Los vascos con menos recursos sufren más problemas de obesidad y salud mental

El nivel de salud alcanzado por la población vasca, su positiva evolución y la alta satisfacción que existe en la población respecto a los servicios sanitarios marcan la Encuesta de Salud (ESCAV 2018) que ayer presentaron los responsables de dicho departamento. Los datos obtenidos en este informe son útiles para el diseño de los principales programas sanitarios de Euskadi y para establecer las metas y los objetivos de las políticas del área. Los resultados que se obtuvieron en el año 2013 sirvieron para la formulación del Plan de Salud 2013-2020, y los de este año servirán para marcar la línea estratégica sanitaria de Euskadi para el período comprendido entre 2021-2028.

La Encuesta de Salud, que se realiza cada cinco años, deja a las claras algunas conclusiones más que positivas. La esperanza de vida en Euskadi sigue aumentado, hasta 80,3 años en el caso de los hombres y 86,5 en el de las mujeres. La percepción de la salud es buena o muy buena, y tanto el consumo de tabaco como el del alcohol disminuye. En una sondeo en el que se tienen en cuenta multitud de factores (edad, sexo, estudios...), hay una circunstancia que marca la diferencia entre los vascos: la situación socioeconómica de cada ciudadano. Hasta en tres de los apartados sanitarios que el Departamento vasco de Salud tiene en consideración en este informe existe una diferencia por dichos motivos: tabaquismo, obesidad y salud mental.

La prevalencia de problemas de salud mental ha disminuido un 40% en los vascos y un 32% en las vascas respecto a 2013. Sin embargo, el 9% de los hombres y el 17% de las mujeres mayores de 14 años padece síntomas de depresión o ansiedad. En este epígrafe llama la atención que «las personas que viven en entornos desfavorecidos tienen casi tres veces más probabilidades de tener estos síntomas», anunció el consejero de Salud, Jon Darpón.

En cuanto al tabaquismo, «ha experimentado una continua disminución en los últimos años», señaló. El 20% de los hombres y el 14% de las mujeres fuma de manera habitual, «con una gran diferencia en función del entorno social». En las clases más favorecidas de la sociedad «el 12% de los hombres es fumador, frente al 30% de los de nivel socioeconómico más bajo. A partir de los 45 años esta diferencia es más significativa», incidió Darpón. No obstante, los datos generales relacionados con el tabaquismo en la CAV muestran unas tasas mejores que las del resto del Estado y Europa.

La obesidad también afecta de diferente manera a los vascos en función de su nivel socioeconómico. De hecho, «la brecha social entre las personas de mejor y peor posición en términos socioeconómicos es de las más acusadas», reconoció Darpón. En el nivel social y económico más alto, la proporción de hombres obesos en Euskadi es del 8%, frente al 20% de los situados en los estractos más desfavorecidos. En las mujeres, la diferencia se sitúa en 7 puntos, del 9% al 16% . La media vasca señala que el 14% de los hombres y el 11% de las mujeres padece obesidad, «mejores datos que los del Estado y Europa», se congratuló el consejero.

Esta «brecha social» referida a la sanidad tiene su reflejo en la percepción y la valoración que tienen los afectados de su propia salud. En 2018 el 87% de los hombres y el 82% de las mujeres de Euskadi han valorado su salud como buena o muy buena, un 16% más que la media europea. Sin embargo, «a medida que desciende el nivel socioeconómico disminuye la buena salud percibida». El 94% de los hombres que pertenecen al nivel social más favorecido declara buena salud frente al 85% de los que pertenecen al menos favorable. En las mujeres, el porcentaje se distancia en 21 puntos, del 92% al 71%.

Ante estas datos el consejero de Salud, Jon Darpón, explicó que el departamento que dirige planificará «estrategias para combatir esa diferencia e impulsar la equidad entre todos los ciudadanos», tanto en acciones que afecten a la Atención Primaria como en las especialidades médicas. El consejero explicó que esta situación «no solo ocurre en Euskadi sino que, en general, las personas con nivel económico más bajo tienen menos cuidado de su propia salud y acceden en menor medida al sistema sanitario». Y los programas de Osakidetza lo van a tener en cuenta.

Durante su comparecencia de ayer, el consejero Jon Darpón diferenció en más de una ocasión entre esperanza de vida y esperanza de vida libre de discapacidad, «cada vez más convencidos de que nuestro objetivo no es continuar incrementado enormemente la esperanza de vida si no aproximar la esperanza de vida libre de discapacidad a la esperanza de vida global», llegó a decir. Los años de vida de los ciudadanos, uno de los principales indicadores del estado de salud de la ciudadanía, ha aumentado en Euskadi. Sobre todo, en lo que hace referencia a los hombres, «ha aumentado desde 2013 casi en un año y se sitúa en 80,3, dos puntos por encima de Europa. Lo destacable es que se ha producido gracias al incremento de los años vividos sin discapacidad, que ha pasado de 69,3 a 70,1», dijo el consejero. En las mujeres apenas hay cambio en la esperanza de vida, que ha pasado de 86,4 a 86,5, tres años más que en Europa, aunque sí se ha registrado un ligero aumento en el número de años vividos con discapacidad, 0,4 más que en 2013.

Los dolores ocupan otra buena parte de esta Encuesta de Salud. «Los problemas de salud más frecuentes que inciden en la calidad de vida son el dolor o el malestar, que afecta al 24% de los hombres y al 33% de las mujeres». Le siguen la presencia de ansiedad o depresión, los problemas de movilidad o las dificultades para realizar las actividades cotidianas y los problemas para realizar tareas de cuidado personal. Estos datos se mantienen igual que hace un lustro, «con una ligera mejoría en todos los apartados», explicó. En este sentido, destaca que el 42% de los hombres y el 46% de las mujeres declara padecer alguna enfermedad crónica. Explicó el consejero Jon Darpón que «hay diferencias entre los diferentes grupos de edades. Entre los de 45 y 64 años, la mitad de los ciudadanos tiene alguna enfermedad crónica. De los 65 años para adelante, el 93% tienen alguna». Reconoció el consejero que «los problemas de artrosis, artritis y dolores de espalda son altos. Pensamos que la Atención Primaria tiene un papel importante que cumplir y por ello, hemos iniciado un proyecto en Araba que después extenderemos a Bizkaia y Gipuzkoa para incorporar la fisioterapia».

En cuanto al consumo de alcohol, el informe concluye que se ha reducido la proporción de personas consideradas como «bebedoras habituales, es decir, que beben al menos una vez a la semana. Desde 2002 se ha reducido casi a la mitad este dato», señaló. Aun así, lo hace el 56% de los hombres y el 35% de las mujeres, siete y dos puntos porcentuales menos, respectivamente, que en 2013. Por su parte, en el caso de las mujeres un 11% tiene un consumo de riesgo alto, «en este caso la disminución no es tan clara», advirtió el consejero de Salud Jon Darpón.