Áncora solicita la actuación del Gobierno Vasco para «salvar» Sagrado Corazón
Ha solicitado también al gobierno municipal una «revisión urgente» del Catálogo de Patrimonio, junto con un «acuerdo de suspensión de derribos»
La Agrupación Cívica para la Conservación del Patrimonio, Áncora, ha solicitado al Gobierno Vasco recientemente su actuación para «salvar» la 'Villa del Sagrado Corazón', que será derribada y sustituida por dos bloques de veintitrés viviendas de iniciativa privada, tras la aprobación del proyecto de urbanización, actualmente ya en trámite.
La villa, que data de 1905, es el último de los chalets que originariamente distinguían el paseo San Francisco. Fue promovida por don Guillermo de la Lama, juez municipal, como residencia privada, y diseñada por el maestro de obras Julián Eizaguirre.
El edificio del número 37, que durante los últimos años ha servido como Dispensario de la Cruz Roja atendido por la Compañía de las Hijas de la Caridad y la labor de la Fundación Etxaniz, es una casa de campo con una parcela ajardinada de 1547 metros cuadrados. Julián Eizaguirre y su hijo Guillermo, arquitecto, fueron los autores de muchos de los edificios emblemáticos del paseo, ya desaparecidos. Tras el uso residencial, el edificio pasó a ser la 'Villa del Sagrado Corazón'.
Áncora detalla que el edificio está incluido en la Guía de Arquitectura de Gipuzkoa publicada por la Diputación Foral en 2004 y que la Dirección de Patrimonio del Gobierno Vasco analizó sus valores en 2008, proponiéndola para ser declarada Bien Cultural de Protección Media. «Los técnicos de Urbanismo de Tolosa han apostado en todo momento por el mantenimiento de sus fachadas, pero admiten que no pueden imponer su conservación, porque el inmueble no está recogido en el Catálogo Municipal», indican.
Tal y como ha publicado esta agrupación en sus redes sociales, «Tolosa no cuenta con ninguna villa histórica protegida», lo que constituye –dice– una «anomalía difícil de justificar».
La asociación informa de que el pasado 14 de noviembre se reunió con la alcaldesa donde solicitaron una «revisión urgente del Catálogo de Patrimonio, junto con un acuerdo de suspensión de derribos». «Entre las actuaciones del actual gobierno municipal (PNV y PSE), cabe recordar el derribo de Corazonistas (Guillermo Izaguirre, 1922) y la polémica remodelación del Prado Pequeño, despreciando su significación cultural y su carácter de jardín histórico», señalan.
Reitera que la villa es «uno de los mejores ejemplos locales dentro de su tipología», que se sitúa en un «entorno singularizado» dada su «ordenación urbana». «Constituye un original ejercicio de eclecticismo que combina la impronta neomudéjar (visible en el aparejo de ladrillo) y la estética modernista (barandado con el típico 'coup de fouet'). Asimismo, Áncora remarca que el «interés compositivo-formal» de esta construcción se concentra en la fachada y cierre delanteros, que «podrían salvarse» –insiste– «si el Gobierno Vasco inicia el expediente de protección que tenía previsto incoar».