«Estoy roto de dolor por Lucho y su familia», confiesa Facundo, amigo íntimo de la familia de Zaldibia
«Estoy bloqueada, ayer mismo nos saludamos y en verano bajábamos al río», explica Noemí, vecina de puerta de la mujer fallecida por inhalación de gas
Apenas puede responder al teléfono y atiende al periodista a lágrima viva. Facundo no se puede creer lo que le ha sucedido a la pareja ... y el hijo de su amigo 'Lucho'. «Estoy roto, no puedo asimilarlo», acierta a confesar Facundo, también argentino, igual que la mujer de 25 años que ha fallecido por inhalación de gas en Zaldibia junto a su bebé de 17 meses, y amigo íntimo de la familia. «Tenemos un hijo que iba con el suyo a la guardería y mi mujer solía llevarlo a su casa para que fueran juntos. Me ha llamado a las 9 para contarme lo que ha pasado y todavía no lo he asimilado», explica.
Desde que llegaron a Zaldibia, ambas parejas compartían planes, como confiesa Facundo. «Nos llamábamos mucho», añade, antes de volver a derrumbarse. «No me lo puedo creer», concluye antes de colgar.
Otra que tampoco puede creerse lo sucedido es Noemí, vecina del mismo bloque que la mujer y el bebé fallecidos. De hecho, vive en uno de los bajos puerta con puerta con la familia. «Estoy bloqueada», narra desde la ventana de su domicilio. «Nos han despertado los bomberos hacia las 6.20 por si nosotros también teníamos algún problema con la caldera, pero no había ni olor a gas ni nada», explica. La joven recuerda que «ayer mismo nos saludamos. Ella estaba muy contenta ya que el pequeño estaba adaptándose bien a la guardería. Estaba feliz. Solíamos coincidir muchas veces cerca del colegio, ya que yo también tengo dos hijos pequeños, o por el portal. Teníamos buena relación», añade Noemí.
La relación entre ambas se intensificaba en verano. «En los meses de más calor solíamos aprovechar para ir al río a bañarnos todos juntos», recuerda.
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Gemma, vecina próxima al inmueble también destaca que su marido tenía mucha relación también con 'Lucho'. «Trabajaba como repartidos y era muy habitual que estuviera en el pueblo o se le viera con la furgoneta de repartos. Es un hombre muy simpático que te saluda siempre que te cruzas con él», apunta. «A ella también se solía ver, paseando al pequeño o al perro. Todavía no soy capaz de asimilarlo. Es muy duro», remarca entre lágrimas. «Solíamos coincidir sobre todo por las mañanas cuando yo llevaba a mi hijo a la Ikastola y ella a la guardería. Es una pena».
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