Víctimas de abusos en un colegio católico de Iparralde rompen su silencio con trece denuncias

«Los hechos denunciados se extienden desde 1960 hasta 2005», explicó Gilles Parent, portavoz del colectivo a las puertas del tribunal. «Principalmente hablamos de violencia física, fuerte, ejercida tanto por personal del centro como por otros alumnos. Tres denuncias aluden a abusos de carácter sexual, una de ellas, al menos, por violación».

Parent compareció acompañado de algunos de los denunciantes, quienes relataron los episodios de vejaciones, humillaciones y agresiones sufridas, según recoge el diario Sud Ouest. Entre ellos, Vincent, quien cursó estudios en el colegio entre 2001 y 2006, denunció «violencia gratuita y diaria» por parte de alumnos mayores y del vigilante. «Nos daban puñetazos en el estómago y los hombros. Mostrarse vulnerable no servía de nada. Nadie ofrecía compasión», lamentó.

Otro testimonio, el de Michel Etcheverry, remonta sus vivencias a los años 70. Entonces, con apenas 11 años, fue víctima de constantes palizas por parte de un vigilante apodado 'Mandibules' por los antiguos alumnos. «Sus mandíbulas se tensaban antes de golpear», recordó. A sus 62 años, denuncia también «actitudes de voyeurismo encubiertas bajo excusas de higiene».

Aunque muchos de los delitos han prescrito, el colectivo insiste en la importancia de que estas historias salgan a la luz. «No buscamos venganza», afirmó Parent. «Necesitábamos dejar constancia de lo vivido. Algunos compañeros necesitan cuidados psicológicos. Estas denuncias son también una forma de pedir reconocimiento como víctimas».

El colectivo, creado hace apenas dos meses, ya cuenta con 180 miembros. Cada día se suman nuevos testimonios, y no se descarta que en las próximas semanas se presenten más denuncias.

Por el momento, la Fiscalía de Bayona no ha anunciado si se abrirá una investigación preliminar. Aunque la mayoría de los casos parecen prescritos, las víctimas esperan que este tipo abusos no vuelvan a ser ignorados. «En el País Vasco todo el mundo sabía que en Ustaritz se pegaba duro», sentenció Gilles Parent.