Vivir el gran día con el freno de mano echado

Este 20 de enero no sonarán los barriles por las calles ni habrá Tamborrada Infantil, pero los donostiarras se aprestan a vivir su gran día con toda la ilusión y emoción que permite la crisis sanitaria. Las tradicionales reuniones de la víspera en sociedades y restaurantes fueron sustituidas anoche por cenas en casa con la familia y hoy toca disfrutar del ambiente con prudencia, responsabilidad y el freno de mano puesto.

Eneko Goia izó ayer la bandera de la ciudad en el balcón de la plaza de la Constitución antes del toque de queda y después se retiró a casa para cenar con la familia. Hoy tiene previsto asistir a la misa de Santa María, como todos los años, y comerá en un restaurante con su mujer y sus hijos. Intentará disfrutar del poco ambiente que haya y por la noche, de nuevo a la Biblioteca Municipal a arriar la bandera antes de las 22 horas. El alcalde insiste en pedir «responsabilidad» a los donostiarras: «Ya tendremos oportunidad de celebrar la Tamborrada en las calles como queremos. Que el año que viene no falte nadie porque no hagamos bien las cosas hoy».

Anoche cenó en casa con la familia el menú tradicional que se sirve la víspera de San Sebastián en Gaztelubide -consomé, angulas y solomillo-, siguió por televisión la Izada que tantas veces ha dirigido y no pudo sustraerse al cóctel de emociones que le embarga estos días. «Pena, por una parte, por todo lo que está pasando. Hay un punto de nostalgia, de los momentos que he vivido. Y después hay un ingrediente fundamental que es la esperanza de que esto acabe pronto». Hoy comerá en casa con su mujer, su hijo y sus hermanos y pide responsabilidad porque «es época de obedecer a las autoridades sanitarias más que de organizar cosas».

La veterana Marta Funes ha puesto las banderas en el balcón y anoche tenía intención de sacar el bafle para poner la 'Marcha de San Sebastián'. En el club, en cambio, hoy no harán comida ni nada. «La chica del bar quería poner menú, pero solo caben 21 personas y con las mascarillas es complicado», apunta con pena de no poder desfilar con la tamborrada. «Hemos salido con frío, lluvia, granizo... Y este año que hace bueno, nada».

A Aitor Oyarzabal le habían llovido las propuestas e invitaciones para la cena de la víspera de San Sebastián, pero él prefirió quedarse solo en casa y descansar porque hoy le espera una jornada intensa en su restaurante de la Parte Vieja, el Bare Bare, donde están todas las mesas reservadas y planea poner la 'Marcha de San Sebastián' para que sus clientes puedan tocarla con los palillos. «Como Tambor Mayor de la Unión Artesana, mi día es el 20 más que el 19. Esta noche cenaré en casa con la familia», detalla. A diferencia de otros años, Oyarzabal vivirá la Arriada por televisión «con resignación y conciencia». «Veo lo que está ocurriendo, la gente que ha perdido la vida y que lo está pasando mal por salud o económicamente. Mi deseo es que el año que viene podamos celebrarla todos en la plaza de la Constitución».

Para la directora del Museo San Telmo el día de San Sebastián será diferente por las restricciones impuestas para frenar el avance del virus. Anoche no pudo cumplir con una tradición arraigada en su cuadrilla, reunirse para cenar la víspera en una sociedad de Ibaeta. «Echo en falta encontrarme con gente a la que solo veo en estas ocasiones. Solemos tocar la 'Marcha de San Sebastián' frente a la televisión con las imágenes de la Izada, pero la situación es la que es y esta vez no ha podido ser», cuenta Susana Soto, quien aprovechó el cierre de las sociedades gastronómicas para disfrutar de una «cena especial» con su familia. Hoy también comerá en casa con los suyos.

La suspensión de la Tamborrada no significa que este sea un día de descanso para el delegado de Fiestas. Más bien todo lo contrario. «Una Tamborrada normal es algo conocido, sabemos cómo funciona y muchas veces la propia inercia de los años te lleva. Pero la labor de contención en un día excepcional como este es compleja y tiene un calado emocional importante. Te tiene más tensionado una situación como la actual que cualquier otra edición, por muchas miles de personas que pueda haber en las calles y más dispositivos que haya que organizar», asegura Jon Insausti, quien no oculta su nerviosismo por saber cómo responderá la ciudadanía al programa reducido y condicionado por la pandemia que han preparado desde Donostia Festak. En los ratos que le dejen libre sus responsabilidades municipales, celebrará la fiesta con un plan familiar, «como siempre». «Anoche cenamos los cuatro de casa y hoy volveremos a juntarnos para comer, aunque con un poco de tristeza porque somos de la Parte Vieja y el día de San Sebastián lo vivimos mucho. Además, el aitona ha dado positivo, está confinado y es otra preocupación», explica. Hoy recorrerá la ciudad para comprobar si ha cuajado la iniciativa del Ayuntamiento de repartir 10.000 banderas para engalanar balcones y terrazas. «Igual es una idea que ha llegado para quedarse», aventura.

DYA Gipuzkoa ha suspendido todas sus actividades tamborreras y su presidenta, Irene Tapia, vive el día de San Sebastián en casa. «Haremos caso a lo que dice el Ayuntamiento y estaremos con la familia. Ayer salimos al balcón para la Izada esperando que haya otros años en que esté la cosa mejor. Ahora, con la pandemia, tenemos que ser prudentes y no pasarnos, porque está visto que en cuanto hay fiesta y nos relajamos un poco, el repunte es alto». Irene Tapia no participa en ninguna tamborrada, pero siempre baja a ver a las compañías del barrio: «Da mucha pena, pero habrá que esperar y ojalá en 2022 podamos estar mejor».

Marisol Garmendia afirma que el 20 de enero es un día de «mucha nostalgia y emoción» y admite que se le escapará alguna lágrima recordando a todos los donostiarras que han fallecido por el Covid-19 o están en los hospitales y a todo el personal sanitario que lucha por salvarles. También echará de menos a la familia y los amigos. Ayer celebró la Izada en casa y hoy no podrá cumplir el ritual de acompañar a su hijo en el recorrido que hace con su compañía -«un orgullo» para ella- y a los amigos que desfilan por toda la ciudad. «Espero y confío en que la ciudadanía así lo entienda y actúe con responsabilidad. Nos toca celebrar la fiesta en casa, desde los balcones y ventanas, tocando el tambor y pensando en que el año que viene sí lo vamos a poder celebrar en la calle con abrazos y reencuentros», señala la portavoz socialista en el Ayuntamiento.

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