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Es una pena que 2020 no haya pasado de largo. Que de su promesa de convertirse en un año valle no queden ni las migajas ... y que nuestros deseos y planes, en muchos casos, se hayan disuelto como azucarillos en café caliente. Hemos recibido golpes (muchos) pero ya viene siendo el momento de encontrar la luz y cambiar de rutina. Que no arranquen los días contando contagiados, hospitalizados y muertos y que podamos volver a hablar de la vida. Ya toca.
A finales de septiembre me senté solo, con mi mascarilla, en una butaca de cine. Solo quería escuchar las confesiones de Pau Donés a Jordi Évole. «El cáncer da miedo, pero yo solo quiero hablar de la vida, que es lo que me interesa», le confesaba el artista que nos dejó en este terrible año que se nos va. Pues eso, no cabe mejor reflexión. El Covid nos ha dado miedo este año, mucho, y se ha convertido en una rutina que ha infectado no solo nuestra salud, también nuestras habituales ganas de hablar de la vida, de las curiosidades, de las anécdotas jocosas... de todo lo que nos hace sentir bien.
«El miedo es terrible, bloquea la libertad de ser tú mismo», añadía también Donés. Este año nos hemos olvidado de ser nosotros mismos. Muchas veces. Ya no hay vuelta atrás, pero nosotros, los que podemos escribir y leer estas líneas, tenemos la posibilidad de volver a retomar –más pronto que tarde– el sendero de nuestras vidas. Levantarse de la lona no es una opción, es una obligación, y la vacuna ha llegado para recordarnos que en 2021 toca cambiar el chip y volver a arrancar nuestros motores gripados. Toca hablar de la vida.
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