (Visma), Remco Evenepeoel (Soudal) y Primoz Roglic (Bora) termina con un ganador de prestigio. A rey muerto, rey puesto. La vida sigue, con sus altibajos, sus luces y sus sombras. A falta de las grandes figuras, los supervivientes ofrecieron un espectáculo de ciclismo verdadero en la última etapa, un recorrido clásico que nunca defrauda.

Bien está lo que bien acaba, pensaban los organizadores en la meta de Eibar. Han pasado una semana tremenda, durísima. La aparición en cabeza de Carlos Rodríguez (Ineos) -ganador de la etapa y segundo de la general final- y Juan Ayuso al fondo de la calle Toribio Etxeberria fue lo más parecido a un milagro. Una carrera condenada se salvaba por la energía, el talento, la frescura y el genio de la juventud. La ley del deporte, la fuerza que mueve el mundo.

Ayuso forjó su victoria sobre el trabajo del equipo más fuerte de la carrera y sobre un talento individual polifacético. Es un ciclista moderno, que sube, contrarrelojea, no carece de velocidad, es ofensivo y se deja querer por las cámaras. No tiene que adaptarse a los nuevos tiempos y a las nuevas claves de comunicación del deporte espectáculo del siglo XXI, las trae de casa.

La de ayer es su séptima victoria profesional, quinta del World Tour. Este año había ganado la Faun-Ardèche Classic en febrero y una etapa de Tirreno-Adriático en marzo. Conoce bien las carreteras vascas; no se puede ser ciclista sin brillar en Euskadi, dice la historia. Estrenó su palmarés en el Circuito de Getxo de 2022. En juveniles ganó la Gipuzkoa Klasika en 2020, igual que Carlos Rodríguez un año antes.

Imagen icónica

La imagen de ambos rodando de común acuerdo hacia Eibar resultó icónica. El andaluz, 23 años cumplidos en febrero, ganó la etapa y volvió a irradiar esa sensación de poder que transmite sobre bici. Es difícil de describir, por momentos parece rígido o diésel, pero engaña. Va rápido y es vivo. Su ciclismo puede abarcar más que las generales de las carreras por etapas y a un corredor de su talla se le debe incentivar a no limitar su repertorio.

La de ayer es su quinta victoria profesional, la segunda etapa de la Itzulia tras la que inauguró su palmarés en 2022 en Mallabia. El año pasado ganó una etapa del Tour y coqueteó con el podio. Su nivel es aún un melón por abrir, pero el potencial es enorme. Llegó emocionado a la meta de la última etapa, otro lugar mágico de la historia del ciclismo, llegada del Memorial Valenciaga que tantos campeones ha apadrinado, y dedicó el triunfo a su padre, fallecido el invierno pasado. La victoria le resultó liberadora: «Vuelvo a ser yo».

El desenlace de la Itzulia fue importante para el ciclismo español, con sus dos grandes figuras del futuro triunfantes. El vasco se quedó con las ganas, con dos veteranos, Pello Bilbao (Bahrain) y Ion Izagirre (Cofidis), que nunca fallan, de nuevo entre los diez primeros. No terminan de aparecer esos jóvenes con talento que iluminen la mirada de la afición, que volvió a estar de diez en todo el recorrido. Igor Arrieta, eso sí, fue clave en la estrategia del UAE y está llamado a empresas importantes. Markel Beloki (EF) descubre la realidad del ciclismo World Tour, al que llegó directo desde juveniles. Ellos, otros que crecen en los equipos ProTeam y los que siguen viniendo de abajo deben levantar el nuevo ciclismo vasco. Es inimaginable que no llegue un florecimiento.

Con los heridos en casa o mejorando de sus dolencias en los hospitales, la Itzulia se redime con un excelente ganador. Ayuso es una metáfora, es el futuro al que hay que mirar.

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