«Algo hay que hacer, porque no es el primer muerto»

Este joven era vecino de Irura, cuyo alcalde, Gorka Murua (EH Bildu), manifestó a este periódico el pesar de «todo el pueblo». Calificó la tragedia como «un golpe muy duro para la familia sobre todo, y en general para el pueblo». Los padres procedían del Sahara, pero «estaban perfectamente integrados en el pueblo». El primer edil pudo hablar con la madre la misma noche del accidente. «Le ofrecí el apoyo del Ayuntamiento para lo que precisen», aseguró, al tiempo que mostró su malestar porque el apeadero de Anoeta «es un punto muy peligroso».

Por ello, este jueves por la tarde tenía previsto ponerse en contacto con el alcalde de Anoeta, Pello Estanga, para «pedir a Adif, en nombre de los dos ayuntamientos, que solucione ese paso como ha ido haciendo con otros puntos, porque ha habido ya demasiadas víctimas y varios sustos». Aunque este periódico intentó sin éxito hablar con Estanga toda la tarde, fuentes de su ayuntamiento convinieron con la opinión de Murua. «Adif nos da largas diciendo que no se puede pasar por ahí, que saliendo del apeadero y bordeando la casa se puede pasar las vías por el puente» de la carretera de acceso a Anoeta. Así, por ahora Adif solo proyecta suprimir el paso a nivel que se encuentra a casi dos kilómetros del casco urbano, hacia Villabona. «El proceso va para adelante pero llevamos muchos años esperando». Al menos desde 2007, de cuando data el primer papel guardado en el cajón municipal.

Lo cierto es que al lado de donde fue arrollado Salah, hay unos carteles amarillos de Renfe que llevan «un año o así, no mucho porque aún están brillantes» –indicaban unos jóvenes–, donde pone «paso habilitado para cruzar las vías. Mire a ambas lados antes de cruzar». Pero «con tanta gente que cruza es normal que pasen estas cosas que no deberían pasar. No es normal que un tren se cruce con otro que no para en este apeadero. ¿No se puede poner una valla que baje si viene el tren? ¿O parar el Cercanías si se cruza con un convoy», sugería Iker.

El alcalde Gorka Murua recuerda que son «muchos» los jóvenes de Irura que cruzan las vías cuatro veces al día, dado que la ikastola del pueblo solo acoge los cursos de Primaria (hasta 12 años), por lo que a partir de ahí «algunos van a centros de Tolosa pero muchos, a Anoeta». Y van y vuelven por la mañana, y lo mismo por la tarde.

«Los padres insistimos a nuestros hijos para que no vayan por las vías y vayan por el puente, pero ellos ven que es más corto por las vías, y muchos van por ahí», opina Maika. Lara, veinteañera de Irura que sacaba a su perro 'Blunt' en Anoeta, recordaba que «a mí me decían que no fuera a clase por las vías, pero no ves el peligro». En su misma situación, Aitor, de 23 años, apuntaba que «si vas con amigos que las cruzan, no vas a ser el bicho raro que no lo hace».

No había que andar mucho para dar con alguien que quisiera hablar sobre este riesgo. «Es que estamos ya hartas. En las reuniones de padres de la ikastola es tema recurrente», afirmaba una madre. Tal vez porque la tragedia está reciente, este jueves eran más los críos que iban por el puente que por el andén. «Siempre pasa tras una tragedia que tomamos más precauciones al principio y luego nos olvidamos. Hoy hasta oímos más la bocina del tren. Pero se oyen tantas, que no sabes si el tren viene o va», añadía un grupo de mujeres que se acercó a dar el pésame a dos chicas de origen marroquí. Ambas venían de arropar a la madre del fallecido. Una de ellas perdió a su amiga Khaola en el mismo lugar. «Fue en 2016. Vino de San Sebastián a visitar a una amiga, y no vio el tren del otro lado, como Salah». En abril de 2013 murió una joven de 28 años también de visita. Vecinos y fuentes municipales recuerdan que «además de los accidentes, está la gente que se tira al tren en esta zona y en el puente del camino hacia Villabona». La última, «en enero».

Otro problema es «que con la curva, apenas hay visibilidad desde Tolosa. Y no se oye el aviso de la megafonía», puntualiza una mujer. Y tiene razón: apenas se percibe el altavoz del apeadero decir: «Atención, tren sin parada por vía 2. Prohibido cruzar las vías. Manténganse alejado del borde del andén». Y es que un convoy deja tras su paso una ráfaga de aire «que te puede tirar si estás cerca», avisa un septuagenario señalando los 33 escalones del andén. «¿Cómo bajas por ahí en silla de ruedas o con una sillita de niño?», decía.

En una mesa del bar Alkartasuna, un marroquí leía a tres compatriotas que no hablaban castellano la noticia del accidente en la web de este periódico. «Nos acabamos de enterar, y he entendido la razón de por qué el miércoles no salía el tren desde Donostia. Renfe o a quien corresponda, debe hacer algo, porque es peligroso. En Urnieta, Andoain y ahora en Hernani, lo han solucionado. Pero este punto es malo. Y Martutene también». Y dirección Brinkola, Maite apuntaba la situación de Alegia, donde cada día coge el tren hacia Anoeta. «Los dos apeaderos son muy peligrosos. Y de noche, apenas hay iluminación. En Alegia también ha muerto gente. ¿Pero debe morir alguien para solucionar estos puntos negros?».