Treinta años del infierno de la AP-8 en el que fallecieron 18 personas
Este lunes se cumplen tres décadas del espeluznante accidente en el que se vieron implicados 25 vehículos como consecuencia de la niebla
Dieciocho personas perdieron la vida hace hoy treinta años en uno de los accidentes de tráfico más trágicos que se recuerdan en Euskadi. Era una ... mañana soleada y muchos vascos aprovecharon el puente de la Constitución para realizar excursiones sin saber el infierno que les esperaba. Un siniestro en cadena provocado por la niebla dejó una situación dantesca en la AP-8 a la altura de Amorebieta en dirección Behobia.
El 6 de diciembre de 1991 en torno a las diez de la mañana la autopista se convirtió en una trampa mortal. La carretera estaba en calma con coches que circulaban en ambas direcciones, pero todo se torció en cuestión de minutos. En una curva en dirección San Sebastián a la altura de Amorebieta se produjo el primer choque y, a partir de ahí, las demás colisiones vinieron en cadena.
Aunque las causas del accidente aún no están claras, la principal hipótesis ha sido siempre la bajada repentina de la niebla. El primer vehículo perdió el control y colisionó contra el quitamiedos. Otro turismo que venía por detrás chocó contra él y, tal y como relataron los testigos que sobrevivieron a la catástrofe, se formó una barrera insalvable para los coches que circulaban en dirección Behobia.
Aunque las causas del accidente aún no están claras, la principal hipótesis ha sido siempre la bajada repentina de la niebla
Las escenas fueron de auténtico espanto. Muchos de los conductores y ocupantes de los vehículos lograron escapar rompiendo a puñetazos las lunas de los vehículos. Algunos consiguieron llegar a la cuneta entre las bolas de fuego que se convirtieron los turismos. Ante la gravedad de las lesiones, algunos de ellos perecieron en el lugar.
Los bomberos tardaron horas en sofocar el fuego que se había originado. Cuando lograron apagar el incendio, la escena que se encontraron fue casi de guerra con cadáveres totalmente calcinados dentro de un amasijo de hierros. Su labor se centró en rescatar los 17 cuerpos de los vizcaínos que perdieron la vida aquella trágica tarde en la AP-8.
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