El triste final de Kukuxumusu, la firma que llegó a ser un auténtico icono

Kukuxumusu, la conocida firma de camisetas y otros artículos estampados con dibujos humorísticos, que se fundo en unos sanfermines de 1989 y llegó a ser un auténtico icono de las fiestas pamplonesas, se enfrenta a un triste final. Su empresa distribuidora, Univers Paloseco, no ha podido hacer frente a la deuda de un millón de euros con Hacienda. Se hizo efectiva en 2007, aunque correspondía a los ejercicios 2001 a 2004. La empresa entró en concurso de acreedores esta pasada primavera y en la actualidad se encuentra en fase de liquidación. Tras años de crecimiento y expansión de la marca no pudo gestionar la crisis económica y las pugnas internas.

Su difícil situación ha llevado a la distribuidora de Kukuxumusu a despedir a 27 de los 30 empleados que aún mantenía el mes pasado. Veinte abandonaron la empresa a primeros del pasado mes de julio y los siete restantes el 1 de agosto. Los trabajadores han cobrado sus nóminas, pero deberán recurrir al Fogasa con el fin de poder recuperar las indemnizaciones que les corresponden.

Además, ha tenido que cerrar todas sustiendas, incluida la de la Calle Mayor de San Sebastián, excepto la de la ciudad en la que nació la marca, Pamplona, y situada en la conocida calle Mercaderes. Desgraciadamente, todo apunta a que este establecimiento también tiene los días contados. De hecho, no se descarta que desaparezca en septiembre, en cuanto se liquide todo el género que hay en su interior. Lo mismo ocurrió en el otro local emblemáticos, el de la calle Estafeta de la capital pamplonica. Destacaba porque su reloj anunciaba los días que quedaban hasta Sanfermines.

Kukuxumusu ya estuvo hace cuatro años a punt0 de desaparecer. La entrada de un nuevo accionista, el diseñador Ricardo Bermejo, que hoy día era el socio mayoritario de la empresa, desencadenó una batalla judicial por la propiedad intelectual de los diseños tras la marcha de Mikel Urmeneta, padre de la marca y responsable de la empresa junto a Koldo Ayestaran y Gonzalo Domínguez de Vidaurreta durante los años en que se acumuló la deuda. Estos cambios no impedieron que Hacienda dictara que la deuda de un millón de euros correspondía a la distribuidora Univers Paloseco, ya que se trataba de la misma empresa, aunque los socios fuesen otros.